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Un episodio poco conocido de la vida de J. Moltmann: su amistad con Kelly Gissendaner

Hay un texto de Moltmann que expone muy bien lo acontecido alrededor de su contacto con Gissendaner, desde sus primeros acercamientos hasta el momento de su ejecución.

GINEBRA VIVA AUTOR 79/Leopoldo_CervantesOrtiz 05 DE JULIO DE 2024 16:06 h
J. Moltmann y N. Gissendaner.

Estoy a disgusto con la inhumanidad del sistema penitenciario estadounidense. Es puro castigo, no justicia educativa. Estoy incondicionalmente en contra de la pena de muerte después de la crucifixión de Jesucristo por todos los pecadores. No podemos condenar a los pecadores a muerte. Y una democracia es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y al pueblo se le dice “no matarás”. El gobierno del pueblo no matará. Sólo las dictaduras actuales utilizan la pena de muerte. Y la gente puede cambiar. Siempre existe la esperanza, para todos, de cambiar. Y no debemos culpar a una persona del delito una vez cometido. Condenamos los pecados, pero amamos a los pecadores. Por eso debemos separar a la persona del acto y dar a la persona una nueva oportunidad.1



J. Moltmann



 



Cuando Kelly Gissendaner fue ejecutada el 30 de septiembre de 2015, detrás quedaba toda una historia de crimen, reflexión, arrepentimiento y restauración espiritual aderezada con un fuerte componente teológico. Convicta por orquestar el asesinato de su esposo Douglas en febrero de 1997, enfrentó un largo juicio que la condujo a la muerte. Al momento del suceso, ella contaba con 28 años y su esposo con 30; la pareja tenía tres hijos. Se casaron dos veces, en 1989 y 1995; vivían en Auburn, Georgia. Su caso cobró relevancia mediática cuando Mark Oppenheimer lo dio a conocer en The New York Times y reconstruyó los entretelones de la vida de Gissendaner en la cárcel, además de su evolución como estudiante especial de teología.2



El crimen, según reconoció ella, fue brutal, pero en 2010, según refirió Oppenheimer, Gissendaner “se inscribió en un curso de teología para prisioneros patrocinado por un consorcio de escuelas del área de Atlanta, incluyendo a la Universidad Emory”. Durante ese tiempo se apasionó por pensadores cristianos del tipo de Dietrich Bonhoeffer y Rowan Williams, anterior arzobispo de Canterbury. También la atrajo la labor de Jürgen Moltmann, profesor en Tübingen. Quien fue su profesora, la Revda. Jennifer McBride, la conectó con él y comenzó a escribirle, con lo que comenzó una buena amistad. Ella le envió un escrito suyo sobre Bonhoeffer que le agradó mucho a él. “Los dos cristianos —una convicta por asesinato en Georgia y un teólogo retirado en Tübingen— se volvieron amigos. En cuatro años, intercambiaron ‘20 o 30 cartas’”. Moltmann se refirió a ello: “He comprendido que es una persona sensible y no un monstruo, como dicen los periódicos. Además de que es muy inteligente”. Él la consideró como alguien completamente rehabilitada. “Ha cambiado su mente y su vida”.



[photo_footer]Douglas y Kelly Gissendaner.[/photo_footer]



En octubre de 2011, Moltmann expuso conferencias en Atlanta, y le preguntó a la profesora McBride si podría visitar a Gissendaner en prisión. Su presencia coincidió con la graduación de 10 estudiantes y accedió a decir unas palabras. He aquí un fragmento:



Ustedes recibirán su Certificado en Estudios Teológicos hoy. Permítanme decir unas palabras sobre qué es la teología. “Creo para comprender” es una característica famosa de la teología. Esto nos lo dijo el padre-monje Anselmo de Canterbury. Creer es bueno; comprender es mejor. […]



Permítanme felicitarlos. Son realmente teólogos y, de hecho, excelentes teólogos. Leí un artículo que me envió Jenny McBride y quedé impresionado. Mis alumnos de Tubinga no podrían haberlo hecho mejor. Me gustaría animarlos: continúen y tomen el próximo curso de Estudios Teológicos. Y no sólo deben aprender de otros teólogos, sino también desarrollar sus propios pensamientos. Necesitamos sus conocimientos espirituales y reflexiones teológicas.



