Homenaje al Dr. Carlos Garma Navarro por 40 años de trayectoria académica

Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México

18 de julio, 2024

Como científico social puedo testimoniar que he presenciado las manifestaciones especiales en las vidas de hombres y mujeres, y sospecho que, si en algún lugar está la divinidad, será en las obras de los justos.¹

C. G. N.

Un Festschrift festivo para Charly

Para quienes vienen de la teología y han entrado inopinadamente al diálogo entre esta disciplina sui generis y las ciencias sociales en México, el nombre de Carlos Garma Navarro ha sido aleccionador en extremo. Quien les habla supo de él desde los años 80 cuando comenzó a circular su Protestantismo en una comunidad totonaca de Puebla, México (1987), obra ganadora del Premio Nacional Julio de la Fuente a la mejor tesis de Antropología Social, aun cuando desde 1982 había entrado en contacto con esa zona cognoscitiva gracias a algunos trabajos de Milca de la Rosa, una de sus tesistas, quien estudió un tema similar al de esa tesis. Eran años en los que Jean-Pierre Bastian contribuyó a abrir los ojos de toda una generación de estudiantes protestantes que deseaban salir de la burbuja del denominacionalismo estrecho y hasta sectario. Por eso, al ver el nombre de Garma en algunos números de la revistas Cristianismo y Sociedad, fue posible percibir la afinidad entre los trabajos del sociólogo suizo y del, entonces lo supimos, chicano Garma Navarro. “Los estudios antropológicos sobre el protestantismo en México” (1989), quizá el primero de ellos, fue muy revelador. Se le veía con respeto y admiración, un tanto de lejos por no conocer a ciencia cierta su trabajo. Pero progresivamente esa imagen evolucionó hasta apreciar su labor como una de las más sólidas y enteradas del ambiente académico mexicano y latinoamericano. Y cuando se usa la palabra académico aquí se hace con todo lo que conlleva de reconocimiento y precisión. El volumen de sus aportaciones (artículos, ensayos, reseñas, colaboraciones, libros propios y como editor, y tesis dirigidas, etcétera) es ya tan amplio que amerita un estudio sistemático y algunas recopilaciones clasificadas adecuadamente. Para esta ocasión se ha hecho un acopio inicial de esa enorme producción y se propondrá la publicación de algunos de sus textos sueltos.

Por otro lado, siempre ha llamado la atención el hecho de que Garma sea extremadamente respetuoso con las expresiones religiosas que estudia y a las que ha desmenuzado tan atingentemente. Desde su tesis inicial hasta la doctoral Buscando el Espíritu… (2004), su acercamiento al fenómeno religioso ha ido mucho más allá de la disciplina antropológica que domina como pocos, pues su perspectiva rebasa con mucho la estrechez de otros análisis. La fina intuición que ha desarrollado con los años lo lleva a que, de manera transdisciplinaria sea capaz de plantear y comprobar algunas hipótesis, y de “olfatear” los entretelones y entresijos de aspectos de la realidad sociológica y antropológica de los temas que trabaja. Así sucedió, por ejemplo, con uno de sus más clásicos textos sobre protestantismo (al menos para quien les habla): “‘Hijo de pastor lo peor’…” (2007)² o sus deliciosos abordajes a la música evangélica actual (“Del himnario a la industria de la alabanza un estudio sobre la transformación de la música religiosa”, 2000, y “Las masculinidades en la música cristiana”, 2008), que aún se saborean, literalmente. Allí configuró magistralmente las tendencias recientes de las nuevas generaciones evangélicas, tal como lo hizo después con Ariel Corpus en un texto de 2021, de donde proceden estas palabras sintomáticas:

Garma analiza la manera en que las iglesias enfrentan el problema generacional a partir de un dicho popular que es común entre los creyentes: “hijo de pastor, lo peor”. Este refrán apunta hacia una ruptura que puede derivar en la apostasía, en el rechazo completo de un creyente hacia la religión en la que ha socializado (Bowen, 1996). Esta postura de negación es un problema frecuente en las familias de los dirigentes religiosos que se enfrentan a normas contradictorias que afectan las unidades domésticas y que los miembros resienten. Esta situación afecta sobre todo a las segundas y terceras generaciones de pentecostales, en su mayoría jóvenes. Ello tiene lugar, dado que a diferencia de sus padres no experimentaron la ruptura simbólica que implica la conversión, por lo que su única referencia es la religión donde nacieron (Rambo, 1996). Algunas iglesias ya están abriendo más espacios para jóvenes para enfrentar este problema de salida de feligreses.³

[photo_footer]Tesis doctoral de Carlos Garma Navarro.[/photo_footer]

