El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jesús es la afirmación del ser en su más alto valor, no importa condición, edad o sexo. El valor de los niños es tan grande que Jesús dice que de ellos es el Reino de Dios.
¿Podrá la ciencia dar una explicación del origen del universo, sin necesidad de Dios?
Hay aspectos de la rutina de Cristiano Ronaldo que de seguro le hubieran interesado mucho al Apóstol Pablo.
Quizás dedicamos muy poco tiempo para analizar el impacto liberador que tiene nuestro mensaje.
Nuestra posición no es oponernos a la Navidad, sino llenarla de sentido, es reorientarla y enfatizar en actitud festiva su verdadera sustancia y razón.
Es lamentable que no estemos quedando con los peces, cuando el Señor no está dando más.
Ninguno de los discípulos creía que Jesús iba a resucitar. Pero los mismos que al principio se escondieron, cuando le vieron, llegaron a dar su vida por contarlo.
En la iglesia del Señor hay un elemento trascendente, sobrenatural, pero al mismo tiempo muy personal.
El misionero es un recuerdo cada vez más borroso en la memoria colectiva evangélica.
La salvación está basada en lo que Dios ha dicho y en lo que Dios ha hecho a través de Jesucristo.
Dejó de ser, en algún sentido, sal y luz de la tierra y pasó a ser parte del poderoso engranaje de la industria de la diversión y el entretenimiento.
La obra salvadora de Dios es completa, no requiere ayuda.
Nos han programado solo para trabajar y estamos siempre empeñados en “aprovechar el tiempo”.
Cuando se citan entre nosotros las mujeres más sobresalientes de la Biblia, María queda en el olvido.
El cuidado de la creación es una expresión de nuestra adoración a Dios en respuesta a su maravilloso plan de redención por medio de Jesucristo.
El mérito de Martin Lutero fue poner la Escritura en el centro del debate de su época.
La misión implica proclamar el mensaje y hacer gestos concretos de solidaridad con el necesitado.
Muchas de nuestras iglesias continúan entrampadas en disputas intrascendentes.
Cuando observamos la maldad sin más perspectiva que nuestras propias posibilidades, nos arropa el desaliento.
La paz tuvo poco espacio en su vida interior convulsionada e inestable.
El Señor quiere que recordemos su sufrimiento, pero no con ánimo de lamento sino con espíritu de liberación.
En este afán no alcanzamos diferenciar lo urgente de lo importante y perdemos la perspectiva de logros de mayor trascendencia.
Uno rey y otro presidente, dos posiciones de poder que tienen altura y alcance similares.
Muchos predicadores hoy están más atentos a los efectos que pueda generar su participación, que a la Biblia que es la fuente primaria que debe nutrir el púlpito.
Si solo celebramos una salvación personalista, individualizada y excluyente, esto se notará en nuestros servicios de adoración.
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