El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Al salir de la consulta, Frasquito quedó plenamente satisfecho de las explicaciones científicas que le dio el doctor.
Cuando afronté aquel severo régimen alimenticio me sirvieron en sus casas menús hipocalóricos.
Nada explica un cambio de conducta tan repentino, aunque lo tenía por una persona pacífica.
Al día siguiente, mientras se preparaba el desayuno escuchó las noticias por la radio.
Aunque todo ocurrió en sueños, nada le pareció tan real como aquella experiencia onírica.
La monotonía le proporcionaba cierta estabilidad, hasta que un día se vio forzado a ir al dentista.
—Mirad las marcas de mi cuello aún sangrantes. Me arrebató con sus colmillos y casi me ahoga, pero me devolvió la vida.
Un cuento de Antonio Cárdenas.
— ¿Te consideras superior a mí a pesar de que fuimos formados por el mismo Hacedor?— dijo la col.
Enfundado en una chilaba, cabeza envuelta con turbante, Rachid nos guiaba por las calles de Esauira unos metros por delante, camino del puerto.
Un cuento de Antonio Cárdenas.
Un cuento de Antonio Cárdenas.
Ciertamente era muy improbable que lloviese en el desierto.
—Ya está. ¿Qué te parece si hacemos de policías de la conducta?
“No todos los días tiene uno la suerte de encontrarse con una de esas “ovejas” que no saben que lo son”.
Y entonces, ¿yo qué soy? ¿Bueno o malo?
Un cuento de Antonio Cárdenas.
Un cuento de Anonio Cárdenas.
El convencer del Espíritu es una tarea interna, reflexiva, sin tensión, asentida en ausencia de señaladores. Ahí no podemos entrar.
—Ni el puñal ni el misil pueden algo en sí mismos, pero sí la dependencia completa en nuestro Jefe. Dejadle hacer a Él.
¿Sobreprotegido… o quizá sobreexpuesto?
La finalidad del trabajo debería ser garantizar el sustento de todos, y no un medio para el lucro de unos pocos.
Juan—¿Ahora nos revelas al traidor, después de compartir con él tantas cosas durante tres años?
Maestro—Hasta el final no lo he dado por perdido.
La inversión en tiempo y gasolina la daba por bien empleada este fiel creyente si conseguía mayor prestigio entre el resto de la comunidad de creyentes.
Sobre muchos cristianos jóvenes de mi tiempo se “vertieron” cosas más bien propias de un vertedero.
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