Las pasadas semanas tratamos de Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de Puebla, y de la figura de Lorenzo de Zavala. En el presente artículo veremos a
José María Luis Mora, que nació
el 12 de octubre de 1794, de “una familia muy decente”,(1) en Chamacuero (hoy Comonfort), Guanajuato.
Realiza sus primeros estudios en el Colegio Real de Querétaro, donde recibe “mucho honor entre sus contemporáneos”.(2) Prosigue su preparación académica, a los doce años, en el Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México. San Ildefonso era la “más destacada de las antiguas escuelas de los jesuitas”.(3) Obtiene el grado de bachiller en filosofía en 1807, en teología en 1818 y se doctora en 1820.
La familia de José María pierde su buena posición económica durante el movimiento de Independencia. Su padre ve desvanecerse toda su riqueza al tiempo que los seguidores de Miguel Hidalgo entran a Chamacuero y Celaya. “La familia, antes próspera, empobreció en un día”.(4) A pesar de la desgracia familiar, Mora comparte los ideales independentistas y pugna por la construcción del nuevo país.
Para 1817 Mora es un consumado coleccionista de libros, además se desempeña como bibliotecario en su escuela. Tiempo después “un viajero inglés dijo que Mora contaba con la mejor biblioteca de México”.(5) José María destaca en su generación, ya que
Fue alumno brillante, que después de las disertaciones públicas obtuvo el grado de licenciado en teología sagrada, en 1819 [Lira dice que en 1818]. Poco después comenzó a enseñar en San Ildefonso. Al mismo tiempo, tomó las órdenes sagradas y desempeñó el cargo de diácono en el arzobispado de México. Mora se destacó como predicador y el día de la Ascensión del año 1820 proclamó en la Catedral de México que la verdad de Jesucristo triunfaría sobre la tiranía de los césares y del orgullo filosófico. Hacia 1820, parecía como si Mora se hubiese acomodado perfectamente a la vida religiosa tradicional y académica de la capital colonial.(6)
En 1821 inicia su carrera de periodista político liberal.(7) Ese año, como editor del
Semanario Político y Literario aprueba el triunfo de Agustín de Iturbide. El
Semanario se caracterizaba por ser una publicación moderada “dentro de los principios del liberalismo”.(8) Desde sus primeros artículos Mora defiende la libertad de prensa y se declara contrario a lo enarbolado por
El Farol, de Puebla, que “consideraba dicho principio como una gracia concedida por el soberano”.(9)
Las acciones despóticas de Iturbide llevan a Mora, convencido constitucionalista, a oponerse al régimen imperial, lo que le convierte en perseguido político. Los cambios que suceden a la salida de Iturbide del poder, significan para José María Luis Mora involucrarse en tareas como ser, en 1824, el jefe de la Convención constitucional del estado de México, la entidad más grande y poblada del país ya que “comprendía, además de su territorio actual, al estado que más tarde fue de Morelos, aparte del de Hidalgo, y la mayor parte del de Guerrero”.(10)
En 1827 Mora se convierte en novenario, una rama del llamado partido escocés o logia escocesa. Tanto en la arena política como en el foro periodístico se confronta con Lorenzo de Zavala. El acendrado anti hispanismo de la prensa yorquina, en ella destaca, entre otros medios,
El Correo de la Federación (uno de cuyos redactores era Lorenzo de Zavala) influye para que el 6 de junio de 1827 vea la luz
El Observador de la República Mexicana, “redactado por el doctor José María Luis Mora, Francisco M. Sánchez de Tagle, Manuel Crescencio Rejón y otras notabilidades ligadas al partido escocés”.(11) El epígrafe de la publicación era una frase tomada de los
Annales de Tácito:
Sine ira et studio quorum causas procul habeo (Sin parcialidad ni encono, de lo que estamos muy ajenos).(12)
Los grupos políticos con los que se identificaban José María Luis Mora (escoceses) y Lorenzo de Zavala (yorquinos), mantienen discordancia en el asunto de expulsar a o no a los españoles de México. En torno a este punto se confrontan en el Congreso del estado de México, cuando el 28 de agosto de 1827 el gobernador Zavala da su aval para que el tema sea discutido la tendencia mayoritaria se inclina por la expulsión. Mora se manifiesta contrario a tal medida, sostiene que los españoles que eran a la vez ciudadanos mexicanos tenían la protección del Tratado de Córdoba y del Plan de Iguala, en virtud de los cuales se les otorgaba la “seguridad de no ser molestados en sus personas, derechos y propiedades, e igualdad ante la ley para ser tratados como el resto de los naturales de la República”.(13)
En 1827 los yorquinos controlan tanto el Congreso del Estado de México como el Congreso nacional. Los antecedentes se localizan en septiembre del año anterior, cuando a finales de septiembre 97 electores estatales tienen una reunión en Toluca con el fin de elegir representantes a los nuevos congresos estatal y nacional. El gobernado Zavala y sus partidarios capturan a los electores y maniobran para que el proceso electivo les sea favorable.
A la cabeza de las protestas contra el fraude y los procedimientos ilegales de los yorquinos se encontraba el doctor Mora. Él acude al Congreso nacional y solicita apoyo para que las elecciones del estado de México fuesen anuladas. Señala los que considera excesos autoritarios de quienes prohijaron las acciones en el estado de México. Su intento de revertir el proceso fracasa, en gran parte debido a que sus alegatos tienen por espacio el Congreso nacional, que estaba dominado por los yorquinos.
