El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Seguramente tenemos una clara identidad reconocible, y por lo tanto somos típicos, pero nunca tópicos.
El debate no es nuevo, ni exclusivo de España: regular la ofensa es algo sobre lo que no es sencillo trazar una línea divisoria absoluta.
Conocemos en España significativos casos de militantes de partidos de izquierda acosados o expulsados por su “ideología moral conservadora”.
Podríamos hacer una parábola de la frase de Jesús cuando dijo “si estos callasen, las piedras hablarían”.
Es un estado mental en que permanecemos pasivos ante los sucesos de la vida, desarrollando una rutina sin sobresaltos ni riesgos.
Los tiempos y las formas cambian, pero el corazón totalitario del ser humano sigue siendo el mismo.
Nuestra humanidad vive una noche cada vez más oscura y gélida.
Mirando las bases de la Reforma, tan celebrada este año, vemos que el bosque de la vida real llega a ocultar el camino de algunos aspectos básicos de la misma.
Sea cual sea el resultado del juicio, lo único que estimula es a no denunciar cuando alguna mujer sea violada, para no pasar una doble humillación: la vejación sexual y el espectáculo público.
¿Qué es lo que dirían Martín Lutero y los demás reformadores, al ver las corrientes que recorren a quienes aseguran creer la Palabra de Dios pero niegan los fundamentos más básicos de la misma?
La responsabilidad de los medios de comunicación (televisión, radio, prensa escrita o digital) es muy alta en un ambiente como el actual en España.
Los artículos de Roberto Velert y Febe Jordà sobre la situación en Cataluña han motivado reacciones extremas.
En los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda carne: vuestros hijos e hijas hablarán inspirados por mí; vuestros jóvenes tendrán revelaciones y vuestros ancianos soñarán cosas extraordinarias.
Un histórico agravio tras las tragedias que ha vivido España han sido los funerales de Estado, actos en memoria de los fallecidos unidos a una expresión de trascendencia y/o espiritualidad.
Sentimos los pasos de las decenas de víctimas de la furgoneta asesina como si fueran los nuestros, porque por allí hemos pasado y pisado.
Queremos señalar algunos principios de la Reforma y los reformadores que deberíamos volver a aplicar como fermento de los valores que impulsaron aquella revolución.
Uno de los puntos más conflictivos de la nueva Ley es crear un órgano político, la Agencia Estatal de derechos LGTBI, que gestione la promoción de la ideología de género.
La orientación sexual es un aspecto y opción individual, como la orientación religiosa o política, y nunca debe ser una idea totalitaria que castigue o niegue sus derechos y libertades fundamentales a quien piense diferente.
En este tiempo de la posverdad lo que importa no es la realidad de las posturas, principios o ética personal o institucional. Sólo la apariencia de imagen con los intereses que hay detrás de ella.
Convertir en objeto de ira y caricatura a quien no piensa como yo sí que es una cultura del odio.
“Nada es verdad ni mentira, depende del color del cristal con que se mira”.
A menudo cuando se habla de Jesús, de cristianismo, se piensa en algo cultural, o de sentimientos profundos, o un estilo concreto de vida.
España desde los Reyes Católicos hasta hoy sólo sabe expulsar, acabar con el disidente del pensamiento del poder. La ideología de género, igual.
Cuando informamos de hechos relevantes o estamos “con” o “contra” Trump. Es interesante que nos acusan de ambas cosas a la vez, lo cual nos consuela, aunque sea incoherente.
La Iglesia, la de Dios, está más allá de organizaciones e instituciones. Hay Iglesia en muchas instituciones y ninguna institución es la Iglesia.
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