Cardenal nunca se presentó como teólogo, algo que no necesitó dada la potencia poética de su obra.
2 AM. Es la hora del Oficio Nocturno, y la iglesia
en penumbra parece que está llena de demonios.
Esta es la hora de las tinieblas y de las fiestas.
La hora de mis parrandas. Y regresa mi pasado.
“Y mi pecado está siempre delante de mí”.
E.C. “2 AM”
Ahora que se cumplen 100 años del nacimiento del poeta Ernesto Cardenal bien vale la pena hacer una muy necesaria puntualización, pues por todas partes se le menciona como “teólogo de la liberación”. No fue lo uno ni lo otro: nunca se presentó como teólogo, algo que no necesitó dada la potencia poética de su obra. Su poesía, que comenzó a conocerse luego de su estancia en México, se fue acercando a la mística, especialmente cuando se ordenó sacerdote. Progresivamente, desde los años 60, se fue decantando hacia una visión dominada por la fe que le hizo escribir textos cada vez más arriesgados y provocadores. Sí, se puede decir que su orientación cristiana era “liberadora”, pero para superar básicamente el lenguaje y la perspectiva dominante de un cristianismo adocenado y ligado de la peor manera a la institución eclesiástica. La militancia que experimentó fue, más bien, como ha escrito Sergio Ramírez, compañero suyo en el gobierno sandinista, la “Iglesia de los pobres”:
Para él la elevación mística fue siempre el abandono de la envoltura terrenal, y decía que había aprendido de San Juan de la Cruz que un líquido no puede recibir otro líquido si antes el recipiente no se vacía. Vaciarse, para llenarse de Dios, y viendo a Dios en cada uno de sus semejantes marginados y oprimidos, el reino de Dios en la tierra.
Terrenal y místico, creyó en la comunión del espíritu con la materia y en la inmensidad irreal del universo, empeñado en una búsqueda que dejó anunciada en el poema “Con la puerta cerrada”: “Somos semillas que para nacer tienen que morir / es el precio necesario de la nueva vida…”
Credo que transformó en el par de líneas que, según dejó dispuesto, se inscribirán en una placa en su lugar final de reposo frente a la iglesita de muros blancos en Mancarrón, su isla de Solentiname, ahora confiscada: “Morir no es salir del universo sino profundizar en él. Y la muerte es una mayor intimidad con Dios”.[1]
Sus opiniones acerca de esa teología mostraban simpatía aun cuando él se anticipó al surgimiento formal de esa corriente: “La teología de la liberación no es un capítulo más de la teología tradicional, inventada ahora en América latina, como suelen creer los teólogos europeos. […] Esta es una teología enteramente nueva, que replantea, a la luz de la revolución, todos los temas de la teología tradicional: Dios, Cristo, la iglesia, el sacerdocio, el matrimonio, el trabajo, en fin todo. […] Esta teología también se basa en la Biblia, pero con una nueva interpretación de la Biblia”.[2] En un libro que está por aparecer (Calandria de luz. La presencia de la Teología de la Liberación en la poesía latinoamericana), Ángel Esteban, profesor de la Universidad de Granada, dedica el capítulo “Ernesto Cardenal: el Dios del amor y de la revolución necesaria” a la relación entre su poesía y la teología en cuestión a partir de sus fundamentos y realizaciones. Entre las diversas influencias que recibió menciona la del teólogo mexicano José Porfirio Miranda, especialmente por Comunismo en la Biblia, un libro relativamente tardío (1981) en el desarrollo de la teología de la liberación. Sus posturas iniciales al respecto fueron incluso más radicales que las de otros de sus representantes.
Vida en el amor (publicado en 1970 y reeditado innumerables veces), con prólogo de su maestro trapense, otro gran poeta, Thomas Merton, es el testimonio en una prosa poética y espiritual que anunció los rumbos futuros de su lírica, pensamiento y acción. La combinación con su horizonte poético es una verdadera bomba de tiempo, pues su reflexión, tan atrevida para su época, estaba gestando una nueva mística bastante indigerible para los sectores tradicionales. No necesitaba ser teólogo para hacer eso.
Todo apego a las criaturas es frustración. Una frustración tan honda como la de un dictador privado del poder. Porque es un apego a algo que no nos pertenece, que injustamente queremos dominar y que nos es arrebatado.