Existe una comunidad mundial de todos los teólogos. Existe una comunidad milenaria de todos los teólogos. Agustín y Tomás de Aquino, Martín Lutero y Dietrich Bonhoeffer son nuestros hermanos y hermanas en el espíritu de Dios. Los necesitamos: la teología en el mundo necesita la teología en prisión. El camino hacia afuera sería un camino equivocado sin el camino hacia adentro. Sin experiencia propia no hay experiencia de Dios. ¡Tú eres la iglesia! Somos hermanas y hermanos en Cristo Jesús.



Friede Mit Euch! (¡La paz sea con vosotros!)3.



Luego de la ceremonia, se reunieron los tres, y como recuerda McBride: “Hablaron sobre su experiencia común en la cárcel y sobre el tiempo que pasaron en el ejército”, pues él participó en la Segunda Guerra Mundial, además de que fue prisionero poco después. “También dialogaron sobre la experiencia de leer la Biblia en la cárcel”. Los avatares de los estudios de Gissendaner fueron varios: inició en la prisión Metro State, cerca de Atlanta, al principio con sus compañeros, pero a la mistad de sus cursos una nueva administración no la dejó salir de su celda para ello, por lo que los profesores debían visitarla. McBride le dio clases a través de los barrotes, dos horas cada viernes. Cuando la prisión Metro cerró, Gissendaner fue trasladada a la cárcel del condado de Lee Arrendale State, adonde pudo reunirse con sus maestros en el salón de visitas. McBride se mudó a Iowa. En 2022 publicó You shall not condemn: A story of faith and advocacy on death row (No condenarás: una historia de fe y defensa en la fila de la muerte), acerca de este caso tan impactante.



En una carta del 10 de febrero de 2012, Moltmann le dijo que no había sabido nada sobre Gissendaner “durante un buen tiempo”. “Querida Kelly”, le dijo, “Friede sei mit dir” (“Que la paz sea contigo”). Él había disfrutado mucho el libro devocional Journey of hope by faith (Viaje de esperanza por la fe), que escribió ella como proyecto final para su certificado de teología; le pareció “muy inspirador”. “¿Puedes continuar tus estudios teológicos?”, le preguntó. “¿Quién está a cargo ahora que se fue Jenny? Yo sigo estudiando a mis 85 años para descubrir nuevas ideas. Es una aventura de ideas, no sólo de fe. Teología es amar a Dios con la mente”. En un comentario que hizo a su abogada, Susan Casey, Gissendaner le dijo que se había interesado en Moltmann porque era un teólogo de esperanza, y la esperanza y la fe la habían sostenido.



[photo_footer]Moltmann y Gissendaner en la cárcel.[/photo_footer]



Hay un texto de Moltmann que expone muy bien lo acontecido alrededor de su contacto con Gissendaner, desde sus primeros acercamientos hasta el momento de su ejecución. Allí resume mucho de lo dicho hasta aquí y añade elementos que permiten apreciar la profundidad de su relación epistolar y el impacto de ésta en el teólogo alemán. Da testimonio puntual de la decisión que tomó respecto a ella al verla ya como una auténtica discípula: “Mi interés era educarla como trabajadora teológica y de atención pastoral para sus compañeros de prisión. Y, de hecho, pasó de ser un ser humano amargado y egocéntrico a una figura materna compasiva y afectuosa para sus compañeros de prisión. La llamaban ‘Madre Kelly’ y cuidaba a los prisioneros que sufrían crisis nerviosas y tenían tendencias suicidas”.4 Moltmann valora su amistad con ella y sus cartas como algo singular. “Con esto comenzó una amistad por correspondencia sobre temas teológicos y experiencias personales de fe. No hemos escrito sobre su ‘caso: las confesiones pertenecen a las confesiones, no a las cartas. Y para ello el capellán de la prisión era más apropiado que yo en la lejana Alemania. Admiré la fuerte confianza de Kelly en Dios con tal piedra de culpa sobre sus hombros”.



Unas citas de las cartas enviadas a Alemania son referidas por Moltmann, especialmente sobre lo que la teología llegó a representar para ella:



Desde el comienzo de la clase de teología sentí esta hambre. Nunca he tenido un hambre como ésta. Tuve hambre de teología… Mi realidad es que soy la única mujer condenada a muerte en Georgia. La teología se trata de crecer en la verdad… He puesto mi esperanza en el Dios que ahora conozco, el Dios cuyas promesas me son dadas a conocer en toda la historia de la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. …



Les imploro que no permitan que la prisión les robe su sueño y visión, ni su dignidad o autoestima… Sepan que el sufrimiento puede redimirse. Sólo hay uno que puede sacar algo limpio de algo inmundo, o convertir la tragedia en triunfo, y al perdedor en ganador. Cuando ocurre este milagro… nuestra vida no se desperdicia.



