Voy a hacer una lista de…

¿Quiénes han sido los mejores jugadores de la historia del baloncesto? ¿Podrías decir algunos nombres? Te ayudo: Pete Maravich, Julius Erving, Michael Jordan, Wilt Chamberlain, y Bill Russell. Imagínate un cinco inicial formado por ellos y tú eres su entrenador. (¿Necesitarían entrenador? ¡Más bien creo que no!). Te dejo escoger los otros cinco, los suplentes, para que tengas un equipo completo. Nadie podría ganarles. 

Puede parecer un juego, pero eso de pensar en los diez mejores puede ayudarnos mucho si lo aplicamos a nuestra vida personal. ¿Quieres seguir haciendo listas? Te dejo unos minutos para ver si recuerdas a las diez personas más ricas del mundo. Unos minutos más para que escribas en un papel diez premios Nobel, y diez primeros ministros o presidentes en todo el mundo actualmente. Estoy pidiéndote que recuerdes a las personas que son consideradas como más importantes en la sociedad actual. Déjame que te diga un pequeño secreto: pueden parecer muy importantes, pero no lo son tanto para ti y para mí. Casi seguro que ninguno de ellos te conoce ni hace nada que pueda ayudarte directamente. 

Ahora vamos a escribir una lista completamente diferente: anota en un papel diez experiencias felices en tu vida. Escribe diez situaciones en las que hayas visto como Dios te ha ayudado en los últimos años. Recuerda a gente realmente importante: anota diez miembros de tu familia; diez buenos amigos, diez personas que están cerca de ti y te ayudan. Haz una lista de las personas que vendrían a tu funeral. 

Te estarás preguntando adónde quiero llegar, la respuesta es muy sencilla: solo quiero que pares por un momento y te hagas algunas preguntas. ¿A quién y a qué estoy dedicando mi tiempo? ¿A los líderes de los medios de comunicación y a las personas que salen por la tele? ¿A los más ricos del mundo? ¿A lo que dicen los líderes sociales o políticos? ¿Cuál es el valor que ellos tienen para mí? Cualquier cosa que hagan no tiene mucho que ver con nuestra vida. 

Si quieres regalar tu tiempo a alguien, hazlo con tu familia, con tus amigos, con los que tienes cerca… Comparte tus sentimientos y tus frustraciones con las personas a las que puedes ayudar y que te ayudan a ti. No pierdas lo más valioso que tienes viendo lo que te dicen personas a los que no conoces ni te conocen a ti. No quieras ser como ellos. Muy pocos son verdaderamente buenos ejemplos para nosotros. 

«Quien quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará» (Juan 12:26 NVI). Seguir al Señor es lo que merece la pena. Jesús escogió a doce para que fueran sus discípulos y para estar con él durante los tres años de su ministerio. A ellos y a las mujeres que le seguían fue a quienes más tiempo dedicó, con los que más habló, aquellos con los que compartió todas las cosas. Piensa en las personas que están más cerca de ti, en los que ocupan tu tiempo. Preocúpate por los que te necesitan. Vive y disfruta con los que te aman y con aquellos a los que quieres. 

Ora y pide a Dios sabiduría para los que realmente son importantes en tu vida.