Después de dos experiencias acumuladas en la arena política mexicana (PES), esta agrupación reaparece ahora como Construyendo Solidaridad y Paz (CSP).
Flores Cervantes invitando a la marcha de gloria.
“Y me van a decir[:] ‘está violando el Estado laico’. No, no quiero construir un Estado jacobino que es ateo, sin dios. El Estado laico es aquel que dice ‘las iglesias tienen hacer una cosa y el gobierno otra’. Y nuestra raíz es protestante. ¿Saben quién inventó el Estado laico? ¡Nosotros los protestantes!”.[1]
H.É.F.
Después de dos experiencias acumuladas en la arena política mexicana, primero como Partido Encuentro Social (PES, con registro desde 2014) y luego como Encuentro Solidario (en 2020), es decir, con las mismas siglas, esta agrupación reaparece ahora como Construyendo Solidaridad y Paz (CSP). Como se ve, estas nuevas siglas coinciden con las de la Presidenta de la República en funciones desde el 1 de octubre de 2024. Se trata, como han señalado muchos analistas, de montarse en la figura presidencial para dar otro espaldarazo al régimen autodenominado como la 4T, la Cuarta Transformación, la misma línea que ha seguido el PES en su segunda aparición. Eso sucedió, sobre todo, en las elecciones presidenciales de 2018, pero desembocó en las de 2024 en las que el PES, como Encuentro Solidario, perdió por segunda vez su registro nacional. Ahora, ha anunciado con bombo y platillo que cuenta con el número de asambleas necesario (más de 200) y cerca de contar con los afiliados (119 mil de 256 mil, equivalentes al 0.26% del padrón electoral) que establece la ley para obtener su registro en 2026.[2]
Siempre identificado como un partido político de aspiraciones confesionales a la manera de agrupaciones similares en otros países (Brasil, de modo predominante), el ahora CSP (también asociado con la frase Construyendo el Segundo Piso, frase de batalla del sexenio presidencial en curso), esta nueva transfiguración está repitiendo el libreto de las ocasiones anteriores. Dirigido una vez más por Hugo Éric Flores Cervantes (diputado por el partido gobernante), aun cuando en los liderazgos formales aparecen otras personas (Armando González Escoto y Carolina Anda González, para mayores señas),[3] este nuevo impulso reproduce pasmosamente las mismas formas de acción de los episodios anteriores.
Fundado en 2003 como un partido regional que alcanzó el grado de Agrupación Política Nacional, fue fortaleciendo sus posiciones como un organismo abiertamente conservador siguiendo al pie de la letra el estereotipo de un “partido evangélico” convencional. Esto significa que, desde sus inicios, su perfil se definió como un partido en defensa de los valores más tradicionales y en abierta afirmación de posturas provida y antiderechos, tal como se observó en 2015. Ese año, su militancia que, en efecto, estaba formada por diversos sectores de esa vertiente religiosa, acompañaron a grupos de la ultraderecha católica en manifestaciones contra determinaciones jurídicas relacionadas con algunos derechos de las minorías sexuales.[4]
Aún se recuerda cómo, en ese mismo año, en el inicio del periodo de sesiones de la Legislatura entrante el 1 de septiembre, Flores Cervantes presentó en la tribuna un discurso en el que afirmó que, con la llegada del PES a la Cámara de Diputados, “Dios había vuelto al escenario político”: “No nos dimos cuenta [de] que sacando a Dios de la vida política de nuestro país nos hacíamos una sociedad con gobernantes insensibles, ambiciosos y, por qué no decirlo, algunos de ellos sin escrúpulos por su falta de valores y de conciencia humana”.[5] A este despropósito han seguido otros exabruptos similares como recientemente (abril de este año) sucedió cuando en un espacio legislativo el mismo diputado promovió la “marcha de gloria”, evento anual que reúne a huestes evangélicas en el Zócalo, la principal plaza pública del país.[6] Esta abierta violación de la laicidad del Estado fue cuestionada severamente por otros legisladores y numerosos analistas que recordaron que una vez más se estaba frente a “la marca de la casa”, pues Flores Cervantes ha persistido en esas conductas con mucha frecuencia. Con ello ha hecho gala de un evidente desprecio de la ley en la materia de separación entre el Estado y las iglesias consagrada en la Constitución, además de que su flagrante pragmatismo y aventurerismo político ha rebasado todos los límites.
