He de empezar diciendo que el autor de esta obra divide la llamada tercera edad en tres grupos: senectud inicial, que va desde los 60 hasta los 75 años; senectud intermedia, desde los 76 a los 85, y senectud avanzada, desde los 86 años en adelante. A continuación presenta tres teorías sobre el envejecimiento: La biológica, que “comienza aproximadamente a los veinte años y se extiende hasta la muerte” (Unamuno sostenía que empezamos a envejecer desde el mismo instante en que nacemos). En segundo lugar el autor describe la teoría neuropsicológica y psicológica. Citando a la psicóloga Ursula Lehr observa “que las personas mayores que gozan de un estímulo ambiental favorable, de una buena salud y que se mantienen activas tienden a conservar sus agilidades mentales hasta la senectud avanzada”.
La tercera teoría que Esteban Montilla desarrolla sobre el envejecimiento es la que describe como
teoría social. “Hasta hoy –afirma el autor- no se tiene una teoría sociológica del envejecimiento y la vejez que se pueda aplicar universalmente a todas las personas de la tercera edad… El ajuste social de las personas de edad –añade- está influido por factores como el sexo, la edad y el grado de industrialización de la sociedad en que viven”.
La ficha biográfica que imprime la Editorial en la contraportada del libro presenta a Esteban Montilla como psicoterapeuta y profesor de clínica pastoral. Confieso mi ignorancia. No se si el término se refiere a una clínica para tratar a pastores, lo cual daría mucho que pensar, o que hay pastores que necesitan ser internados en clínicas especializadas, suposición que tampoco hablaría a favor de la clase pastoral. Montilla vive en San Antonio, Texas, “donde se dedica al ministerio en el campo de la psicogeriatría”.
Un conocido teólogo y escritor evangélico, Justo L. González, opina en primera página que el libro de Montilla “es un tratamiento excelente de un tema que entre nuestro pueblo es de gran urgencia”. Lo recomienda “a pastores, seminaristas, y a toda persona que por razón de su fe cristiana se sienta comprometida con la obra de Dios en medio de nuestro pueblo”.
En la genealogía seca y descarnada que ofrece el capítulo cinco del Génesis halló San Agustín inspiración para su filosofía de la edad. “La edad –escribió el convertido de Hipona- se forma con los cambios de las cosas”. El teólogo de hoy José María Cabodevilla dice que la edad doblega al hombre, le va robando terreno constantemente. La edad no da tregua, no nos permite olvidar en ningún momento su acoso.
En las mismas fechas en que Borges filosofaba sobre la vejez, una amiga suya, la estupenda escritora Marta Lynch se disparó un tiro en la sien derecha con un revolver calibre 32. Había cumplido sólo 60 años, pero le horrorizaba envejecer.
Esteban Montilla escribe desde la acera opuesta. Nos dice que envejecer es tan natural como respirar. Que la vejez no debe ser motivo de espanto ni de abatimiento.
Hay que aprender a envejecer con dignidad, sin dimitir jamás de la existencia. Ni la vejez ni los estragos que provoca constituyen un drama. Camas, a quien tantas veces se ha acusado de ateo, sin haberlo sido jamás, escribió en
LA PESTE que Cristo había venido al mundo para resolver dos grandes cuestiones: La vejez y la muerte.
Montilla, quien también es teólogo y conoce perfectamente la Biblia, enfoca el tema de la vejez mayormente desde una perspectiva bíblica, si bien tiene en cuenta lo que han escrito sobre el tema destacados profesionales de la Gerontología.
La obra se divide en siete capítulos: El envejecimiento y la vejez en el contexto judeo-cristiano. Aspectos biológicosociales de la vejez y el envejecimiento. Por qué se me olvidan las cosas. Aspectos emocionales del envejecimiento. Enfrentando las pérdidas. Principios prácticos para una salud integral y envejeciendo en comunidad.
En un anexo de 17 páginas el autor trata brevemente temas derivados de los anteriores: Confrontando nuestros prejuicios. Evaluando nuestras actitudes hacia las personas mayores. Recursos disponibles en Internet. Programas y servicios para la salud mental. Programas y servicios en el área de geriatría y gerontología y desarrollando un ministerio de alcance con las personas de edad.
En este punto
Montilla escribe que la Iglesia del siglo XXI debe entender que las personas mayores “tienen un cúmulo de experiencias, conocimientos y habilidades que ofrecer a la comunidad de la fe y que no sólo están para recibir, sino también para compartir. Las personas mayores –añade- no quieren sólo recibir servicios sino también tomar parte activa en el proceso de servir a los demás”.
Somos el tiempo que nos queda, ha dicho el poeta y ensayista gaditano Caballero Bonald. Ese tiempo puede ser poco o puede ser mucho. Lo que importa es escalar los años de la vida paso a paso por la montaña del tiempo hasta ese lugar donde la lejanía cierra la cúpula del espacio y aparecen una tierra nueva y una edad definitiva.
Si quieres comentar o