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850 años del Movimiento Valdense (II)

Los vaivenes socio-religiosos que dieron origen al movimiento valdense, así como a otros grupos heterodoxos durante la Edad Media fueron reconstruidos de manera extraordinaria por Malcolm D. Lambert, profesor de la Universidad de Bristol.

GINEBRA VIVA AUTOR 79/Leopoldo_CervantesOrtiz 02 DE AGOSTO DE 2024 08:38 h
Parte de la zona de extensión de los valientes en el Medioevo.

Ellos no tienen paradero fijo, sino que van de dos en dos a pie, descalzos, con un vestido de lana; no poseen nada; tienen todas las cosas en común según el ejemplo de los apóstoles, siguiendo desnudos al Cristo desnudo. Por ahora se inician en modo humilde, porque no pueden hacer pie, pero si los admitimos seremos dominados por ellos. Quien no lo crea que escuche bien lo que he predicho sobre este asunto…1



Desnudos siguiendo al Cristo desnudo” (1179)



 



Los vaivenes socio-religiosos que dieron origen al movimiento valdense, así como a otros grupos heterodoxos durante la Edad Media fueron reconstruidos de manera extraordinaria por Malcolm D. Lambert (1931), profesor de la Universidad de Bristol (Inglaterra), en La herejía medieval. Movimientos populares de los bogomilos a los husitas, obra monumental publicada en español en 1986. Este autor dedicó dos amplios capítulos a los valdenses; en el segundo de ellos, “Los valdenses tras la conferencia de Bérgamo”, analiza las circunstancias de la supervivencia y sus creencias y prácticas. La conferencia a la que se hace alusión (1218) fue una reunión de facciones (lionesa y lombarda) en la que, después de la muerte de Juan de Ronco (preboste, encargado elegido dirigente) y Valdo se buscó la reunificación: “La conferencia fracasó por el donatismo de los lombardos y por el asunto secundario, pero de gran significación emotiva de la salvación de Valdés y su compañero Vivet”.2 Luego del fracaso de esa reunión no se volvieron a acercar ambas facciones, quizá por el hecho de que sus actividades misioneras se dirigieron a regiones distintas: “Los moderados no retornaron a la Iglesia, y no hay testimonios de nuevas reconciliaciones voluntarias, como las de Durán y Prim. En cambio, la persecución radicalizó por completo la oposición”.3



En la primera parte del segundo capítulo, Lambert expone las circunstancias que permitieron a los valdenses sobrevivir en medio de la persecución y, además, cómo se expandieron en otras regiones europeas como Alemania oriental, Turingia y Pomerania, para luego llegar hasta Bohemia, Moravia, Hungría y Polonia, siguiendo las líneas migratorias. Comenta que esos progresos fueron una especie de compensación por el retroceso en sus tierras de origen. Y agrega: “Acosados con menos eficacia que sus hermanos del norte de Italia, los alemanes acudían regularmente a las reuniones de Lombardía y contribuyeron a sostenerlos con múltiples donaciones”.4 No obstante, con el paso del tiempo los lazos internacionales se debilitaron y, a finales del siglo XII, “un feroz ataque coordinado en Europa central y oriental, vinculado especialmente al nombre de Celestino Pedro Zwicker, estuvo a punto de acabar con ellos”.5



[photo_footer]Malcolm D. Lambert.[/photo_footer]



En otros territorios se mantuvieron presentes a pesar del hostigamiento constante: en Languedoc (sureste de Francia) recibieron un trato más flexible que los cátaros, en los espacios hispánicos su rastro se perdió a lo largo del siglo, en el norte de Italia, alrededor de 1225 comenzó la persecución más eficaz. En otras regiones de Francia (Alpes, delfinado, sólido baluarte, Provenza) e Italia (Alpes Cottianos) “se mantuvieron las congregaciones en la Baja Edad Media, denunciadas esporádicamente por la autoridad, y aun más esporádicamente afectadas por una represión activa”.6Los impulsos inquisitoriales venían de las altas esferas, pues el clero parroquial no era tan intolerante; fuera de las zonas montañosas, los valdenses sobrevivieron al adaptarse a una vida clandestina. En el siglo XV estaban presentes en la Romaña y hasta en Roma, aun cuando desde el siglo anterior se hallaban en Calabria donde la represión no fue tan intensa, pero sus lugares principales de acción siguieron siendo las fortalezas alpinas.



