Derechos del hombre y derechos de Dios - (XIII)El Año del Jubileo se basaba en tres grandes principios: 1.- Dios es el Propíetarío de la Tierra. 2.- Díos es el libertador de su pueblo. 3.- Israel es el Pueblo de la Alianza. Vamos a analizar cada uno de ellos.1.- Dios es el Propíetarío de la Tierra.
"La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es” (Lev. 25:23).
La tierra no os pertenece de manera absoluta e ilimitada, la tierra pertenece sólo al Señor . A ella habéis llegado como forasteros y extranjeros a los que se permite el usufructo de la misma.
Dios es el Creador pero, además, es el Buen Padre que confía a sus servidores la administración y el goce de sus bienes
Sin embargo, en determinadas fechas, el Propietario de la tierra les llama y les convoca para que hagan balance de su gestión y redistribuyan el capital (la tierra) que sólo a Dios pertenece.
La redistribución tenía que hacerse cada 49 años con el objetivo de que no se produjera la acumulación de riqueza en manos de una minoría.
En el Año del Jubileo cada tribu volvía a tomar posesión de la tierra en términos de los límites que le fueron dados al principio, cuando entraron a Canaán.
Cada familia recobraba de esta manera aquellas porciones de tierra que hubiera podido perder en el intervalo entre dos Jubileos.
2.- Díos es el libertador de su pueblo.
"Yo Yahvéh vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios" (Lev 25:38). Aquí tenemos la razón fundamental para la institución del Jubileo.
Ningún israelita debe poseer a otro permanentemente, menos todavía oprimirle reduciénd01e a la miseria para siempre . De ahí la condena de cobrar intereses a los pobres. Y la razón de todo elío es obvia: Dios los libertó de la opresión, la miseria y la injusticia de Egipto. Un israelita no debería ser esclavo permanentemente de otro israelita, porque "los hijos de Israel son mis siervos; son sÍervos míos, a los cuales saqué de la tÍerra de EgÍpto. Yo Yahvéh vuestro DÍas" (Lev. 25:55).
La liberación de Egipto fue un acto de gracia. Ahora, esta gracia se convierte en ley para el pueblo liberado.
3.- Israel es el Pueblo de la Alianza.
El pueblo liberado de la esclavitud de Egipto mantiene una relación de Pacto con Dios (el Señor no se limita a llamar a salvar, establece una relación de Pacto con sus redimidos: de ahí los pactos con Abraham, con Israel en el Sinaí, con David, ete., pactos que culminan en el Nuevo Pacto o Alianza Eterna en Jesucristo).
En Israel, las relaciones tanto personales como colectivas toman siempre como modelo la relación de Pacto, o Alianza, que les vincula con Dios. • Si preguntamos: ¿Qué es el matrimonio para el israelita? ¿un contrato? ¿un sacramento? Ninguna de las dos cosas. El matrimonio está llamado a reflejar en el ámbito de las relaciones esposo-esposa la relación de Dios con su pueblo, es un PACTO:
"Yahvéh ha atestiguado entre tí y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto" Mal. 2: 14.
• De la misma manera, en el NT la relación de Cristo con su Iglesia sirve de modelo y espejo para el matrimonio (Ef. 5:25 y ss.).
• Y el Pacto tiene siempre como meta que Yahvéh sea el Dios de Israel, e Israel el pueblo de Yahvéh:
"Os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canán, para ser vuestro Dios" (Lev. 25:38). Israel es el pueblo de Dios y como tal deberá regular su existencia de acuerdo con la voluntad del Dios liberador.
En el Jubileo, la idea de pacto, justicia, gracia y liberación (liberación de deudas, de la esclavitud, de las tierras, etc.) encuentran un punto unificador.
Cada generación puede entrar en la experiencia de los encuentros ya pasados por medio de la celebración del culto y de las fiestas (como la del Jubileo) mediante la actualización de la Palabra de Dios y las vivencias que la misma suscita.
Una vez pronunciada la palabra de Yahvéh, salida de su boca (Is 55:11), su destino no es volver a Dios vacío sino llena de fruto, para continuar haciendo lo que Dios quiere y ser prosperado en las diferentes circunstancias para las cuales Dios la envió. Esta es la voluntad divina.
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