El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las fuerzas de la naturaleza no pueden explicar el origen del fototropismo ni de las propias plantas.
Los argumentos de antaño contra el diseño de los seres vivos no pueden ser empleados hoy con propiedad contra la teoría científica del diseño inteligente.
La probabilidad de obtener por casualidad una sencilla proteína de tan sólo cien aminoácidos es exactamente una entre veinte elevado a cien.
“No hay absolutamente ningún problema en combinar una carrera científica con ser creyente”, dice el paleontólogo inglés Simon Conway- Morris.
Muchos interrogantes planteados por disciplinas como la bioquímica, citología, genética o incluso paleontología, para los cuales el paradigma darwinista carece de soluciones satisfactorias, hallan explicación en la teoría del diseño.
La historia de la ciencia es pródiga en ejemplos de flagrantes injusticias cometidas por los científicos dominantes contra aquellos que sostenían teorías contrarias.
El Diseño inteligente, a diferencia del creacionismo científico, no pretende responder a la cuestión de quién es la inteligencia diseñadora o de dónde sacó la energía necesaria para diseñar el universo.
Ni la fe ni el ateísmo dependen de la inteligencia humana. Pese a la idea que difunde el lobby ateo-materialista, todo indica que no hay relación alguna entre religión e inteligencia.
“El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana” opina el físico Stephen Hawking.
Joaquín Márquez, pastor y psicopedagogo, explica la relación entre el intelecto y las emociones, repasando ejemplos bíblicos y lo que las Escrituras nos pueden enseñar sobre ello. Una entrevista de Beatriz Garrido.
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