Memoria vital: Luis de Usoz

El desarrollo de su visión y trabajo para el bien de España con la recuperación de las obras de los reformadores españoles del XVI es reflexión obligada para todos nosotros. De manera oportuna también para, con las variables que sean necesarias, el bien de los países de Latinoamérica (en tantos aspectos reflejados en el contexto español de esa época).

Las apreciaciones de Menéndez Pelayo (un punto jocosas) proporcionan un buen acercamiento al personaje Usoz. Nos dice que si alguien creyera en las reencarnaciones, Antonio del Corro y Constantino Ponce de la Fuente estarían ahora activos en la figura de Usoz; no está mal el dato. Desde luego lo animaba el mismo Espíritu. También lo saca de las torcidas motivaciones que le asigna a cualquiera que, siendo español, renunciara al romanismo: dinero o mujer. Pues estaba felizmente casado, y en cuanto a dineros, no lo buscaba en el protestantismo, sino que lo ofreció generosamente. ¿Qué le quedaba para justificar tal actividad y dedicación? Un recurso hilarante; lo mismo que nuestro buen Quijote, Usoz habría descalabrado su razón por la lectura de sus “libros viejos” y que “quería hacer a España protestante según esos libros”.

Estando a su lado por medio de las 129 cartas publicadas, nos encontramos con una persona ejemplar, amante de la libertad y trabajador para proporcionarla a los demás. Un hombre ético, honrado, trabajador y honesto por y para la historia.

Rechaza plenamente el adorno de los hechos para adecuarlos a los fines propios, aunque éstos fueren muy valiosos. “… Había supresiones notables, hechas sin duda con el deseo de favorecer a la Reforma religiosa, pero que no admito, porque prefiero ser editor fiel de los libros antiguos, y no corregirlos apasionadamente” (carta 112). “En lo que escriba, hablaré poco; reimprimiré con integridad, daré mi parecer sobre lo que vaya reimprimiendo, hasta cierto punto, no más” (carta 75).

Incluso requería que las copias manuscritas que le enviaban de Inglaterra incluyeran las erratas. Lo dicho, un hombre ejemplar. “Porque no es mi primer objeto el aspirar a escritor o literato. La exactitud sí es para mí cualidad indispensable en cualquier obra. La verdad es la belleza y la nobleza real de un escrito” (carta 68). ¡El espíritu de Corro y Constantino! El espíritu de nuestra Reforma española, ¿tan lejos?

No quiero que esto se convierta en una reseña del libro. Sólo un aviso de su importancia.

Termino con dos apreciaciones: la primera, ¡qué gran deseo de que el pueblo evangélico, de aquí y de Latinoamérica, reflexione sobre los valores (ahora que tanto se habla de eso) que la persona y el trabajo de Usoz nos muestran!

La segunda, que la seriedad y rigor de Usoz en el trato de la historia está a la par con la desarrollada por los autores del trabajo que se edita. Juan B. Vilar y Mar Vilar nos ponen delante una dedicación de años, modélica, para que podamos compartir la pasión por la libertad.

Libertad con la verdad; con la verdad, la libertad.