Política y religión, otra de las obsesiones de Garma

El análisis científico del fenómeno religioso tiene por objetivo un conocimiento que no privilegia a un sistema religioso por encima de otro, a la vez que evita pronunciarse sobre la veracidad de las manifestaciones religiosas. Esto no implica un desprecio hacia la teología, la cual tiene un papel importante en la sistematización del conocimiento religioso y merece un estudio propio.⁴

Pero uno de los temas que ha sido, desde un punto de vista programático, de las mayores obsesiones de Garma es, sin dudarlo, la relación entre política y religión, y viceversa, o al menos es de lo más disfrutable, ameno y propositivo que ha producido. Nada más lejos, para él, que intentar una “teología política”, pues eso, afirma, corresponde a los teólogos profesionales. Lo llamativo es el respeto que le tiene a esta disciplina, la cual se ha desarrollado ya con buenos logros en América Latina (aunque no tanto en México, prueba de lo cual es el delirio evangélico-neopentecostal por influir desde estas iglesias en las políticas públicas de los gobiernos, ejemplo de lo cual aconteció en el sexenio panista de Felipe Calderón, 2006-2012, con la presencia de la pareja Rosi y Alejandro L. Orozco, siguiendo muy de cerca el modelo colombiano). Metodológicamente, ha seguido creando un discurso (para no usar la palabra de moda, “narrativa”…) que se puede seguir desde los elementos más básicos en aquellos años 80 con los tanteos propios de la época, los cambios constitucionales de los 90, los reacomodos de los primeros dos miles, y las mutaciones que se han visto en las dos décadas siguientes. En cada etapa, Garma se ha desenvuelto con enorme solvencia y sólidos análisis de la situación, desde antes que se establecieran los cambios constitucionales en la materia (hasta 1991), durante el debate que los produjo (1991-1992), ya con ellos en marcha y, finalmente, con su consolidación en las últimas décadas.

Desde textos como “Cultura nacional y procesos de secularización” (1991) hasta “Religión y política en las elecciones del 2018. Evangélicos mexicanos y el Partido Encuentro Social” (2019) pasando por “Diversidad religiosa y políticas públicas en América Latina” (2007) y “Los nuevos caminos de los creyentes. Transformaciones en las posiciones políticas de las iglesias evangélicas, protestantes y pentecostales” (2018), entre otros muchos, es muy notorio que sus enfoques parten de una clara distinción entre los conceptos y las consecuencias prácticas de la secularización, la laicidad y la pluralidad religiosa. Más allá de las posturas políticamente correctas que en ocasiones hacen a los analistas incurrir en opiniones marcadas por la subjetividad controlada, Garma profiere argumentos con adjetivos concisos y directos, tal como lo ha tenido que hacer en algunas emisiones recientes de Sacro y Profano con Bernardo Barranco, la última de ellas el 17 de mayo de 2023 (en donde coincidió con quien les habla) al ocuparse del “futuro partido político” de la Iglesia La Luz del Mundo basado en el registro de una agrupación política nacional que lleva el nombre de la supuesta raíz ideológica del gobierno actual, el llamado “humanismo mexicano”. Allí fue muy claro al hacer señalamiento directos, sin medias tintas, acerca de los riegos de ese movimiento y de sus tendencias y actitudes.⁵

[photo_footer]Libro coordinado por Carlos Garma y otros dos autores.[/photo_footer]

En “México: los nuevos caminos de los creyentes. Transformaciones en las posiciones políticas de las iglesias evangélicas, protestantes y pentecostales”, que forma parte de un monumental estudio colectivo sobre los evangélicos y la política (tópico que se ha establecido como obligado en los congresos), el análisis alcanzó las mayores alturas de su carrera hasta el momento. Auténtico panorama del desarrollo de la conciencia y acción política de estas iglesias, profundiza en sus reacomodos a partir de los cambios constitucionales de 1991-1992 y observa su desarrollo luego de una sólida introducción histórica y estadística. Pasa luego a exponer las diversas posturas de los grupos evangélicos hacia la política en el marco de las coyunturas puntuadas por el rechazo y las persecuciones de épocas bien determinadas, como en el caso de Los Altos de Chiapas. Sus observaciones son precisas:

Para empezar, los creyentes evangélicos no pueden dejar completamente de un lado su orientación religiosa al escoger un partido. La opción partidista toma en cuenta los valores religiosos, si bien estos no actúan en el vacío, sino en combinación con otros factores. Esto no implica que un líder religioso pueda decirle a un creyente por quién votar e influir directamente en las elecciones. No obstante, puede fomentar que la congregación vote tomando en cuenta sus principios religiosos, algo que sí sucede con frecuencia. […]

Los protestantes y pentecostales casi siempre se interesan por la política y por las elecciones, incluso cuando están influidos por la valorización que su religión y credo tienen hacia las actividades “de este mundo”, que se expresa en una tremenda desconfianza hacia el ejercicio mismo de los puestos civiles del poder. Pero también repercute en los creyentes protestantes y pentecostales el contexto social general donde se desenvuelven.⁶

