Dios es el único Soberano absoluto del universo por derecho de creación. De ahí la estrecha dependencia de todo lo creado con respecto al Creador.
Un fragmento de “La Biblia y su mensaje: Génesis y Éxodo”, por José Grau (Clie y Unión Bíblica, 1987). Puede saber más sobre el libro aquí.
INTRODUCCIÓN
Génesis significa origen, título puesto al libro con que se abre la Biblia por la antigua Versión griega de los Setenta (s. II a.C.) y después por la Vulgata y otras versiones latinas. En hebreo este libro recibía el nombre de las palabras del comienzo: «En el principio...» (Bereshit). Lutero sugirió que a Génesis se le antepusiera «Libro primero de Moisés». Génesis resulta una designación muy apropiada para el primer libro de la Biblia. Aquí encontramos el principio de todo aquello que nos concierne más directamente: se nos narran los orígenes del mundo, del ser humano, de las grandes instituciones como el matrimonio y la familia, etc. Muchos de los grandes temas bíblicos tienen en Génesis su punto de partida: el pecado, el juicio, el perdón, la salvación, el pacto y las promesas divinas. Ya dijo Agustín de Hipona que Génesis constituye algo así como el semillero de toda la Escritura.
Abraham es la figura central. Por vía de eliminación de ramificaciones ajenas, los once primeros capítulos van estrechando gradualmente la perspectiva y así, después de relatar los orígenes del género humano, el centro de interés pasa a ser la historia de los antepasados del gran patriarca en cuya descendencia un día serían benditas todas las familias de la tierra (12:2). A través de Abraham y de Isaac llegamos hasta Jacob, por medio de cuyos doce hijos se formarán las doce tribus que habrán de integrar el pueblo de Israel. El hilo conductor de todas estas historias es la alianza, o pacto, con las promesas que conlleva y la fe humilde y obediente que suscita; su finalidad: crear una auténtica comunión entre Dios y el hombre (17: I, 8, 19), como se indica con aquella expresión tan entrañable: «caminar con (o delante de) Dios», o aquella otra que acabará siendo la fórmula por excelencia de la alianza: «Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.»
¿Quién es el autor de Génesis? Tanto judíos como cristianos han considerado tradicionalmente a Moisés como el autor básico. Su educación en la corte de Faraón le capacitó para leer y escribir correctamente (comp. Ex. 24: 4; Dt. 31: 9 y ss.). Es lógico pensar que tuviera interés en preservar los documentos llegados hasta él como base de su propia obra.
Toda la fe de Israel se edificará sobre el fundamento de las promesas divinas a los patriarcas, de manera que su historia es el prólogo necesario a todo lo que el gran legislador escribirá después. Más que autor, Moisés fue el escritor-editor (como diríamos hoy), o compilador, del material que recoge Génesis. Guiado por el Espíritu Santo seleccionó de entre las tradiciones orales y escritas de sus antepasados. La historia de la creación del mundo y del ser humano pudo haberla recibido por revelación directa de Dios. Moisés tuvo muchas experiencias de comunión íntima e inmediata con el Señor (Ex. 33: 11, 20-23). Ello no impide admitir igualmente que el texto mosaico recibiera algunas notas adicionales hasta la época de la monarquía (por ej., 12:6; 13: 7; 14: 17 y algunos párrafos de 36: 9-43). Aparte de esto, nada indica que hayamos de fechar el libro de Génesis después de la época de Moisés.
Los once primeros capítulos tienen un carácter muy especial, tanto por su forma como por su contenido. Suele llamárseles «Prehistoria bíblica» por cuanto abarcan con grandes pinceladas desde la creación del universo hasta la época patriarcal (alrededor del año 2.000 a.C.). Las formas y los estilos literarios de estos capítulos presentan ciertas dificultades por ser muy diferentes de las modalidades de expresión de nuestro tiempo. De ahí el cuidado que exige su interpretación y la necesidad de tener en cuenta sus materiales específicos: tablas genealógicas, poemas […] Génesis 1:1-25. Dios Creador En el principio creó Dios los cielos y la tierra, v. 1. Palabras majestuosas e iluminadoras las que sirven de pórtico al primer libro de la Biblia. Nos dan seguridad y consuelo. Porque, al saber que Dios es el origen de todo, tanto el universo como nuestra vida se llenan de significado. No somos el resultado del azar o la casualidad sino el producto de los planes soberanos de Dios.
Dios es el único agente de la creación: «Yo Jehová que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo» (Is. 44:24; Jer. 10:16). En el NT aprendemos que todo fue creado por medio de Jesucristo (Jn. 1:1 y 3; Col. 1:16-17) y deducimos así que Cristo es Dios Creador tanto como Salvador.
Dios es el único Creador en sentido absoluto. El verbo crear (bara) solo se utiliza teniendo a Dios como sujeto, nunca el hombre. Dios hace surgir todas las cosas de la nada (creación ex nihilo; He. 11:3). Todo proviene de Dios. «Sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (Jn.1:3).
El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, v. 2. Bella imagen que nos transmite la realidad del cuidado y vigilancia del Espíritu del Señor en todo el proceso de la creación. Y dijo Dios..., vv. 3, 6, 9, 11, etc. Esta frase introduce cada uno de los actos creadores de Dios. En Dios, la palabra y la acción van siempre juntas. Cada palabra divina corresponde a una acción de Dios y cada acción revela su grandeza y su gloria: «Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» (Sal. 33:9).
Dios es el único Soberano absoluto del universo por derecho de creación. De ahí la estrecha dependencia de todo lo creado con respecto al Creador. A lo largo de toda la historia bíblica, la relación de Dios con el mundo y con los hombres será una relación hecha posible gracias a la palabra soberana de Dios. La palabra que revela, llama, ilumina, orienta y finalmente se encarna en Jesús, pero que como Palabra eterna de Dios ya obró en la creación del mundo (Jn. 1:1-5).
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