El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Delante de Dios, todos y cada uno de sus hijos somos especiales.
Una lección de vida: si hay alguien necesitado a nuestro lado, debemos preocuparnos por él.
Nuestra vida sería diferente si la gente nos comprendiese más y si nosotros hiciéramos un esfuerzo por comprender más a los que nos rodean.
Aunque Jesús fue muy claro al respecto, nos gusta mucho más el dinero de lo que pensamos.
En muchas ocasiones, lo que pensamos determina lo que ocurre en la vida.
El encuentro de Jesús con un joven rico nos hace pensar en cuáles deben ser las prioridades en la vida.
Nunca nos debe preocupar lo que nuestros enemigos digan, sean quienes sean, no importan sus nombres.
Tener sentido en la vida significa vivir disfrutando cada momento, siendo como uno es, quizás en muchas ocasiones siendo una persona de lo más normal.
Somos sal y luz: ambas se dan, pero también se gastan; ambas potencian la belleza de Jesús.
El secreto de la asistencia no es otro que el saber trabajar para los demás aunque ellos sean los que se lleven el honor de conseguir los puntos.
Jesús enseña varias lecciones fundamentales para nuestra vida en la parábola del sembrador.
Aunque a su alrededor las personas le mandaban callarse, Jesús escuchó el clamor de un ciego.
Desgraciadamente, seguimos alimentando el odio y rechazando a otros porque no son como nosotros.
Jesús no sólo enseñaba para convencer, sino para dar vida. Mostró que se preocupaba por cada persona en particular.
Si es difícil encontrar respuestas para las preguntas normales de la vida, mucho más lo es si queremos conocer lo que hay más allá de la muerte.
Jesús restauró la salud y la imagen social de una mujer enferma y despreciada.
Dejar de ser niño es una de las peores decisiones que tomamos en la vida.
El encuentro de Jesús y la mujer de Samaria nos muestra su corazón, cerca de los que sufren.
Las cosas sencillas llaman a nuestra puerta todos los días de nuestra vida, y nosotros decidimos ocuparnos de ellas o no.
¿Te imaginas a una de las personas más importantes de tu ciudad subiéndose a un árbol para ver a Jesús?
El desaliento suele ser nuestro mayor enemigo, todos lo hemos sentido docenas de veces en nuestra vida. No merece la pena caer en el desánimo.
¿En quién vas a confiar? ¿En ti mismo, en otras personas, o en Jesús?
Si nos volvemos al Creador encontramos la razón por la que fuimos creados.
¿Qué pensaría Simón de Cirene al llevar la cruz de Jesús? Fue obligado a hacerlo, pero lo más importante es que cambió su vida.
Si eres un hijo o una hija de Dios, ¡Disfruta de lo que eres! Llevas contigo la imagen de tu Padre. Él es tu Dios, ¡El dueño del Universo!
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