Autodefinido claramente como un protestante libre, Enzinas se movió entre los dos polos de la Reforma y su traducción de Lutero y Calvino lo muestra como muy moderado al momento de tocar los puntos más comprometedores.
Entonces me dijeron: “No negamos que sea católica, pero decimos que de ella, mal entendida, Lutero y todos los otros herejes han tomado ocasión para sus errores”. “Lindo juicio el vuestro —les dije— de querer afirmar como verdadera una cosa de la cual no estáis seguros. Porque vuestra profesión es el derecho civil y no la teología, y como vosotros mismos lo confesáis, jamás habéis leído los libros de Lutero. Y aunque fuera como vosotros decís, sería bueno poner esa sentencia en grandes letras, a fin de que, por ello, como por una marca, los lectores fueran exhortados a detenerse allí a fin de no tropezar en ese punto como aquellos que se han engañado.1
F. de Enzinas
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Cuando Francisco de Enzinas fue detenido en Bruselas el 13 de diciembre de 1543, 20 días después de su encuentro con el emperador Carlos V para entregarle en sus manos la traducción castellana del Nuevo Testamento, una de las acusaciones en su contra fue precisamente haber trasladado también un texto de Martín Lutero, específicamente el Tratado de la libertad cristiana (1520).2 Pedro de Soto, el dominico confesor del emperador, lo entrevistó como parte del proceso que lo llevaría a la cárcel y en la cual estaría hasta el 1 de febrero de 1545, tal como lo describe el propio Enzinas en sus Memorias, escritas a petición expresa de Felipe Melanchthon.
Los cargos que lo llevaron a prisión fueron los siguientes, presentados luego de seis meses al Consejo del emperador:
1. En Francisco recaen sospechas de luteranismo.
2. Ha conversado con herejes.
3. Ha alabado a Melanchthon y su doctrina, y sostenido proposiciones heréticas.
4. Ha hecho imprimir el Nuevo Testamento traducido por él a la lengua castellana, contra las ordenanzas del Emperador y contra los consejos de muchos amigos.
5. Es autor y traductor del libro peligroso titulado De la libertad cristiana y del libre albedrío.
6. Ha comprado y tiene en su poder el Epítome de todas las obras de San Agustín, de Juan Piscator, el cual tiene muchas cosas heréticas.
7. Todas estas cosas son contra los edictos imperiales.3
De ellos da cuenta Enzinas minuciosamente en la sección “Primeros interrogatorios” de sus Memorias, aun cuando, en sentido estricto, se trató de una edición no autorizada por él, pues su hermano Diego (quemado en Roma en marzo de 1547) fue quien la hizo publicar con datos falsos. Como lo explica Bergua Cavero: “Que la traducción es cosa de Francisco —Elao sería una especie de traducción de su apellido al hebreo—, y que su hermano lo publicó sin su permiso, son datos que parecen deducirse de la carta que Enzinas escribió unos años más tarde a Juan Díaz (Wittenberg, 21 de diciembre de 1545”,4 la cual es citada inmediatamente: “Estas premoniciones de las que di aviso a mi hermano, pude preverlas con gran antelación, antes de que enviara aquel libro nefasto a la imprenta, pero no tuvo suficiente buen sentido y juicio como para, o bien prever por sí solo los males subsiguientes, o bien evitarlos tras haber recibido consejo”.5
La acusación directa de Soto (“…un librito español muy pernicioso, trota hoy en día de aquí para allá, y se dice que vos sois el autor y que ha sido impreso por vos. Que si estas cosas son ciertas, os hubiera valido mucho más no haberos dedicado jamás al estudio, que haber aplicado esa inteligencia y saber a favorecer a los herejes y combatir contra la verdadera doctrina católica”.6), fue rechazada por Enzinas: “En cuanto a la tercera acusación, del librito que vos calificáis de muy dañino, y pensáis que ha sido sacado a luz por mí, como no comprendo bien de qué libro habláis, os puedo también asegurar que todavía no he publicado nada más que este Nuevo Testamento”.7 Ya estando en la cárcel, nuevamente fue acusado con la mención del título de la obra y respondió en el mismo tono. Al negar la edición decía la verdad, pues su hermano fue quien lo hizo. No obstante, llama la atención que el volumen se publicase antes de la estancia de Enzinas en Wittenberg. Más tarde, acudiría a los funerales de Lutero en febrero de 1546.
El Tractatus de libertate de Lutero, último de los grandes documentos de 1520 (aunque el traductor utilizó la edición de 1524), apareció en diciembre de ese año. Jonathan L. Nelson cita a David Bagchi, quien afirmó. “…es un tratado ‘pacífico’ y enseña que las buenas obras ocupan un lugar esencial en la vida cristiana”.8 El tratado “no era una mera exposición de la salvación sola fide sino una explicación de cómo la justificación por la fe debía compaginarse con el amor por el otro”.9 La única vez que menciona Enzinas el Tratado aparece en el epílogo y la cita subraya la justificación sola fide como su tema clave: “…si no te levantases con la fe, la cual sola basta para librarte de todos estos vicios y otros muchos que hayas cometido, así como más largamente lo hemos tratado en el Tractado de la libertad cristiana, el cual te encomiendo leas con mucha diligencia sin pasar por ello como gato sobre brasa, sino considerando muy atentamente todas las palabras que en él hay”.10
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El prólogo de Enzinas (pp. 65-90), destaca Nelson, “transmite el espíritu de Lutero, haciendo eco de la espiritualidad calurosa, algo mística, del reformador sajón en el lenguaje de la unión del alma con Dios. No hay que ir más lejos —a un [Andreas] Osiander, por ejemplo (como sugirió Bataillon)— para hallar la fuente de las expresiones de intimidad espiritual que salpican el prólogo y que penetran incluso el catecismo de Calvino, gracias a las interpolaciones del traductor”.11 Con base en estas observaciones, es posible señalar que la orientación religiosa y teológica de Enzinas, con todo y su cercanía con el luteranismo, por un lado, y con Calvino, por el otro, no se adscribió con claridad a ninguna de estas vertientes de la Reforma magisterial sino que, en la línea de otros pensadores de la época, optó por una comprensión más libre, pero claramente diferenciada del catolicismo romano, en sus afanes transformadores de la fe cristiana.
