El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
— ¡Cuántos en el futuro desearán tener esa oportunidad que desaprovechaste! Aquella petición que te habría reconciliado con Dios Padre. Un cuento de Antonio Cárdenas.
- Pero, cariño, he prometido amarte siempre y te ha de bastar mi palabra. - Si de verdad me quieres no te habría de importar someterte a esta operación. Un cuento de Antonio Cárdenas.
"—Pasaréis un año de prueba antes de ser llamados discípulos míos". Un cuento de Antonio Cárdenas.
"El cristal de la balconera estaba agrietado, pero no se cambiaba porque todavía separaba el interior del exterior...". Un cuento de Antonio Cárdenas.
Mira, todo lo que ves a tu alrededor lo ha creado Dios nuestro Señor. Dale siempre gracias.
Nos levantaremos e iremos a nuestros hijos y les diremos: hijitos nuestros, lo sentimos mucho, nos hemos equivocado. Ya no somos dignos de ser llamados vuestros padres.
Aunque siempre salíamos con las manos vacías, los dependientes quedaban con mejor disposición para atender la masa de gente que llegaba tras nosotros.
De todas las posibles soluciones que se barajaron la más viable, según los medios de que disponían, era que un soldado se adentrase en el monte y arriesgase su vida.
El reino de los cielos es semejante al Tribunal Internacional que quiso hacer cuentas con las naciones.
Creyó que Isaac habría hecho alguna de las suyas. Ya comenzaba a manifestar las primeras travesuras pero nunca había encontrado en ese estado de excitación a su mujer.
El propio presidente Obama se ofreció como evangelista y se desplazó hasta la selva con su Air Force One.
"Me he dicho 'voy a pedir hora a mi médico'. Pero claro, yo no me había planteado que tenía que venir con algún mal. Creo que mi mal es venir aquí, por decirlo de algún modo".
"Se acabó la policía, los jueces, las cárceles, los correccionales, la educación moral, las leyes… todo ello se ha vuelto innecesario. ¿Por qué?". Un nuevo cuento de Antonio Cárdenas.
Entonces vino un adolescente y le dijo: maestro bueno, ¿qué bien haré para ser considerado adulto? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.
El corderito más feliz del redil era Gregario. Pastaba durante el día bajo la atenta mirada de su pastor que se desvivía tanto por él como por todo el rebaño. Eso sí, lo que llevaba peor era tener que encerrarse bajo llave cada noche en aquel pesebre tan angosto.
"Oye, ¿te has enterado que van a producir unos psicotrópicos que dejan el aliento de quienes los consumen con olor a ajo?".
Parecía que, por fin, ateos y creyentes iban a hacer un esfuerzo por entenderse. Se programó un encuentro mundial en que cada una de las partes iba a ceder en todo menos en lo que considerasen verdaderamente fundamental. De los parlamentos de ambos extraemos un resumen.
Érase una vez una tribu del África en la que los varones se dedicaban por entero a la guerra. Como resultado de ello la población mermó cuantiosamente y las mujeres debían ocuparse de las tareas de cultivo y crianza de animales, además de cuidar hijos, ancianos y enfermos...
Érase una vez un mundo donde vivían separados hombres buenos y hombres malos. Los buenos se ayudaban entre sí según los principios del amor y la solidaridad, no les faltaba comida, abrigo, vivienda, educación ni medicina. El motor social funcionaba lubricado a la perfección por los buenos deseos de unos con otros. Cosa que no sucedía en la comunidad de malos.
Dos vocaciones bien distintas marcadas prematuramente. A Álvaro le bastó la exclamación de su padre “¡vete a cultivar champiñones!” para dedicarse a ello de por vida. Mientras que su hermano Jarco tuvo claro que sería misionero...
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