Apartada por la Reforma de las cuestiones ligadas a la salvación, la ética es, como todo lo que el hombre construye por sí mismo, juzgada y condenada. Pero cuando la Ley viene a poner al ser humano en su lugar, cuando le hace ver su miseria y le obliga a admitir que solo merece más que la contradicción, es para hacerle comprender otra palabra, la que le vale para ser socorrido. Cada vez que Dios juzga, es para dar gracia.1

F. Dermange

Una magnífica forma de conmemorar los 506 años de los inicios de la Reforma protestante, especialmente ante la enorme carencia de obras disponibles en nuestro idioma que permitan apreciar los alcances y la vigencia actual de ese movimiento religioso y teológico, es hacer posible su acceso a un público amplio. Luego de varios meses de trabajo, por fin ha salido de la imprenta La ética de Calvino, de François Dermange, profesor de la Universidad de Ginebra, bajo el solidario patrocinio de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (WCRC, por sus siglas en inglés, wcrc.ch), coeditado por la Universidad de Ginebra, Labor et Fides, la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (CMIRP) y la benemérita Casa Unida de Publicaciones (CUPSA). La traducción estuvo a cargo del Dr. Luis Vázquez Buenfil (exalumno de Dermange), y la revisión editorial y de contenido la realizó el autor de estas líneas. El diseño de los forros corrió por cuenta de Juan Rangel Delgado y la producción final fue coordinada por la Mtra. Maritza Macín, directora general de CUPSA.

La actualización analítica que propone el autor responde directamente a la gran variedad de caricaturas y malentendidos de que es objeto la ética calviniana. Esta obra llega en un momento muy oportuno ante los embates de algunas corrientes que pretenden monopolizar la representación teológica reformada sin considerar suficientemente la diversidad que la caracteriza. Como bien subraya Vázquez Buenfil, es una auténtica mina de referencias actuales y pertinentes para retomar la ética reformada como un valor muy puntual para las exigencias del presente. Por cortesía de los coeditores se presentan aquí fragmentos de la presentación del traductor y del prólogo especial del autor, además de las opiniones de la Dra. Alicia Mayer (Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM) y del Dr. Rubén Rosario Rodríguez (profesor de la Universidad de San Luis, Estados Unidos), que aparecen en la contraportada del libro. A todos ellos/as les extendemos una palabra de gratitud, pero sobre todo al Dr. Dermange, por su disposición y accesibilidad para poner este libro al alcance de los lectores/as de habla castellana en ambas orillas del Atlántico.

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Presentación

Luis Vázquez Buenfil

François Dermange es un teólogo reformado, un pensador que utiliza las propuestas de Calvino para encontrar aplicaciones prácticas para la vida cotidiana de todas las personas de hoy. En su trayectoria de vida, pasó de la economía a la teología y a la ética. Graduado de la Escuela de Altos Estudios Comerciales en París, Dermange comenzó su carrera profesional como consultor de Arthur Andersen, una de las empresas más renombradas del mundo en el campo de la auditoría financiera. Pero su espíritu, no contento con los marcos culturales establecidos, lo llevó a iniciar estudios teológicos en París, para luego concluirlos en Ginebra, la ciudad donde su reformador hizo una revolución religiosa varios siglos antes. En la Universidad de esa ciudad realizó su primer gran trabajo de teología, ética y economía focalizándose en uno de los precursores de la economía moderna, Adam Smith, que tituló El Dios del mercado (2003) publicado por la prestigiosa editorial Labor et Fides. Desde entonces, la carrera académica de este teólogo, economista y especialista en ética contemporánea no se ha detenido. En 1998 fue nombrado catedrático de Ética en la Facultad de Teología de la misma universidad, de la que fue decano durante cuatro años (2005-2009). En su alma mater, Dermange se concentró entonces en la investigación de sus temas favoritos: la teología y la ética de Calvino, así como en las acciones que los “hijos” e “hijas” de Calvino, dispersos por toda Europa, produjeron a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

En el mundo francófono, Dermange ha publicado numerosos libros y artículos de su especialidad y es reconocido como una de las voces imprescindibles en este campo del conocimiento científico. Actores del campo religioso, suizos y europeos, lo consultan para conocer su punto de vista sobre muchas cuestiones concretas, ya sean sociales o políticas, económicas o religiosas, ecológicas o bioéticas. Ahora recibimos en el mundo hispanoamericano su libro La ética de Calvino, auténtica síntesis teológica sobre esta cuestión. Publicado originalmente en 2017, este texto es una mina de oro en cuanto a la vida y obra de Calvino se refiere, sus construcciones teológicas y su implementación en la vida social y religiosa de su tiempo. Es una obra que rompe, metodológicamente hablando, con innumerables publicaciones que caen en la apologética fundamentalista, que propagan a Calvino simplemente porque sus autores son calvinistas y que aprenden su pensamiento a través de textos que provienen de otros idiomas (especialmente del inglés actual) y no directamente de la lengua francesa de finales de la Edad Media, la misma que utilizó el fundador de las iglesias reformadas.

