El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La “falsa oruga del rosal” es una especie de avispa, cuyas larvas se alimentan de las hojas de diversas especies de rosales.
¿No es lógico pensar que nuestras mentes finitas evidencian la existencia de una mente superior que las creó?
En la Biblia, las perlas son símbolo de cosas valiosas que merece la pena conservar pero, a la vez, se enseña que existen características humanas más importantes.
Después de casi cincuenta años de manipulación genética, parece que el riesgo no es tan grande como antes se pensaba.
La palabra que se usa para perdíz significa literalmente “el que llama”, aludiendo a su canto, y se menciona sólo dos veces en la Biblia (1 S. 26:20 y Jer. 17:11).
Desde los supercúmulos de galaxias hasta la propia Tierra, todo evidencia cuidado y protección hacia la especie humana.
El pepino armenio no es un verdadero pepino, pero muy probablemente es el fruto al que se refiere la Escritura en Nm. 11:5 e Is. 1:8.
Si se compara el texto completo del ADN humano con el del simio, los parecidos son notablemente inferiores. De entrada, ni siquiera tenemos el mismo número de cromosomas.
Los pelícanos han sido objeto de una profunda simbología espiritual ya que se les ha relacionado con el amor materno, la solidaridad y la caridad cristiana.
Los divulgadores y la gente común continúan creyendo y enseñando principios, por medio de los libros de texto, que fueron descartados hace ya tiempo por los expertos en evolución.
Los bellos ocelos policromos de la cola del pavo real simbolizaban, para los antiguos, el ojo de Dios que todo lo ve.
Al abandonar la idea de un creador sabio, providente y misericordioso, la ciencia se ha vuelto impersonal, inhumana, injusta y se ha convertido a su vez en un auténtico ídolo.
La mesa del rey Salomón estaba surtida de abundantes manjares excelentes, entre los figuraban los patos engordados.
Ni la vida ni los ecosistemas naturales existirían sin esta extraordinaria reacción química que viene ocurriendo silenciosamente desde los orígenes.
En el salmo 23, Dios, como un buen pastor, dirige a su rebaño hacia praderas verdes regadas por abundante agua.
No existen tantas evidencias de la evolución como la gente suele creer. El creador podría haberlo hecho todo a partir de la nada repentinamente, o bien por medio de la creación de tipos básicos de organismos que poco a poco se diversificaran por microevolución.
Los griegos empezaron a llamar “biblía” a los rollos de papiro y de ahí viene el nombre de las Sagradas Escrituras.
¿Acaso el raciocinio humano no puede ir de la mano de la esperanza teísta?
La paloma es el ave más mencionada en la Biblia. Su simbolismo alcanza su máxima expresión al identificarla con el Espíritu Santo.
Hay que admitir la creación como un principio necesario e irrefutable. Por mucho que esta conclusión pueda desagradar a algunos, lo cierto es que la ciencia actual asume que el universo no ha existido siempre.
Algunas mujeres de la Biblia recibían el nombre de palmera (thamar), que significaba esbeltez, prodigalidad o abundancia de frutos.
La compleja arquitectura de las plumas aviares, así como las alas, pulmones, cerebro o el aparato circulatorio de estos vertebrados voladores evidencian un elevado diseño aerodinámico.
En la Biblia únicamente se clasifica a las aves es dos grandes grupos: puras e impuras.
La validez actual del principio de conservación de la masa-energía no tiene que ver tanto con la eternidad de la energía sino con las transformaciones que ésta experimenta en el mundo.
En la Biblia se menciona la paja como símbolo de la inconsistencia humana, ejemplo de destrucción de los malvados y para condenar los juicios sobre los hermanos.
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