Leemos lo que Cristianos.com ha publicado en su sitio de la Internet sobre lo que dicen los ateos y, lejos de sentirnos ofendidos y ponernos en actitud de combate para contrarrestarlos, expresamos nuestro amor hacia ellos deseando sinceramente que sus conceptos y opiniones nos hagan reaccionar para ver cuán cerca o cuán lejos estamos del espíritu del Evangelio, primeramente encarnado por el propio Señor Jesucristo y luego por tantos cristianos fieles en estos dos mil y pico años de historia.
Jesús «como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca» (
Is. 53:7). ¿Y el apóstol Pablo? «En azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces recibió cuarenta azotes menos uno. Tres veces fue azotado con varas; una vez apedreado; tres veces padeció naufragio; una noche y un día estuvo como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de su nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez» (
2 Co. 11:23-27).
Estas dos citas bíblicas deberían hacernos reaccionar cuando se trate de quejarnos por los malos tratos recibidos en el cumplimiento de nuestros deberes como creyentes.
Volviendo a los Ateos Estadounidenses, que son los que llevan el estandarte en esta campaña, lo que primero nos llama la atención al leer lo que dicen es que en la mira no tienen a todo el mundo cristiano y me atrevería a decir que ni siquiera a la Navidad misma sino a un sector de la iglesia cristiana de este país. El sector más polémico, más recalcitrante y el mayormente responsable de tener a la iglesia en el pie en que está. Dicen los ateos: «Cada año se culpa a los ateos de hacer la guerra a la Navidad aunque no hagamos nada. Este año decidimos darle a la derecha religiosa una idea de cómo parece (sic) una guerra».
La derecha religiosa. Lo que parece estar en la mira de los ateos estadounidenses no es la iglesia sino esta «derecha religiosa». ¿Por qué estas arremetidas contra ella? No exageramos si decimos que más del 90 por ciento de los creyentes no católicos de los Estados Unidos se identifican y, consciente o inconscientemente, militan en sus filas. (Para no hablar de los creyentes de España y los países hispanoamericanos.) Cuando la referencia es a la derecha religiosa no se está haciendo alusión únicamente a un segmento de la iglesia que tiene una postura teológica y doctrinalmente conservadora, sino a un movimiento político, que lo hace identificarse y apoyar masivamente al partido de esta tendencia. No en vano se afirmó que el triunfo electoral de George W. Bush y que lo llevó por segunda vez a la Casa Blanca se debió al voto evangélico. Y cuando se habla de «el voto evangélico» no se está hablando del puñado de demócratas que no le dieron su apoyo en las urnas sino de la muchedumbre de republicanos que sí votaron por él.
Con el correr de los años y quizás obedeciendo más al factor comercial que al espiritual, la celebración de la Navidad se ha hecho parte consustancial con el tejido cultural de Occidente lo que ha motivado que en muchos países, si no en todos, para encontrar «al Jesucristo venido en carne» (
1 Jn 4:2) en el pesebre belenita haya que descorrer cortinajes de publicidad comercial, remover cerros de juguetes y de atractivas ofertas navideñas, cerrar canales de comunicación e incluso seleccionar con sumo cuidado los programas que se ofrecen, hasta en algunas de nuestras iglesias.
O sea, que no dejan de tener su lado bueno estas campañas ateas pues se asemejan a sirenas de alarma que intentan hacernos reaccionar para que revisemos el curso que llevamos como parte de la Iglesia de Cristo y, si es del caso, corrijamos el rumbo.
Aparte de lo señalado, uno de estos días tuvimos una experiencia interesante que creo que vale la pena compartir en un intento por mostrar el lado positivo del asunto que comentamos. Andábamos, mi esposa y yo, recorriendo pasillos en una tienda de Miami que vende todos sus artículos a un dólar, uno de los famosos
Dollar Tree.
De pronto, me encuentro con unas grandes bolsas plásticas conteniendo palomitas de maíz (
pop corn). Me llamó la atención el tamaño y, observándolas, descubrí que, además de toda la información que se incluye en estos casos, tenían impreso un versículo bíblico.
Isaías 26:3: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado». Impresionado con este hallazgo, llamé a mi esposa que en ese momento andaba por otro lado, le mostré la bolsa con el versículo y su reacción no dejó de sorprenderme aun más. Me dijo: «He visto varios artículos que tienen impresos en sus envoltorios versículos bíblicos, sin contar las tarjetas de Navidad. Esto no parece tan inusual por estos días».
¿Campaña atea versus testimonio de creyentes?
Meditando sobre este hallazgo, me pareció vislumbrar un fenómeno que pareciera estarse dando por estos días y que quizás pocos esperaban que ocurriera en un mundo tan secularizado y mercantilizado como este en el que nos ha tocado vivir.
Más y más cristianos están siendo impulsados a exponer su fe por diferentes medios, incluyendo la impresión de un versículo bíblico en bolsas que contienen palomitas de maíz.
«Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (
Is. 55:10-11).
Si el que no cree en Dios grita fuerte, nosotros los que sí creemos en Él debemos gritar más fuerte, sin tratar, sin embargo, de cerrarle la boca con actitudes agresivas extrañas al espíritu del Evangelio.
Rechazamos la idea de permitir que algo nos saque de la molicie espiritual tan agradable en que vivimos nuestra fe. Nos agrada que el mundo nos aplauda y nos felicite por esto y por lo otro. Incluso a veces estamos dispuestos a «negociar» la fe que decimos sustentar. Acudimos a las páginas de la prensa para denunciar los «atropellos» de que somos víctimas y olvidamos que partiendo de Jesús mismo (para no ir al Antiguo Testamento y revisar lo que fue la vida de los profetas de Dios) la iglesia ha sido determinada a sufrir atropellos, pisotones, ataques directos o arteros, expulsiones, cárcel e incluso la muerte.
No nos gusta que nos expulsen de un país donde domina una fe diferente de la nuestra. Acudimos a las autoridades civiles y religiosas para que «nos defiendan». Ahora mismo, el Papa acaba de condenar las persecuciones, discriminaciones, actos de violencia e intolerancia contra los cristianos en diferentes partes del mundo. Y, es curioso que Benedicto XVI diga en su declaración que «la violencia no se vence con violencia; que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la esperanza y el testimonio del amor de Dios». Con eso de que la violencia no se vence con la violencia pareciera estarnos diciendo que debemos reaccionar con la mansedumbre con que Jesús reaccionó, que se dejó llevar a la muerte sin siquiera abrir la boca cuando, si hubiese querido, habría pedido al Padre doce legiones de ángeles que sin duda Dios le habría mandado.
Busquémosle el lado positivo a las críticas. Asumamos que el testimonio nos expone a ser criticados, expulsados, atacados y heridos. Aprendamos de Jesús, nuestro paradigma por excelencia quien, cuando pudo haberse defendido, optó por callar.
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