El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La humanidad del nuevo milenio quiere contemplar el mundo desde la altura de la religión. Sin perspectiva religiosa la vida se emponzoña desde la cuna del niño.
Demostró, en sus escritos y en su vida, poseer un defecto común a la casi generalidad de los escritores españoles: apartarse de Dios como consecuencia del desengaño sufrido en la religión en que nacieron.
Rápidamente propagado por todo el mundo entonces conocido, el Cristianismo marcó una nueva fase en lo moral, en lo religioso y en lo espiritual de la humanidad.
Fue absolutamente fiel a la Iglesia católica, con una fidelidad sin condiciones. Así lo refleja el párrafo final que escribe en el tomo primero de los Heterodoxos Españoles.
La Europa de Occidente no está en condiciones espirituales de librar al Este de sus reminiscencias ideológicas.
El escritor llegó al ateísmo por el camino del anticlericalismo y a éste por la decepción religiosa, por el desencantamiento de los principios religiosos que desde niño le habían enseñado.
El 4 de enero de 1849, este alto funcionrio real y pollítico pronunció en el Parlamento un sensacional discurso sobre la Biblia.
Los personajes de su teatro son seres en permanente conflicto, que no saben qué hacer con la vida.
De algunas ciudades de España y también de otros países me han llegado reacciones a mi artículo publicado en “Protestante Digital” el pasado 8 de marzo.
Los tres poemas de este libro demuestran la fuerza sugestiva de la belleza y el itinerario del hombre moderno hacia Dios.
Tanto del Este como del Oeste aumentan los fanatismos y la intolerancia en el seno de las religiones.
¡El alma del protestantismo español tampoco ha sido vencida, a pesar de contrarreformas, inquisiciones, persecuciones, intolerancias y desprecios!
Los hedonistas afirman que el hombre está sometido a la soberanía del instante. De aquí que excluyan toda moderación en la búsqueda del placer.
La razón es incapaz de concebir a Dios en toda su plenitud. Una fe sencilla, llena de sorpresas, como la del Principito, es la que nos introduce al reino invisible.
Si hay algo más importante que sanar, hacer milagros, profetizar, discernir, hablar en lenguas o interpretarlas es vivir en amor, vivir para el amor, vivir amando.
Yo no creo que Mark Twain fuese ateo. Sus malos recuerdos de la iglesia calvinista a la que iba de pequeño le hacen decir: "Si Jesucristo estuviera aquí ahora, hay una cosa que no sería; cristiano".
El sacerdote y catedrático de Patrología en la Universidad italiana de Turín, Pier Angelo Gramaglia, ha publicado un importante estudio sobre este asunto.
En las novelas de Kundera el rostro del amor aparece en todas partes, no hay libro en el que no se descubra su retrato.
A Timoteo le previene que nadie tenga en poco su juventud. La España evangélica de hoy necesita jóvenes que den sentido activo a su generación.
En algunas de sus obras más destacadas abundan sus creencias, en las que se confunden el ser y la apariencia, la mentira y la verdad, el bien y el mal.
La idea de este escrito ha surgido en mí como consecuencia del último -en una amplia lista- desastre de iglesia dividida del que he tenido noticia.
Fue un gran escritor. Un narrador excepcional. Culto en muchas materias. Conocía la Biblia tan bien como los clásicos rusos, a los que leía continuamente. Pero esa chispa o llama de la fe que transforma al ser humano nunca prendió en su corazón.
La libertad que Dios ha concedido al hombre es de una magnitud tal, que puede disponer de su vida como le plazca.
Esta novela constituye una sátira demoledora contra las utopías del hombre.
Individuos como Charles Manson son una clara muestra del poder que hoy está ejerciendo el diablo.
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