En el siglo XV, con el advenimiento del movimiento husita, sus integrantes veían a los valdenses con cierta veneración; tanto los taboritas como los Hermanos Bohemios deseaban acercarse a ellos y la influencia de los primeros pudo haber contribuido a revitalizar al movimiento más antiguo en la segunda mitad del siglo XV. Lambert subraya que, al principio, la respuesta valdense estuvo dominada por la desconfianza. Más tarde, habría una importante colaboración entre ambos.7 El historiador Donald F. Durnaugh (1927-2005), de la Iglesia de los Hermanos, escribió un amplio ensayo sobre la relación entre las primeras Reformas y la Reforma Magisterial. Allí se ocupa de la forma en que husitas y valdenses se relacionaron y colaboraron en el siglo XVI. Tan bien documentado está el acercamiento que Amedeo Molnár lo llamó “la Internacional Valdense-Husita”:



Se desarrollaron estrechas alianzas entre los valdenses alemanes y los taboritas radicales, implicando a personajes como Friedrich Reiser de los “verdaderos hermanos”. Un líder militar taborita defendió la fe valdense en el Concilio de Basilea (1431-1449). Algunos valdenses en el Delfinado francés proveyeron fondos para la causa bohemia en el siglo XVI. La frecuentemente citada (y documentada, al parecer) ordenación de los primeros pastores de la Unidad (1467) por un obispo valdense itinerante es la dramática evidencia de un sentido de colegialidad. Se conoce el número de valdenses que vivían en Bohemia como parte de la Unidad después de su formación.8



[photo_footer]La herejía medieval.[/photo_footer]



Sobre Reiser, Tourn amplifica más los datos sobre su relación y el trabajo que llevó a cabo con los dos movimientos:



Hijo de un comerciante valdense, Federico Reiser fue iniciado en el comercio en las mayores ciudades alemanas y suizas, donde permanece constantemente en contacto con los grupos valdenses de aquellas ciudades. Pedro Payne, amigo del padre, lo convence para que se dedique exclusivamente a la predicación y lo pone en contacto con los bohemios, teniendo alrededor de veinticinco años de edad. Atraído por la revolución husita, Reiser es ordenado ministro de los taboritas […] Después del año 1435, al final de la revolución husita, se dedica a reorganizar a los valdenses dispersos, teniendo como punto de apoyo las comunidades taboritas. Recorre con sus discípulos las tierras del Imperio, desde Cracovia, actual Polonia, hasta Basilea al norte de Suiza, formados como él en la teología taborita, hasta que cae arrestado y condenado a la hoguera.9



Sobre las creencias y prácticas, Lambert se detiene en los hábitos comunitarios y misioneros de los valdenses y, para ello, cita el Anónimo de Passau (1266)una obra sobre judíos y herejes que explica las razones de la atracción que ejercía el movimiento, sobre todo sus exigencias éticas, el estudio de la Biblia y una actitud humilde: “Todos los lionistas, hombres y mujeres, adultos y niños, aprenden y enseñan incansablemente, día y noche; el trabajador dedica el día a su trabajo y la noche a la instrucción religiosa, por lo que le queda poco tiempo para la oración; el neófito, pasados unos días, procura atraer a otros a la secta”.10 Otro de los factores de su éxito fue el autodidactismo mediante el texto sencillo proporcionado a los laicos a diferencia de la pasividad de la liturgia ortodoxa. El énfasis doctrinal estaba puesto en superar las creencias cuestionadas de la fe tradicional (purgatorio, imágenes, peregrinaciones) y en la insistencia sobre la vida recta y en la obediencia literal de las enseñanzas bíblicas. En pocas palabras, según el Anónimo, los valdenses se detectaban fácilmente por ser mejores que sus vecinos. El resumen de Lambert es claro: “Era, en efecto, una religión de laucos corrientes que habían prescindido del clero como ministros particulares, teniéndose por iguales en condición y devoción, y que se apoyaban en su conocimiento de la Escritura. Dondequiera que un abuso clerical daba pie a la propaganda, dondequiera que se sentía la necesidad de mejor instrucción vernácula, quedaba abierto el camino para fundar congregaciones”.11



