El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El diseño no implica necesariamente recurrir a la existencia de los milagros, ni tiene nada que ver con la religión, sino que es susceptible de verificación científica y, por tanto, debe formar parte de la ciencia.
¿Cómo aparecieron juntos todos los ingredientes, constantes y fuerzas necesarios, en el momento oportuno y en la medida adecuada, para producir un universo capaz de albergar la vida? Sólo se han dado dos respuestas: azar o diseño.
Necesitamos pensar teodiceas más elaboradas que satisfagan las difíciles preguntas formuladas por el hombre de hoy.
Creer que uno tiene la verdad absoluta en estos resbaladizos asuntos es, cuanto menos, un pretensión poco humilde.
Según la interpretación del Dr. Hugh Ross, el relato de la creación contenido en el Antiguo Testamento encaja con lo que vemos en la naturaleza.
Aunque el propósito de la Escritura es eminentemente teológico, esto no significa que sus afirmaciones fundamentales, cuando se refieren a los orígenes, sean erróneas.
Muchos interrogantes planteados por disciplinas como la bioquímica, citología, genética o incluso paleontología, para los cuales el paradigma darwinista carece de soluciones satisfactorias, hallan explicación en la teoría del diseño.
La historia de la ciencia es pródiga en ejemplos de flagrantes injusticias cometidas por los científicos dominantes contra aquellos que sostenían teorías contrarias.
El Diseño inteligente, a diferencia del creacionismo científico, no pretende responder a la cuestión de quién es la inteligencia diseñadora o de dónde sacó la energía necesaria para diseñar el universo.
¿Comete el Diseño inteligente el error de apelar al dios tapagujeros con el fin de explicar las lagunas del conocimiento científico?
Cuando un científico utiliza el argumento del mal contra el diseño inteligente de los seres vivos, está inmediatamente abandonando la ciencia para adentrarse en las aguas de la filosofía y la teología.
Creo que el naturalismo metodológico ha llegado a ser hoy una mala filosofía para explicar los orígenes.
La labor de la ciencia no tiene por qué paralizarse porque se acepte la creencia en un Dios creador.
Mahoma se distingue de Jesús, entre otras muchas cosas, porque no repudió el uso de la violencia sino que aceptó la guerra santa o yihad.
En este tercer milenio no va a ser posible ser cristiano, sin serlo radical y apasionadamente.
La experiencia de la migración no tiene por qué ser necesariamente el factor fundamental del fracaso escolar y personal.
Hay un sentimiento de rechazo en Europa entre quienes temen estar siendo invadidos silenciosamente por un ejército de inmigrantes con idiomas, creencias y culturas diferentes a la suya.
José, su esposa María y el pequeño Jesús sufren las condiciones dramáticas de los prófugos, los desterrados, los emigrantes que tienen que dejar su casa, su tierra y su cultura para poder sobrevivir.
El Magnificat de María es uno de los textos más subversivos de la historia. En él se presentan tres grandes revoluciones de Dios.
La transparencia obligatoria y la exigencia de responsabilidades puede ayudar a combatir la corrupción, pero lo fundamental será siempre la honestidad individual.
Cuesta mucho esfuerzo construir la democracia representativa, y ahora la gente sigue confiando en ella pero no en los encargados de administrarla.
¿Por qué existe algo en vez de nada? Esta pregunta no puede responderse desde la ciencia pero, ¿puede hacerse desde la filosofía? El Dr. William Lane Craig cree que sí.
A raíz de los últimos descubrimientos, la existencia del universo físico como muestra de la existencia de Dios es un buen argumento inductivo.
El dominio globalizador es precisamente el germen de tanto nacionalismo contemporáneo.
Entender a Dios como una simple causa finita y considerarlo como cualquier otra hipótesis es reducir equivocadamente su infinito misterio.
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