Siguiendo el pulso de la evolución política de estas iglesias, Garma destacó muy bien la enorme desconfianza que en otros tiempos producía el Partico Acción Nacional en los votantes evangélicos, aun cuando en años recientes los acercamientos formales entre ambos espacios han modificado el perfil liberal y juarista de los protestantismos, sobre todo en el sexenio de Felipe Calderón. El siguiente aspecto estudiado es el surgimiento del Partido Encuentro Social, verdadero parteaguas en el desarrollo de agrupaciones políticas de inspiración evangélica. Pensando en sus lectores fuera de México, Garma ofrece una brillante explicación del origen y evolución de ese partido, así como de sus principales líneas ideológicas afines con los grupos provida y antiderechos. Su descripción del ascenso de AMLO en las preferencias evangélicas y la derrota del PES es magistral. Una de sus conclusiones lo atestigua: “Lo que parece evidente es que México aún no está en condiciones para tener un partido evangélico fuerte. Todavía está por verse si el PES podría reorganizarse, pero en el escenario actual las diferencias entre los evangélicos cristianos mexicanos resultaron demasiado fuertes para mantener un proyecto electoral nacional común. Los resultados son claros al respecto”.⁷

Su observación final ejemplifica la manera en que percibe la compleja ecuación evangélicos-política: “Si aceptamos la cultura política como “el conjunto de signos y símbolos que afectan a las estructuras de poder de una unidad operante en cualquier nivel de integración social local, provincial, estatal, nacional o internacional, mundial” (Varela, 1996, p. 149), podemos señalar que los evangélicos tienen elementos simbólicos enfocados en lo que llaman la política y el gobierno. Sin embargo, aún no podría considerarse que hay suficientes puntos de unión entre los fieles 371 Carlos Garma Navarro de las distintas iglesias para hablar de una cultura política evangélica en México, sino más bien de una diversidad de representaciones y orientaciones influidas por la situación religiosa”.⁸

Especial atención merecen dos de los volúmenes más recientes que ha coordinado y que demuestran la manera en que da seguimiento a los sucesos recientes: el debate político y legal sobre las familias y lo sucedido antes y durante el gobierno de López Obrador. En ambos casos, Garma parece haber evolucionado hacia la búsqueda de respuestas analíticas más coyunturales en vez de esperar que los acontecimientos se consoliden a fin de proponer hipótesis interpretativas que se van constatando sobre la marcha, además de que las posibles contradicciones ideológicas se evidencian más. En Familias, iglesias y estado laico. Enfoques antropológicos (2018) se debaten diversos aspectos de las iniciativas surgidas entre 2015 y 2016, y que no necesariamente tuvieron el efecto deseado por el gobierno federal del momento, pero eso sirvió para que el volumen desplegase varios acercamientos a los polémicos temas planteados por el combate a la llamada “ideología de género” por parte de los grupos de interés y, al mismo tiempo, abordar subtemáticas relacionadas, tales como la relación entre las iglesias y la familia, el aborto legal, el matrimonio igualitario y la “curiosa” convergencia entre los grupos católicos provida y las iglesias evangélicas más conservadoras.

[photo_footer]LIbro editado por Carlos Garma-María del Rosario Ramírez-y-Ariel Corpus.[/photo_footer]

Por último, Religión y política en la 4T. Debates sobre el Estado laico resultado del foro de marzo de 2020: “Defender el Estado laico. Política y religión en la 4T”, es un pertinente conjunto de textos publicado a medio sexenio, después de las elecciones intermedias, que toma el pulso al gobierno de AMLO cuestionando su peculiar comprensión de la laicidad, así como los comportamientos de los actores religiosos en esa nueva coyuntura. Sin dejar de reconocer los avances en cuanto a la pluralidad, Garma y los demás coeditores sugieren que los evangélicos pueden ser “un peligro para la laicidad debido a los comportamientos de varios actores de esa línea confesional (Arturo Farela y Hugo Éric Flores, entre varios), lo que hace del volumen un auténtico vademécum para medir las dimensiones y los riesgos de no respetar adecuadamente la laicidad constitucional en este régimen. Afortunadamente, muchas de las advertencias y previsiones de los autores no se cumplieron como tales en la segunda mitad del sexenio, con todo y que al momento de la cercanía de las elecciones federales de este año se asomaron otras situaciones que seguramente ameritarán nuevos análisis.

Homenajear a Garma Navarro luego de 40 años de labor docente e investigativa es una excelente oportunidad para valorar la manera en que ha contribuido a ampliar el espectro de los estudios sobre religión en general, y de su relación con la política en particular, pues ha ido más allá de la reiteración de modelos y métodos, aportando nuevos enfoques de los fenómenos y las problemáticas que han atrapado su atención y sus esfuerzos.

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[title]Por un año más[/title]

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