El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Esta solución catastrofista la venían proponiendo los creacionistas con su referencia al diluvio universal. Y la paleontología no tuvo más remedio que darles la razón en este sentido.
Mientras se produce todo este despliegue de sensibilidad hacia los animales, existe, a la vez, todo un silencio de insensibilidad e indiferencia hacia aquellos seres humanos que, en proceso de nacer, están abocados al exterminio. Cien mil al año en España.
¿Es que, acaso, la naturaleza piensa? Yo creo que, más bien, alguien diseñó inteligentemente toda la naturaleza.
Con sólo posarse sobre los pétalos de una flor saben si ésta es tóxica o, por el contrario, puede servirles de alimento.
Algunos científicos dicen que nunca hubo un Dios, se salen de lo estrictamente científico y malinterpretan tanto a Dios como a lo que significa “crear”.
Un cúmulo de indicios que apuntan hacia la existencia de un Dios personal creador y estructurador del mundo.
¡Hemos de aprender a desarrollar más recursos espirituales para vivir en un mundo repleto de tiburones escépticos y malvados!
La actitud ingenua de los pequeños peces, que se olvidan de la buena costumbre de huir prudentemente, me hace pensar en la vida cristiana.
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