Pero cuando uno ha gustado de Dios ya no desea los placeres de las criaturas. Igual que en un banquete tendrías repugnancia del pan engusanado que comías con avidez y con deleite en el campo de concentración.
Ese fulgor de la verdad, de lo real y de lo auténtico que resplandece en todos los seres, y por lo cual nos atraen todas las cosas, es el fulgor de Dios (Él es infinitamente eso, pues Él es la Verdad), y ese dulce fulgor de bondad que resplandece en todos los seres y el deslumbrante fulgor de la belleza con que nos atraen todas las cosas, son también el fulgor de Dios.
De Él toman su luz todas las estrellas y todas las hermosas cabelleras que hay en el mundo. Él está presente en todas las cosas, inflamándolas sin consumirlas, como el fuego de la zarza que vio Moisés.
En presencia de todo lo bello, de una mujer bella, por ejemplo, debes pensar en la belleza infinita de tu Amado que es el creador de toda la hermosura de la tierra, y alegrarte desinteresadamente por la gloria que esa hermosura le tributa a tu Amado, sin querer poseerla tú y quitársela a tu Amado, puesto que tu Amado es para ti y tú eres para tu. Amado. Alégrate por toda esa belleza porque ella es un canto de gloria para tu Amado, y por lo tanto es un canto de gloria para ti. Porque tú eres para tu Amado y tu Amado es para ti.
La primera parte de su obra, descarnada y directa, lo muestra en medio de una búsqueda juvenil, pero dispersa en la que se advertían las señales de lo que vendría después. Su capacidad de concentración en realidades que ya eran “espirituales” aun cuando no se presentaban así, estaba a flor de piel en aquellos textos lejanos de los que “Como latas de cerveza” es un ejemplo claro.
Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y músicas de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.
Su trabajo quedaría marcado indeleblemente por el ya clásico Epigramas (1961, que alcanzó una difusión inaudita) en donde los poemas de amor y desamor se confunden con la lucha política intensa y riesgosa, además del juego con el lenguaje clásico aludido desde el título:
Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.
*
No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua
porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo
Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad
porque yo sé que el pueblo la derribará un día.
Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida
el monumento que muerto no me erigiréis vosotros:
Sino que erigí esta estatua porque sé que la odiáis
Poemas como “Detrás del monasterio” lo muestran ya con una sensibilidad que armonizó brillantemente la fe con la observación social y una profunda espiritualidad que lo llevó a la política inevitablemente.
Detrás del monasterio, junto al camino,
existe un cementerio de cosas gastadas,
en donde yacen el hierro sarroso, pedazos
de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos,
cajetillas de cigarrillo vacías, aserrín
y zinc, plástico envejecido, llantas rotas,
esperando como nosotros la resurrección.
Por causa de la época, lo suyo fue un acercamiento al marxismo en el temor del diálogo que otros creyentes desarrollaron, no con mucho éxito. En su caso, la búsqueda personal no dependió de los vaivenes ideológicos sino de una genuina indagación en los principios cristianos. Al mismo tiempo que siguió escribiendo joyas como la muy conocida “Oración por Marilyn Monroe”, dio a conocer, un tanto forzadamente, La santidad de la revolución (1976), verdadero manifiesto surgido desde su doble militancia cristiana y sandinista. “2 AM” es el testimonio radical de la experiencia religiosa que lo iba conduciendo por otros derroteros que desembocaron en su ordenación en 1965. Salmos (1964) fue la explosión definitiva que lo ubicó simultáneamente en el mapa de la nueva poesía hispanoamericana.[3]
Su trabajo comunitario en la isla de Solentiname tuvo como fruto una obra en dos volúmenes (El Evangelio en Solentiname, 1975, 1977) que muestra la forma popular de interpretación entre los campesinos y artesanos de esa isla.[4] El experimento comunitario terminó cuando el dictador Somoza percibió su carácter subversivo. Otros escritores como William Ospina y Julio Cortázar se acercaron para conocer de primera mano lo que sucedió allí. El propio Cortázar, cuenta Ramírez, comentó “el evangelio del prendimiento en el huerto” “y reflexionó acerca del porqué Jesús no había invocado a su padre para que enviara una legión de ángeles a salvarlo”. Con el triunfo de la Revolución Sandinista, ejerció como Ministro de Cultura y en ese cargo, al recibir a Karol Wojtyla, fue humillado públicamente por el prelado polaco debido a que todo lo que oliera a teología de la liberación era una abominación. Fue suspendido como sacerdote en 1985 y hasta 2019 el papa Bergoglio lo rehabilitó.