Este autor señala que después de Valdo nadie encabezó el movimiento, por lo que el ímpetu de dirección recayó siempre en los laicos. Su propio seudónimo, Pedro, “evoca al Pedro del Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, como cabeza de os once: constituye una cierta réplica al papa como sucesor de San Pedro, y recuerda el episodio de los Hechos en el que Pedro se enfrenta al Sanhedrín sosteniendo que obedecerá a Dios más que a los hombres, tal como pretendían hacer los valdenses, repudiando los ritos y tradiciones humanos en favor tan solo de aquellos que consideraban de origen divino”.12 Por otro lado, la vida cotidiana de las comunidades dependía de la región geográfica. Asimismo, la participación de las mujeres era importante, incluso en el aspecto económico, aunque también hubo predicadoras; más tarde, esa situación comenzó a cambiar.



El valdismo fue una religión de clases humildes, en las ciudades y en el campo, aunque tuvo un carácter predominantemente rural, especialmente en los valles piamonteses, adonde como observa Lambert, éstos “sirvieron también de refugio a otros herejes y constituyeron el crisol de un sincretismo cátaro-valdense que coexistió con el valdesianismo puro dominante”.13 En nota a pie de página afirma que el mejor resumen de las corrientes doctrinales valdenses es el de Giovanni Gonnet, Le confessioni di fede valdesi prima della reforma (Turín, Claudiana, 1967). La jerarquía, a fines del siglo XIII incluyó, entre los lioneses, un maior minister de cargo vitalicio. La fortaleza que permitió al movimiento sobrevivir con el paso del tiempo es explicada como sigue:



No fueron los cargos, ni siquiera los capítulos, lo que contó en última instancia; fue la tenacidad y movilidad de los predicadores al visitar sus congregaciones, los barbi de los valles alpinos, los Meister en Alemania. Los niveles educativos fueron variables, las obligaciones bastante elementales y la instrucción dispensada rayó a un nivel apreciablemente bajo. Pero, con pocas excepciones, los predicadores continuaron sobresaliendo por su vida y devoción. Ellos mantuvieron el valdesianismo hasta la Reforma.14



Esa perseverancia y fidelidad, dignas de admiración, les permitió soportar siglos enteros de represión y martirios hasta que, llegado el siglo XVI, se abrió la posibilidad de dar una nueva forma de continuidad a su protesta religiosa y teológica que se conectaría con los nuevos movimientos reformistas surgidos en ese siglo.



 



Notas




1 Giorgio Tourn, Los valdenses. El singular acontecer histórico de un pueblo-iglesia (1170-1980). T. I. Una diáspora disidente. Colonia Valdense, Ediciones Iglesia Valdense, 1983, p. 26.





2 M.D. Lambert, “Los valdenses y el agravamiento de la crisis”, en La herejía medieval. Movimientos populares de los bogomilos a los husitas.Madrid, Taurus, 1986 (Ensayistas, Serie maior, 262), p. 113.





3 Ibid., p. 114. Cf. G. Tourn, “El encuentro de Bérgamo (1218)”, en Los valdenses…, pp. 39-44.





4 Ibid., p. 170.





5 Ibid., pp. 170-171.





6 Ibid., p. 171.





7 Cf. Amedeo Molnár, “Les Vaudois en Bohême avant la Révolution hussite”, en Bollettino della Società degli Studi Valdesi, CVIII, 1960, pp. 3-36.





8 D.F. Durnbaugh, “The First and Radical Reformations and their relations with the Magisterial Reformation” (“La primera Reforma y la Reforma radical y sus relaciones con la Reforma magisterial ”), en Towards a renewed dialogue. The First and Second Reformations. Ginebra, Alianza Reformada Mundial, 1996 (Estudios de la Alianza Reforma Mundial, 30), p. 4; en español: Com-Unión, año II, núm. 6, julio-diciembre de 2018, pp. 16-17. Versión de L. Cervantes-O.





9 G. Tourn, op. cit., pp. 101-102.





10 Cit. por M.D. Lambert, op. cit., p. 172.





11 Ibid., p. 173.





12 Ibid., p. 175.





13 Ibid., p. 178.





14 Ibid., p. 182.



 




 



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