Es ahí por dónde ahora un nuevo análisis de la búsqueda de registro del CSP muestra la ambición incesante de este político formado eclesialmente en organizaciones neopentecostales quien mezcla persistentemente ingredientes religiosos con su muy peculiar concepción de la tarea política real, muy alejada de la que prevaleció en otros tiempos en las llamadas “iglesias históricas”. Éstas propugnaban un dudoso apoliticismo basado, según decían, en la relevancia de sus tareas espirituales que debían alejarlas de una participación política activa. Eso las condujo a lo que se denominó como un “letargo social” del que se supone comenzaron a despertar con los cambios constitucionales de 1992, cuando se dio el “banderazo” simbólico al surgimiento de iniciativas políticas desde espacios confesionales protestantes o evangélicos.[7]
Justamente en ese tiempo comenzaron a esbozarse proyectos como el del futuro PES, pues con Flores Cervantes (formado en Derecho en la UNAM y con un doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard), se desembocó desde finales del sexenio 1994-2000 en intentos por ingresar a las altas esferas del gobierno. Eso sucedió cuando, según se dice, el secretario particular del Presidente de la República abrió espacios oficiales para realizar oficios religiosos en los que participaron el personaje en cuestión y otras personas más como Alejandro Orozco.[8]
El pasado agosto, la Presidenta de la República se deslindó del uso de sus siglas y desautorizó cualquier proyecto político que la involucre de esa manera.[9] El comportamiento del segundo PES como satélite del partido en el gobierno anuncia que CSP busca actuar de la misma forma: ponerse al servicio del régimen para reforzarlo en las elecciones venideras aun cuando está probado que la ciudadanía ha rechazado este proyecto en las urnas. Así lo explica Carlos A. Luna Escudero:
En tiempos donde el gobierno ha sido cuidadoso con la creación de nuevos interlocutores políticos, CSP aparece como un proyecto que no incomoda ni desestabiliza. No se le percibe como amenaza; se le percibe como herramienta. Un partido pequeño, conservador, con vínculos religiosos y sin capacidad de competir por sí solo es, para cualquier administración, un aliado útil: no cuestiona, no confronta, pero suma. Y en un país donde las mayorías parlamentarias son estratégicas, aliados pequeños pueden ser piezas valiosas.[10]
El factor religioso es puesto a funcionar como parte de un engranaje que canaliza y proyecta el pragmatismo hasta niveles intolerables puesto al servicio de la carrera de un político que encontró un modus vivendi cuestionable, pero sumamente redituable por causa de las prebendas obtenidas: “No representa un proyecto distinto para el México de hoy, sino la misma agenda conservadora que fracasó dos veces. No se trata de revitalizar la política: se trata de mantener vivo un aparato que ya no tiene respaldo electoral, pero que sí conserva utilidad política. Un aparato que puede negociar apoyos, ceder votos, aportar operadores, y que —en el contexto del gobierno actual— puede alinearse sin contradecir” (Ídem). Su actuación estrictamente legislativa está signada por un deficiente, aunque bien calculado servicio para encubrir escándalos probados. Es el caso del papel de Flores Cervantes como responsable del área encargada de dar seguimiento al desafuero de personajes tan dudosos como el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del exgobernador del Estado de Morelos, a quienes no se decidió a dar cauce para un procedimiento efectivo que permita llevarlos a juicio. En ese sentido, lo que representan el extinto PES y el futuro CSP es la funcionalidad a toda prueba para conveniencia del régimen cuando se decida a actuar legalmente. Sobre el presidente del PRI (una figura impresentable a todas luces) el cálculo político es muy claro, lo mismo que con el exgobernador, quien seguirá ejerciendo como diputado oficialista a pesar de contar con un perfil tan desaseado.
CSP se constituirá, entonces, como un alfil sustituible al menos para las elecciones de 2027 y aunque pierda el registro, como claramente se anticipa, continuará realizando las labores asignadas que serán bien retribuidas tal como ha sucedido todas las veces que Flores Cervantes ha estado al frente de su proyecto personal. De modo que la fe, y lo que ésta pueda representar en el ámbito político, quedará nuevamente relegada y será nuevamente un botín de actores cínicos y avispados que, como conocedores del funcionamiento del sistema, se sirven de él para obtener beneficios que se prolongan indefinidamente.
No sorprende, definitivamente, porque la teoría política tiene muy bien estudiadas estas conductas y habilidades camaleónicas, pero sí obliga a dar seguimiento a los procesos de transformación ideológicas de personas que han atravesado todo el espectro político para alcanzar sus fines protagónicos. Su discurso real, ambivalente y hasta difuso, es portador de expectativas con las que el electorado, evangélico en este punto, se identifica así sea mínimamente. Pero eso le ofrece oxígeno puro para la sobrevivencia y para la continuidad ideológica que abierta o veladamente se suman a líneas tradicionales y sumamente conservadoras.