El verdadero punto de contacto con la teología de la liberación fue “Epístola a monseñor Casaldáliga”, poema de 1977 que envió al obispo de Araguaia, Brasil, en solidaridad por el hostigamiento de que era objeto por parte de la dictadura. Pero su camino siguió siendo bastante independiente, aunque paralelo al movimiento que en ese momento estaba por alcanzar su máximo apogeo.
Hace poco me preguntaba un periodista porqué escribo poesía:
por la misma razón que Amós, Nahúm, Ageo, Jeremías…
Usted ha escrito: “maldita la propiedad privada”.
Y San Basilio: “dueños de los bienes comunes
porque fueron los primeros en cogerlos”.
Para los comunistas Dios no existe, sino la justicia.
Para los cristianos Dios no existe, sin la justicia.
Monseñor, somos subversivos
cifra secreta en una tarjeta en un archivo quién sabe dónde,
seguidores del proletario mal vestido y visionario, agitador
profesional, ejecutado por conspirar contra el Sistema.
Era, usted sabe, un suplicio destinado a los subversivos
la cruz, a los reos políticos, no una alhaja de rubíes
en el pecho de un obispo.
Lo profano no existe más.
Prueba de su distancia con esa corriente es el hecho de que en Nicaragua y los teólogos, importante volumen colectivo de 1987, Casaldáliga colaboró, pero no él. En los poemarios posteriores, dos énfasis que agregó a su labor lírica fueron el horizonte escatológico (ya presente en grandes poemas como “Apocalipsis”) y la preocupación ecologista, que armonizó enormemente. Se evidencian allí las lecturas que seguramente hizo de Teilhard de Chardin, con el componente de una firme atención a algunos postulados científicos que integró como parte de su estilo autodefinido como “exteriorismo”.
Cántico cósmico (1991) es, quizá, la cúspide de esa síntesis fe-ciencia-cambio social-esperanza escatológica guiada por una experiencia literaria acumulada durante varias décadas. Es, también, una summa en donde la historia se da cita con una mirada profética (en los dos sentidos de la palabra) para alumbrar tiempos de oscuridad y barbarie humana. Se le puede ver leyendo un fragmento en: www.youtube.com/watch?v=gVHBYxK3w8c.
En el principio
—antes del espacio-tiempo
era la Palabra
Todo lo que es pues es verdad.
Poema.
Las cosas existen en forma de palabra.
Todo era noche, etc.
No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas.
Era la palabra. (Palabra amorosa.)
Misterio y a la vez expresión de ese misterio.
El que es y a la vez expresa lo que es.
“Cuando en el principio no había todavía nadie
él creó las palabras (naikino) y nos las dio, así como la yuca”
Sus otros volúmenes, tan emparentados entre sí, desarrollaron la mística aludida líneas arriba, revolucionaria y propositiva, agresiva e íntima, todo al mismo tiempo, ya sin el temor de quedar mal con nadie. Su relación con Dios que venía desde los tiempos de la lucha contra la dictadura le hicieron convertir sus enamoramientos humanos en una expresión conyugal y erótica que le dice a la divinidad lo que nadie se había atrevido antes, con todo y que en la mística cristiana hay ejemplos notables de pasión religiosa. Luce López-Baralt dedicó amplio espacio a la experiencia que tuvo Cardenal el 2 de junio de 1956 atribuyéndole una enorme importancia en su desarrollo literario, espiritual y político: “La vivencia se convirtió a partir de ahí en el centro de la vida de Cardenal, y es lo que habría de explicar también su renuncia al amor, la gesta innovadora de la fundación de la comunidad de Solentiname, su creciente compromiso social, su reinterpretación del Evangelio, su oblación como revolucionario y luego como ministro de Cultura, su solidaridad con los niños enfermos de cáncer […] La gracia mística subyace no sólo a toda esta variada gama de actividades de la vida del poeta”.[5]
Así lo narra el propio Cardenal: “
Cuando aquel mediodía del 2 de junio, un sábado, Somoza García pasó como rayo por la avenida Roosevelt sonando todas las bocinas para espantar el tráfico, en ese mismo instante, igual que su triunfal caravana así triunfal tú también entraste de pronto dentro de mí y mi almita indefensa queriendo tapar sus vergüenzas. […]
Qué felicidad dormirme esa noche con la compañía que me habitaba por dentro. Qué felicidad despertarme al día siguiente igual que como me había dormido. […]
Yo andaba como si en mi interior hubiera quedado ciego y sordo. Me sentía como ofuscado por aquella gran luz, porque también había sido como una gran luz que me entró. Mareado con aquel delicioso vacío. Leía en san Juan de la Cruz que estamos como en una cárcel en la que tan sólo hay una ventanita. Si se cierra, uno ya nada ve ni oye. […]
No eran esos días de escribir poesía, sino de callar. De amar. De orar sin saber que eso era orar.[6]
Estaba listo para entrar al monasterio. Los poemas de Telescopio en la noche oscura (1993) son como la consumación de esa lejana experiencia:
No siento escrúpulo por no poder orar.
