“Ligero de equipaje” tiene como subtítulo lo que es el contenido del libro, “la vida de Antonio Machado”.
He tenido la curiosidad y la paciencia de contar una a una las obras escritas sobre Antonio Machado que Gibson menciona en las 16 páginas de bibliografía, y he llegado hasta la número 251.
Algunos de los libros y artículos que se citan están referidos a su hermano Manuel, también escritor, también poeta, y a otros miembros de la familia Machado, así como a Leonor, la jovencísima esposa del poeta, muerta prematuramente.
Tal abundancia de información sobre uno de los más grandes escritores que España tuvo el siglo pasado, revela el interés que sigue despertando la figura de Antonio Machado, a quien Dios haya dado un lugar en su paraíso, porque fue siempre un hombre bueno. Y si en la gloria celestial no caben los buenos, ¿para qué existe?
El acercamiento a un poeta a través de su vida personal y literaria es la vía de acceso más acertada a su mundo. Es lo que nos regala Gibson en esta biografía donde abunda la información, escrita con pasión. El autor aporta importantes elementos de juicio para que el lector sea capaz de orientarse por cuenta propia.
Ian Gibson es un irlandés de 66 años afincado en España. Ha escrito libros importantes, libros soberbios de contenido sobre Dalí, Rubén Darío, Camilo José Cela, la relación entre Lorca y Dalí y una magna biografía de Federico García Lorca, la mejor de cuantas he leído sobre el poeta de Granada, la más penetrante, la única que aclara quiénes fueron los asesinos del delicado poeta a quien quitaron la vida y las ilusiones cuando ambas florecían aún en una primavera de promesas.
Gibson confiesa que empezó a leer a Machado hace casi cincuenta años, al iniciar sus estudios del idioma castellano en Dublin. Desde entonces le ha acompañado cada día. Este libro, que ha tardado siete años en escribir, es un homenaje particular al gigante de las letras nacido en Sevilla.
Sumido en la riqueza de sus páginas, no resisto el deseo de reproducir aquí un párrafo del tomo de Gibson, en el que traza un breve perfil biográfico del poeta. Cuenta que “la vida para Antonio Machado es un eterno caminar del cual sólo la plenitud del amor nos podría salvar brevemente si tuviéramos la suerte de hallarla. Y Machado fue en amor un malaventurado. Después de la muerte de Leonor, tan temprana, tan trágica, encontró consuelo en la filosofía y en la amistad de unos pocos. Contó como nadie la añoranza de lo que no pudo ser, de lo que se llevó el aire. Y tuvo la desgracia, en los últimos años, de enamorarse de una mujer imposible. Sufrió por la postración de la España en la cual le tocó nacer, y creyó que la llegada de la República -para la cual había trabajado-, significaba, ¡por fin!, el nacimiento del gran país libre y culto soñado por su padre y su abuelo… Cuando tuvo que morir exiliado lo hizo con dignidad, con estoicismo”.
Gibson divide su libro de muchas páginas en once capítulos, que van desde 1875 a 1939. La primera fecha alude al nacimiento de Machado en Sevilla el 26 de julio de 1875.
La memoria del poeta siempre refrescó la tierra donde nació y la región vecina dónde creció:
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Hay tiempo de nacer y tiempo de morir, dice el filósofo hebreo. La vida trascurre entre dos gritos, el del nacimiento y el de la muerte. Para Antonio Machado, el primero fue un grito de coplas y de palmas; el último fue un grito lúgubre, empañado de nostalgia y de desengaño.
Aquél 1939 fue un año amargo en la vida del poeta, un año trágico, traicionero, que no necesitó de balas ni puñales para rematar la vida terrena de un hombre hondamente humano, de un poeta digno de todos los premios Nobel que Suecia sea capaz de otorgar.
En las páginas del propio libro y en entrevistas a la prensa Gibson ha confesado que en los siete años de trabajo que le ha llevado escribir las 759 páginas del libro, ha llorado mucho. No me sorprende. Los escritores no somos máquinas. Todos nuestros conocimientos han de tener sus principios en los sentimientos. Es imposible contener la emoción ante la escueta nota de prensa que anuncia la muerte del gran hermano de la humanidad, reproducida por Gibson en el epílogo del libro. Está fechada en Paris el 25 de febrero de 1939, tres días después del fallecimiento de Machado en el pueblecito francés de Colliure. Dice: “A consecuencia de las penalidades sufridas con motivo de la invasión de España y de su penoso exilio, ha fallecido en un campo de refugiados españoles, en las cercanías de Toulouse, el gran poeta español Antonio Machado”.
Murió tan pobre como lo había previsto:
Cuando llegue el día del último viaje,
y esté a partir la nave
que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo
ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos
de la mar.
Late, corazón. No todo se lo ha tragado la tierra.
Gracias Gibson, por esta fascinante y para mi definitiva biografía de Machado. Tengo una curiosidad: ¿La ha escrito usted en inglés y traducido posteriormente o la ha escrito directamente en castellano?
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