Estos protagonistas religiosos no asumen, porque no entra en su visión estratégica, alguna teología política seria y bien fundamentada, no porque no exista sino porque no sintoniza con los intereses que se defienden y proclaman. Afortunadamente, no faltan estudios que demuestran los alcances de este pragmatismo que va más allá de las creencias explícitas de las comunidades a las que dicen representar. Porque así lo dijo Flores Cervantes al invitar a la “marcha de gloria”: “Marcho porque sé que habrá oportunidad, igualdad de derechos. Marcho porque sé que mientras esta iglesia que represento desfile por Reforma, México tendrá esperanza”.[11] Al mismo tiempo, se congracian con las asociaciones religiosas que dicen representar, sin ser necesariamente verdad, ofreciendo cambios constitucionales para beneficiarlas, aun cuando saben muy bien que no tienen viabilidad ni alcanzarán el consenso legislativo.[12]
Como se ha escrito con anterioridad, “es muy probable que [las representaciones políticas evangélicas] obtengan una victoria política pero que en el fondo sea una derrota cultural. Sin embargo, en sociedades necesitadas de definiciones claras de lo político-cultural, que afirmen ciertas tradiciones frente al desconcierto social y político, encuentran eco entre católicos, evangélicos y no creyentes, porque son el reflejo de las sociedades en las que se expresan (Masferrer, 2018)”.[13]
Notas
[1]Cit. por Enrique Méndez y Fernando Camacho, “Hugo Eric Flores proclama su fe y respalda derecho de Israel en franja de Gaza”, en La Jornada, 10 de abril de 2025.
[2] Maritza Pérez, “Por tercera vez Encuentro Social regresaría como partido político nacional”, en El Economista, 20 de octubre de 2025.
[3] Ídem. Cf. Rafael López Méndez, “Construyendo Solidaridad y Paz afirma haber cumplido requisitos para ser partido nacional”, en Milenio, 12 de octubre de 2025.
[4] Cf. L. Cervantes-Ortiz, “Promueve Confraternidad Evangélica controversia legal sobre adopción por parejas del mismo sexo”, en ALC Noticias, 9 de septiembre, 2015; en La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis. México, Casa Unida de Publicaciones y otras instituciones, 2022, pp. 163-165.
[5] Diario de los Debates de la Cámara de Diputados. Órgano oficial de la Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, año I, martes 1 de septiembre de 2015, sesión 2, p. 10.
[6] Cf. Juan Carlos Cortés, “Desde San Lázaro, diputado morenista invita a marcha religiosa”, en Proceso, 10 de abril de 2025.
[7] Cf. L. Cervantes-Ortiz, “Política y nuevo régimen constitucional de las iglesias. Mentalidades, discursos, acciones” (1995), en La mirada heterodoxa…, pp. 101-114; y Arturo Farela Gutiérrez, “Iglesia evangelista en México: expansión y lucha social (1992-2014)”, en El Cotidiano, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, núm. 185, mayo-junio, 2014, pp. 103-110.
[8] Cf. Hedilberto Aguilar de la Cruz, “Dominionismo: la corriente evangélica que compite por el poder político y económico en América Latina”, en Religiones Latinoamericanas, nueva época, núm. 3, enero-junio de 2019, p. 52.; G. Rivera, “La idea del nuevo partido cristiano nació en Los Pinos”, en Emeequis, 1 de febrero de 2015; y Elio Masferrer, Lo religioso dentro de lo político. Las elecciones de México 2018. Buenos Aires, Libros de la Araucaria, 2018.
[9] Néstor Jiménez y Ángeles Cruz, “Reprueba Sheinbaum uso de sus siglas para tener registro de partido”, en La Jornada, 26 de agosto de 2025, p. 5.
[10] C.A. Luna Escudero, “La sombra de Morena detrás del nuevo partido CSP”, en Sociedad 3.0, 27 de noviembre de 2025.
[11] E. Méndez y F. Camacho, op. cit.
[12] Cf. Julián Mazoy, “Entrevista sobre el nuevo PES de Hugo Éric Flores”, en Antagonía, SDP Noticias, 12 de diciembre de 2025.
[13] H. Aguilar de la Cruz, op. cit., p. 61. Cf. L. Cervantes-Ortiz, “Iglesias evangélicas y reconocimiento legal de los matrimonios igualitarios: un recuento cronológico”, en C. Garma et al., coords., Familias, Iglesias y Estado Laico: enfoques antropológicos. México, Universidad Autónoma Metropolitana-Ediciones del Lirio, 2018, pp. 229-257.
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