Juntos el infinito y yo, yo
sin sentir lo más mínimo.
Igualito que si Dios no existiera.
Simplemente nada. ¿Cabe con respecto al infinito
intimidad mayor?
Su afición por las culturas prehispánicas fue auténtica y se puede decir que no temió reconstruir sus historias mediante una visión acorde con sus ideas, sueños e ilusiones. Nada extraño, pues no era historiador ni mucho menos. Su reelaboración fue la de un poeta que, habiendo conectado con esa vertiente de la historia latinoamericana no dudó en recrear ese universo cultural, poético y religioso muy a su manera. Allí están como prueba Homenaje a los indios americanos y Los ovnis de oro, sin dejar de señalar que con enorme frecuencia reaparecía en sus versos esa mirada idealizada, ciertamente, pero profundamente empática hacia esas culturas desdeñadas por las élites criollas de todo el continente. Canto a México, el último poemario, es un gran resumen de ese interés y representa fielmente la manera en que Cardenal se situó ante el pasado mesoamericano. En él encontró una enorme inspiración para proyectar su obra en un contexto geográfico bien definido. Los tres tomos de sus Memorias (Vida perdida; Las ínsulas extrañas y La revolución perdida) son un auténtico vademécum que permite asomarse a una época importante de la cultura latinoamericana sobre todo para conocer la vida de uno de sus mayores exponentes. Un libro póstumo recoge textos sueltos: Prosas dispersas.[7]
Notas
[1] S. Ramírez, “Cien años de Ernesto Cardenal”, en La Jornada, 12 de febrero de 2025, www.jornada.com.mx/2025/02/12/opinion/015a1pol.
[2] E. Cardenal, “Un marxismo con san Juan de la Cruz”, en La santidad de la revolución. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1976 (Pedal, 58), pp. 60, 61.
[3] Roberto Carlos Pérez, “El salterio de Ernesto Cardenal: nuestro salterio”, en Milenio, 24 de enero de 2025, www.milenio.com/cultura/laberinto/el-salterio-de-ernesto-cardenal-nuestro-salterio.
[4] Se recomienda este video: Ernesto y Solentiname, www.youtube.com/watch?app=desktop&v=Cc-9lXFF1og.
[5] L. López-Baralt, El cántico místico de Ernesto Cardenal. Madrid, Trotta, 2012 (La dicha de enmudecer), p. 25.
[6] E. Cardenal, Vida perdida. Memorias I. México, Fondo de Cultura Económica, 2003 pp. 76, 79, 81. Aquí retoma lo que describió en Telescopio en la noche oscura. Cardenal refiere que duró tiempo en aprender a orar pues sólo conocía los rezos tradicionales.
[7] Cf. Virginia Valacioche, “La prosa inédita de Ernesto Cardenal, en el centenario de su nacimiento”, en Letras Libres, 20 de enero de 2025, https://letraslibres.com/literatura/la-prosa-inedita-de-ernesto-cardenal-en-el-centenario-de-su-nacimietno/20/01/2025/
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o