Cuando se anunció una fecha probable para la ejecución el 25 de febrero y después de posponerse una vez más, Moltmann reaccionó con un afecto y una actitud de fe poco común:



Yo mismo estaba decepcionado por lo que había esperado para ella. Cada día había orado por ella. Escribí una carta de consuelo para prepararla espiritualmente para la muerte y el 25 de febrero encendí una vela y oré por ella. La sorpresa llegó a la mañana siguiente. Durante la noche, hubo una tormenta de nieve en el estado. No pudo ser transportada a la prisión de hombres de Jackson, donde se encuentran las instalaciones para la ejecución. La ejecución se pospuso para el lunes 1 de marzo. Nuevamente encendí una vela y oré por Kelly. A la mañana siguiente recibí el mensaje de que la ejecución había sido pospuesta hasta un momento indeterminado: la inyección letal había sido contaminada. Kelly escribió: “Oh, Dios es tan bueno, tan bueno”. En dos ocasiones recibió la llamada última comida: hamburguesa con coca cola, y estuvo cuatro horas encadenada esperando su muerte.



El resto del texto es una honda reflexión teológica sobre la vida, la muerte, el perdón y la culpabilidad que entreteje observaciones claras sobre la obra de redención de Jesucristo y cómo ésta puede alcanzar hasta al más deplorable de los criminales. Así se refiere a las bases cristológicas y políticas para su rechazo de la pena de muerte:



1. Dado que Jesús sufrió la pena de muerte romana y estaba siendo resucitado por Dios, la pena de muerte ya no es una opción cristiana. Cristo murió “por los pecados del mundo”. Condenamos el pecado, pero amamos al pecador, porque esta es nuestra experiencia cristiana de Dios.



2. Una democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” (A. Lincoln). El pueblo está llamado al mandamiento: “No matarás”. Esto también se aplica a la soberanía del pueblo.



3. La gente puede cambiar. Nadie tiene que ser durante toda su vida “asesino”, “ladrón” o “criminal”. Al confiar en Dios, para todos y siempre hay esperanza de un nuevo comienzo de vida, sea cual sea su juventud o su edad.



[photo_footer]J Moltmann, K Gissendaner y J. McBride.[/photo_footer]



El texto concluye con reflexiones acerca de la espiritualidad mística de los prisioneros y los condenados a muerte:



Cuando una persona condenada a muerte (me refiero a los Estados Unidos) es llevada a prisión, se le quitan todas sus pertenencias personales. Recibe el uniforme de prisión. Está aislada de todo contacto personal y se siente sola. Le roban su nombre, se convierte en un número que está impreso en la espalda. Se ve obligada a un celibato de por vida. En régimen de aislamiento, se le condena a guardar silencio, nadie le habla. Las amistades en prisión están prohibidas. A los prisioneros no se les permite darse la mano durante más de 30 segundos. El prisionero ya no es dueño de su propia vida, está sujeto a la disciplina de la prisión. En la soledad de la celda, él/ella es arrojado sólo sobre Dios o los demonios de su alma. El poeta coreano Kim Chi-Ha, que pasó 10 años en régimen de aislamiento, me dijo: “Después de cinco años, uno se vuelve loco y luego las paredes se mueven”.



Finalmente, traza puentes entre los sufrimientos del Señor Jesús y la experiencia mística de quienes están solos y abandonados, igual que él y que, como los condenados muerte, son obligados a vivir en medio de una “disciplina mística”:



Ante los místicos están los mártires, con quienes los místicos intentan identificarse. Y ante los mártires se encuentra el Cristo abandonado de Getsemaní y el moribundo del Gólgota. Erik Paterson señaló la conexión entre el apóstol y el mártir. Lo que tienen en común es “el sufrimiento de Cristo”, en el que se experimenta la presencia de Cristo resucitado. He señalado anteriormente esta conexión entre misticismo y martirio para eliminar el misticismo del toque moderno del esoterismo. Hoy me pregunto por la espiritualidad de los condenados a muerte y de aquellos presos que son sometidos involuntariamente a esta disciplina mística. Viví en Nancy, Francia, en un claustro carmelita abandonado y me señalaron los barrotes que bajaban detrás de las hermanas carmelitas y que nunca más se volverían a levantar (Énfasis agregado).