Autodefinido claramente como un protestante libre, Enzinas se movió entre los dos polos de la Reforma y su traducción de Lutero y Calvino lo muestra como muy moderado al momento de tocar los puntos más comprometedores, aun cuando en la traducción del Nuevo Testamento le ganó su luteranismo al destacar temerariamente algunas citas paulinas sobre la justificación por la fe y sobre la preeminencia de Jesucristo: Rom 3.22 y 28, y I Cor 3.11, y sobre la codicia económica, I Tim 6.10.12 Tal como lo resume adecuadamente Nelson:
Gracias a su forma de manejar los textos, podemos percibir mucho del pensamiento religioso de Enzinas. Está claro que el libro contiene cosas atrevidas con las que él mismo estaba comprometido: de no ser así, no se hubiese quejado de que su hermano lo hizo imprimir. La versión castellana enseña tan claramente como el texto latino la justificación por la fe sola; es más, insiste sobre ella en el prólogo y en el epílogo. Por otra parte, hay lugares donde Enzinas busca rodeos para no expresarse cabalmente; el ejemplo más claro es el del número de los sacramentos (CC 97). Enzinas escribe lo que cree, aun cuando no escribe todo lo que cree porque tiene un ojo puesto en el lector. La edición representa un compromiso entre los autores originales y Enzinas, que adapta su prosa según dos criterios: lo que él mismo cree y lo que la prudentia et moderatio indican que debe decirse o callarse para que el lector no se escandalice.13
El afán por reunir a Lutero y a Calvino en un solo volumen demuestra también la voluntad de Enzinas de valorar sus aportaciones bíblico-teológicas en el mismo nivel de importancia y de influencia para su pensamiento. Bergua Cavero, en el epílogo de su libro, puntualiza muy bien la ubicación teológica de Enzinas:
Enzinas se movió siempre entre dos polos, el marcado por la Reforma instituida —ya fuera de cuño luterano, calvinista o anglicano— y el más difuso del “espiritualismo” de cuño erasmiano, poco interesado en la polémica dogmática y la dimensión institucional y organizativa de la Iglesia. En líneas generales, creo que las convicciones íntimas del burgalés se orientaban más hacia el segundo de esos polos, pero su espíritu prudente y la conciencia de del peligro que le acechaba —su hermano Diego murió quemado, su amigo Juan Díaz brutalmente asesinado [por su propio hermano]— le impulsaron a mantener siempre buenas relaciones con los grandes reformadores como Melanchthon, Calvino, Bucero o Bullinger, que podían ofrecerle una protección efectiva frente a sus perseguidores.14
Notas
1 F. de Enzinas, “Primeros interrogatorios”, en Memorias. Historia del Estado de los Países Bajos y de la religión de España. T. I. Trad. de Adam F. Sosa. Buenos Aires-México, La Aurora-Casa Unida de Publicaciones, 1943 (Obras clásicas de la Reforma, VII), p. 161.
2 Jorge Bergua Cavero, Francisco de Enzinas: un humanista reformado en la Europa de Carlos V. Madrid, Trotta, 2006, p. 71.
3 B. Foster Stockwell, “Notas biográficas”, en El Nuevo Testamento de Nuestro Redentor y Salvador Jesucristo. Traducido del griego en lengua castellana, por Francisco de Enzinas. Buenos Aires, La Aurora, 1943, p. 19. Este autor cita la edición francesa de las Memorias: Françoys du Chesne, Histoire de l’estat du pais bas, et de la religion d’Espagne. Ginebra, Françoys Perrin, 1558, pp. 228-229.
4 J. Bergua Cavero, op. cit., p. 35.
5 F. de Enzinas, epístola 4, en Epistolario. Ignacio J. García Pinilla, trad. y ed. Ginebra, Librairie Droz, 1995, p. 82, cit. por J. Bergua Cavero, op. cit., p. 35.
6 F. de Enzinas, “Enzinas y el confesor”, en Memorias..., p. 125.
7 Ibid., p. 132.
8 D. Bagchi en el programa radiofónico de Melvyn Bragg, “The Diet of Worms”, In Our Time, 12 de octubre de 2006, BBC Radio 4, Reino Unido, cit. por J.L. Nelson, “Introducción”, en F. de Enzinas, Breve y compendiosa institución de la religión cristiana (1542). Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008 (Ediciones críticas, 8), p. 43.
9 J.L. Nelson, op. cit., p. 43.
10 F. de Enzinas, “Cómo el hombre cristiano ha de instituir cada día su vida”, en Breve y compendiosa institución de la religión cristiana (1542). Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008 (Ediciones críticas, 8), pp. 363-354.
11 J.L. Nelson, op. cit., p. 44.
12 Cf. J. Bergua Cavero, op. cit., pp. 67-68.
13 J.L. Nelson, op. cit., p. 49.
14 J. Bergua Cavero, op. cit., p. 210. Énfasis agregado.
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