Los enfrentamientos ideológicos y políticos se agravan cuando con el pleno apoyo de los yorquinos, el 20 de diciembre de 1827 se decreta la ley de expulsión de los españoles. Tres días después los escoceses hacen público el llamado Plan Montaño, en el que “pedían la abolición de las sociedades secretas, la renovación del Ministerio, la expulsión del ministro plenipotenciario angloamericano Poinsett [por considerar que era un aliado de los yorquinos] y el cumplimiento de la Constitución y las leyes vigentes”.(14)
Una parte de los partidarios del Plan Montaño, con el vicepresidente Nicolás Bravo al frente, se subleva y el gobierno designa al general Vicente Guerrero para combatirlos. El 6 de enero de 1828, con una fuerza de tres mil combatientes, Guerrero controla a los quinientos rebeldes. A contracorriente de lo establecido por las leyes en casos de sublevación (la pena de muerte), el presidente Guadalupe Victoria propone al Congreso el destierro de los generales Bravo y Miguel Barragán. Ambos salen de Acapulco y se embarcan hacia Colombia, país elegido por ellos para cumplir la condena.
Tras la derrota de Nicolás Bravo el partido escocés queda debilitado y su contraparte, los yorquinos, dominan el escenario político. Estos últimos se dividen en el apoyo a los candidatos por la presidencia de la República, por un lado Vicente Guerrero y en el otro Manuel Gómez Pedraza. Sobre el desenlace del enfrentamiento nos hemos ocupado antes, en la sección “El convulsionado contexto social y político de México entre 1827 y 1830”. En lo que respecta a Mora, él, como otros escoceses, tuvieron simpatía por Gómez Pedraza, ya que coincidían en su pretensión de gobernar moderadamente y en contraposición a las posiciones de los yorquinos más radicales.
En diciembre de 1829 el vicepresidente Anastasio Bustamante se levanta en armas contra la presidencia de Vicente Guerrero. La sublevación despierta variadas reacciones. Mora desde las páginas del Observador de la República Mexicana, que había dejado de circular a principios de 1828 y reinicia su publicación en marzo de 1830, se declara entusiasta partidario de Bustamante, cuyo movimiento era “protector de la Constitución y las leyes”. Su actitud es resultado de que él “estaba convencido de que no se trataba de otro golpe político, sino más bien de una verdadera restauración de las leyes”.(15)
En una evaluación que realiza Mora en los primeros meses de 1830 sobre “las principales causas de los males de la República, enteramente extrañas al sistema federativo”,(16) sostiene que el reiterado incumplimiento de las leyes, el partidismo, el dominio de los caudillos, la impunidad y el infringir “impunemente las leyes protectoras de la seguridad individual”, tienen frustrado el progreso del país. También hace un señalamiento sobre funcionarios públicos que “han abusado de los caudales públicos convirtiéndolos en provecho propio”, entre ellos Lorenzo de Zavala.
El rumbo político elegido por el presidente Bustamante desencanta al doctor Mora de su entusiasmo inicial. La línea de los principios gubernamentales era muy distinta a la expectativa de Mora. Éste anhelaba el progreso liberal de la nación, y que disminuyera el control del conservadurismo eclesiástico católico en las políticas del gobierno. En una misiva que le envía a James Thomson, fechada el 6 de noviembre de 1830, le da a conocer el estado de las cosas en el país: “Desde que escribí a usted la última vez, los asuntos públicos se han hecho peores que nunca, pues el gobierno se ha declarado en favor de todas las pretensiones del clero”.(17)
Lo anterior es confiado a Thomson en la calidad de Mora como representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, cargo que le había delegado James Thomson a su salida del país. Es necesario recordar que el agente escocés de la SBBE tiene la confianza de cederle la representación al doctor Mora por el manifiesto interés mostrado por éste hacia la organización desde que ambos se conocieron en septiembre de 1827. Del inicial encuentro con Mora deja constancia Thomson en carta a la SBBE, fechada el día 22 del mes y año antes mencionados.
1) Andrés Lira, 1984: 21.
2) Ibid, p. 22.
3) Charles A. Hale, 1980: 74.
4) Andrés Lira, 1984: 22
5) Charles A. Hale, 1980: 75.
6) Charles A. Hale, 1980: 74.
7) Ibid.
8) María del Carmen Ruiz, 1980: 133.
9) Ibid.
10) Charles A. Hale, 1980: 87.
11) María del Carmen Ruiz, 1980: 140.
12) Castro y Curiel, 2000: 299.
13) Charles A. Hale, 1980: 103; texto del Plan de Iguala (24 de febrero de 1821) y de los Tratados de Córdoba (24 de agosto de 1821), en Ernesto de la Torre Villar, 1974: 145-148 y 151-154.
14) Romeo Flores Caballero, 2009: 181.
15) Charles A. Hale, 1980: 107.
16) En un artículo publicado en el Observador de la República Mexicana, “Ensayo filosófico sobre nuestra revolución constitucional”, 3 de marzo de 1830.
17) Pedro Gringoire, 1963: 23.
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