Los lugares comunes no se repiten aquí. El autor reconoce los errores históricos del reformador, especialmente en el caso de la muerte de Miguel Servet (1553) o en las polémicas en las que se vio envuelto. La reflexión de Dermange también pone en su lugar las caricaturas que se han difundido a lo largo de la historiografía anti-calvinista, ésa que sitúa al reformador francés a la cabeza de una “dominación tiránica”, dispuesta a dictar su ley por encima de la voluntad de los otros. […]

Los grandes temas abordados por el reformador (el Dios-Padre, el Dios-Hijo y el Dios-Espíritu Santo, el orden eclesiástico, la economía de la sociedad, entre otros) son trabajados a partir de las fuentes originales —y recopiladas en la Ioannis Calvini opera quae supersunt omnia, del siglo XIX (1863-1900). Se trata de textos “escritos en diferentes épocas, con géneros literarios y estatus heterogéneos”, y que absolutamente todos son abordados por Dermange en el mismo idioma utilizado por el reformador: el francés del siglo XVI. […]

Prólogo

François Dermange

Este libro pretende dar a conocer mejor el pensamiento de un hombre muchas veces caricaturizado y disfrazado, porque fue percibido por los católicos de su tiempo como su principal adversario. Fuera de la polémica, veremos que Calvino ofrece una auténtica relectura de los Evangelios, al extraer las consecuencias para la vida personal de los cristianos, en todas las dimensiones de su vida personal y social, incluidas la política y la económica. Mi convicción es que, a pesar de los errores de juicio que a veces tuvo (¡Calvino no fue un santo!), su pensamiento sigue siendo relevante para nosotros, incluso hoy en día. Esto se aplica tanto en Europa como en América Latina siempre que reine la injusticia.

El corazón del mensaje es esencialmente religioso. En Jesús de Nazaret la misericordia divina se revela de una vez por todas. En su vida, muerte y resurrección comprendemos, sin pretensiones, quiénes somos —Dios no tiene por inocente al pecador—, así como la profundidad de la gracia, que siempre vence. Si bien no podemos reclamar nada ante Dios, ni mérito, ni santidad, Él manifiesta su misericordia, llamándonos a aplicar las consecuencias de dicha misericordia en nuestras vidas. […]

Ahora bien, la primera exigencia del amor es la justicia, resumida en la Regla de Oro, una regla que todo ser humano, cristiano o no, creyente o no, debe escuchar a través de su conciencia. No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Y, si lo entendemos bien, hagamos al otro lo que te gustaría que se nos hiciera a nosotros mismos. Tal regla, si se implementara, trastornaría nuestra vida personal y colectiva. Pensemos en la política: como veremos, Calvino no solo se opone a las monarquías absolutas y aboga por la elección de los magistrados, sino que, también, concibe el poder político solo como un poder de servicio para el bien del pueblo.

Pensemos también en la economía. Lejos de las caricaturas que hacen de Calvino el padre del liberalismo destructivo, esto es lo que él defiende:

Debemos ver que nuestro Señor nos ordena, por su ley, que aquellos que están a nuestro servicio sean tratados humanamente por nosotros (mismos), que los sostengamos y que no sean defraudados de sus salarios, y que nosotros no exijamos tener todo lo que podamos sacarles, sino que haya equidad, que seamos moderados por nosotros mismos y que no esperemos a que se nos imponga una ley que nos constriña, sino que cada uno se autorregule. […] (Calvino, Sermons sur le Deutéronome, CO, t. 27, col. 346-347)

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El empleador no puede justificarse por el hecho de que su empleado haya aceptado los términos del contrato. Tampoco puede tomar como base del salario el ajuste entre la oferta y la demanda, ni simplemente lo que permite la ley, o un salario comúnmente aceptado, ni siquiera lo que vale el aporte productivo de su empleado. Solo un criterio es relevante aquí: que quien solo tenga sus manos para vivir, que pueda vivir de su trabajo: “La humanidad nos es recomendada en términos generales; que cuando los pobres trabajan para nuestro servicio, que no abusemos de ellos como si fuesen esclavos y que no seamos ni demasiado restringidos, ni quisquillosos, porque no hay nada más injusto que, después de que nos hayan servido, por lo menos tengan algo para subsistir mediocremente” (Calvino, Commentaire des cinq livres de Moyse. Ginebra, François Estienne, 1564 (armonía), pp. 423-424).

Lo que es cierto entre los humanos también lo es con respecto a la naturaleza. El judaísmo mandaba no cocer el cordero en la leche de su madre, una leche que había sido destinada para su alimentación. De la misma manera, Calvino ataca a quienes matan a una cierva antes de que haya dado a luz. La humanidad significa no solo vivir juntos en paz, con los demás; sino también abstenerse de hacer el mal, incluso hacia la naturaleza (Calvino, Sermons sur le Deutéronome, CO, t. 27, col. 291). […]

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El libro que tiene el lector en sus manos destaca la trascendencia que tuvo el pensamiento de Juan Calvino en lo relativo a las principales nociones de la ética. El reformador francés trató extensamente sobre los conceptos del bien y del mal, el deber, la felicidad, el bienestar común y otras instancias no menos trascendentes del comportamiento humano. Se reafirma en este estudio que la sagesse calvinista fue un factor detonante para el advenimiento del mundo moderno, aún sin que el teólogo de Ginebra lo advirtiera. François Dermange, destacado teólogo francés y un profundo conocedor del pensamiento de Calvino propone una comprensión holística de los elementos que conforman el ethos del gran reformador del siglo XVI.

Alicia Mayer

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Este valioso tomo presenta el pensamiento de François Dermange, teólogo y especialista en la ética social de Juan Calvino, como interlocutor reformado que interpone los grandes temas de la teología de Calvino en conversación con los problemas que confrontan las personas de hoy. Esta bella traducción sirve para la intención del autor por presentar el pensamiento complejo de Calvino como relevante para las esferas pública y secular. Al mismo tiempo, esta traducción introduce las obras del pensador francófono Dermange al mundo hispanoamericano como corrección de varias interpretaciones estereotipadas (y equívocas) de la tradición calvinista.

Rubén Rosario Rodríguez

Notas

1 F. Dermange, “La vida según la gracia”, en La ética de Calvino. México, CMIR-Universidad de Ginebra-Labor et Fides-CMIRP-CUPSA, 2023, p. 105. Énfasis agregado.