Breviario del sosiego/ 60

Todo se decanta sin prisas en las aguas de un inmenso lago.


Celebro la música constante de las aguas que resbalan por la aceña. Escuchar es una perpetua posición donde la mudez se manifiesta para dar armonía a mi interior.


Muchos se contentan con mostrar el Pez, pero son pocos los que echan el Ancla.


Hay ciudades que están llenas de huérfanos. ¿Dónde están, pues, los de la jerigonza? ¿Serán capaces, alguna vez, de cederles un poco de de su comodidad?


Admiremos (y apoyemos) a quienes hacen Misión Integral. Son minoría, pero Son.


Sepan que la envidia es el infierno que más quema.


Del cielo espera el agua que riegue tu porción de tierra.


La palabra sexo no debe generar vergüenza ni escándalo. Y hay tiempo para todo cuando lo indoblegado es el amor de una pareja. El sexo por sí solo acaba por electrocutar al improvisado: hay que aprender a bienamar.


Dentro de tu cuerpo mi sangre no descansa y crece como un árbol cuyo tronco tiembla o danza porque existes, semejante al embriagante vino del deseo. Tú eres lo profundo que ajusta mi alma cuando vas palpando el desnudo eterno engendrador de vida o de fiebre que empapa, al repetir su ardor.


Peligrosa marea es el dolor entero y el hambre hasta en los sueños. Desesperada, la masa se amotina o inmola contra las castas más sordas e insensibles.


El carnaval no dura para siempre. ¿A que no?


Como un zahorí es el poeta, pues hurga en el más allá y en el más aquí.


No pretendo ser actual ni arcaico cuando pulo mis palabras para que intenten ser inmunes a la temporalidad.


¿Qué actitud adoptar cuando ya sólo triunfan los mediocres? ¿Qué hacer o decir cuando la desmemoria anda suelta?


Todas las crisis son lo mismo, pues el hombre avanza en sentido contrario a la cordura. La economía no es una ciencia. Virginemos la existencia, impulsando una moderación deshollinadora del desenfreno materialista que consume al hombre, incluyendo a muchos que predican lo espiritual.


No escribo para los críticos sino para mis semejantes.


Aún tengo mucho que aprender porque siempre estoy como empezando. Quien crea que llegó, se equivocó de recta.


Tanta tecnología está recalentando la mente del hombre, además de estarle enfriando su corazón.


Buscar lo sencillo pareciera un lujo en estos tiempos.


Hay quien prefiere el vino negro o los himnos quejumbrosos. Yo prefiero dejar las gavillas para que el viene detrás.