En la petición de perdón para Gissendaner, la cual incluye testimonios detallados de compañeras y custodios, una de éstas últimas se refirió a la manera en que ella fue capaz de tranquilizar a quienes deseaban suicidarse o habían tenido afectaciones mentales. “Las otras reclusas podían ver cuando las internas eran escoltadas por el patio con los brazos vendados por intentos de suicidio, y cómo le gritaban a Kelly al respecto”, dice una excustodia, Marian Williams, quien disfrutaba al charlar sobre la Biblia con Gissendaner. “Kelly podía hablar con esas mujeres y ofrecerles algo de esperanza y paz”.5



La ejecución se siguió posponiendo y, a pesar de las peticiones de clemencia (que incluyeron al papa Bergoglio6), Gissendaner recibió la inyección letal siete meses después. Como escribió Openheimer, “ella sobrevivirá en la literatura”. La profesora McBride planeaba citar textos suyos en su próximo libro sobre el trabajo con reclusas. Moltmann, quien escribió acerca de su propio remordimiento por haber luchado en el ejército alemán, ofreció una idea de lo que le esperaba a su amiga: “Si el Estado de Georgia no tiene piedad, ya ha recibido el perdón del cielo”. En el sitio que honra su nombre, se lee:



Kelly Gissendaner ha aceptado toda la responsabilidad y ha expresado su profundo remordimiento por su participación en el asesinato de su marido, Douglas Gissendaner: “es imposible expresar con palabras la pena y el remordimiento abrumadores que siento... simplemente no hay manera de captar la profundidad de mi pena y arrepentimiento. Cambiaría todo si pudiera”. A lo largo de su periodo de 18 años de encarcelamiento, Kelly Gissendaner ha experimentado una profunda transformación espiritual, madurando como persona y en su fe. Ha completado un Certificado en Teología y ha participado en múltiples programas ofrecidos en la prisión.7



Al momento de recibir la inyección letal, Gissendaner cantó el himno “Amazing grace”, recuerda Moltmann. Y agrega que, en el segundo verso (“that saved a wretch like me”, “que salvó a un miserable como yo”) “su voz flaqueó; el veneno mortal hizo su efecto”.8 Y termina: “El 10 de octubre de 2015, la Iglesia Unida de Cristo en Atlanta celebró un servicio religioso ‘Celebrando la vida de Kelly Renee Gissendaner’ en el que se levantaron 47 globos verdes, uno por cada año de su vida. ‘Kelly fue madre, consejera, estudiante de teología y, sobre todo, hija de Dios. Como todos nosotros, ella era, en palabras de Martín Lutero, pecadora y santa a la vez’”.



Así fue Moltmann como persona, creyente y teólogo, alguien dispuesto a dialogar y hasta a autorizar inmediatamente el uso de algunos materiales suyos, como lo hizo con quien esto escribe en algún momento de 2012. De la misma forma en que la teología latinoamericana de la liberación trastornó su pensamiento y lo encaminó por nuevos senderos, seguramente esta experiencia radical de fe, de vida y muerte, quedó grabada en lo más profundo de su ser y canalizó su espiritualidad por rumbos inesperados.



 



Notas




1 J. Moltmann, ver aquí. Versión: LC-O.





2 M. Oppenheimer, “A death row inmate finds common ground with theologians”, en The New York Times28 de febrero de 2015. Versión en español: “Una mujer condenada a muerte encuentra puntos en común con teólogos”, en ALC Noticias4 de marzo de 2015. Versión: LC-O.





3 J. Moltmann, “The Church in the world and the Church in prison”, aquíSe trata de un sitio web en memoria de Gissendaner, que incluye artículos, anuncios de eventos, videos y otros materiales.





4 J. Moltmann, “My history/story with Kelly Gissendaner on Death row” (traducción de Jan Jans), en Universidad de Linköping, Suecia, p. 1. Versión propia.





5 M. Oppenheimer, op.cit.





6 “Niegan pedido de clemencia de papa francisco de condenada a muerte en Georgia”, en The San Diego Union-Tribune29 de septiembre de 2015.





7 “About Kelly”, ver aquí.





8 Dan Shepherd, Tracy Connor y Gabe Gutierrez, “Georgia woman Kelly Gissendaner sings ‘Amazing grace’ during execution”, en NBC News, 29 de septiembre de 2015.



 




 



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