Merece la pena recordar cuán accidentada fue la vida del pastorcillo de Belén, el dulce cantor de Israel, el místico y profeta. Nos aleccionará mucho repasarla, tomar de ella cuanto de edificante hay, y aprender a evitar los errores en que David incurrió.
Un fragmento de La Bibila y su mensaje: 1 y 2 de Reyes, 1 y 2 de Crónicas, de Bernardo Sánchez (Unión Bíblica de España, 2010). Puede saber más sobre el libro aquí.
1 Reyes 1:1-5
La sucesión del rey David
Tras unos sesenta años de reinado, David, en el ocaso de su vida, afronta la transcendental hora de su sucesión. La caducidad le oprime. En sus largas noches de insomnio ora a Dios rogando un digno sucesor para su trono. Varios de sus hijos aspiran a ceñir la corona de Israel. Adonías, probablemente el mayor de los que le sobreviven (2 S. 3:3-5), "se rebela" como antes su hermano Absalón. También esta vez David sufre todo un Getsemaní. El príncipe “se había puesto de acuerdo con Joab”, el jefe militar y con el sacerdote Abiatar (v. 8). El cronista apunta certeramente que el padre de Adonías nunca le había entristecido en todos sus días, con decirle: ¿Por qué haces así? El hijo consentido avergonzará a su padre. Dispuesto a autoproclamarse rey, organiza un gran banquete. No se le pasó por la mente que a su vez Natán, profeta y consejero de David, se apresuraría a presionar al rey para que, como había antes manifestado, Salomón fuese nombrado su sucesor.
El profeta Natán sabe bien que David ha prometido a Betsabé en secreto que Salomón reinará después de él, e insta a la misma a que comparezca ante el rey y le demande que cumpla su promesa (11-14). Betsabé hace como se le ha dicho, y cuando aún está en audiencia del rey, "mientras aún hablaba ella", vino el profeta. No se le hizo esperar. Gozaba de privilegio especial, y denuncia la acción de Adonías. Todo sucede vertiginosamente. David no da largas al asunto; ve que Adonías pone en serio riesgo la estabilidad de la Casa real y del reino mismo, y procede a decretar la unción de Salomón como soberano de Israel.
Ante un hecho consumado y sin posibilidad de rectificar, los conjurados se estremecieron, huyeron y dejaron solo al pretendiente al trono. Adonías corre entonces a asirse de los cuernos del altar, como lugar de refugio. Allí podía demandar clemencia, y Salomón supo mostrarse digno sucesor de David, perdonándole la vida. Temblando y temiendo ser ejecutado por rebelión, Adonías comparece ante su hermano Salomón, ya rey de Israel. Humildemente, se postra ante él. Contra todo cuanto algunos temían, Salomón inaugura su reinado con un gesto de compasión y perdón.
David y toda su casa bendijeron agradecidos a Dios por el desenlace de la intriga palaciega. Habría sido un mal comienzo de reinado sentarse en el trono con sangre de hermano ejecutado. Como veremos en el capítulo siguiente, Adonías aún intentó valerse de los buenos oficios de Betsabé como intercesora para lograr licencia real para unirse en matrimonio con la sunamita Abisag. Todo esto hizo a Salomón sospechar, y disponer el fin de Adonías.
Así comienza el libro primero de los Reyes: Con un muy triste conflicto familiar. David, desde el día en que cayó en su gran pecado, cuando dispuso el trágico fin del inocente militar heteo, Urías, esposo de Betsabé a la que había asimismo inducido a un acto de adulterio, pese a su sincero arrepentimiento (Salmo 51), apuró las heces de las secuelas de su maldad. Solo la gracia y la misericordia de Dios hicieron posible que terminase su reinado y su vida con la paz de saber perdonado su culpa y confirmado su trono. La proclamación de Salomón como rey de Israel hizo al gran David morir bendiciendo a su Dios, atisbando un horizonte de gloria para su pueblo.
1 Reyes 2: 1-12
El secreto de la prosperidad
Con setenta años de edad (2 S. 5:4; 1 R. 2:11), David presiente muy próxima su muerte, y ofrece a su hijo y sucesor Salomón el mejor de los testamentos: Todo un precioso ramillete de consejos de cuyo fiel cumplimiento dependería la prosperidad del nuevo rey de Israel. Nada tan valioso para el joven monarca como este precioso legado de la riquísima experiencia del mejor de todos los reyes que Israel ha tenido. Los primeros cuatro versículos de este pasaje atesoran lo que podría tenerse por la clave del éxito. El primer consejo es el que siglos antes había dado Dios a Josué, el sucesor del gran profeta Moisés: esfuérzate (Jos. 1: 6). Tanto el caudillo de antaño como el héroe de ahora sabían que la suya no era una misión fácil, pero sí sumamente trascendental. Ni de Josué ni de Salomón se demanda la perfección suma, sino simplemente que se empeñen de corazón en lo que se les ha encomendado. Esto basta.
Para que prospere en todo cuanto haga, v. 3. David encarga a su hijo andar en los caminos de Dios, observar sus estatutos, mandamientos, decretos y testimonios, como está escrito en la ley de Moisés. El verbo andar equivale al verbo comportarse. La ética del líder ha de estar libre de toda sospecha. El sabio Salomón habrá de cuidar mucho su conducta y ajustar su vida fielmente a cuanto prescribe y dispone la Palabra de Dios. Esta nos ha sido legada en forma de estatutos, mandamientos, decretos y testimonios. Cada uno de estos términos es riquísimo en significado, y todos exhiben la autoridad indiscutible y suprema del código al que debemos obediencia incondicional.
El anciano moribundo procede también a emitir su veredicto final sobre algunos de los que más relieve mostraron en su relación personal. Menciona en primer lugar al generalísimo Joab. Sus abusos de poder y su conducta cruel merecían justa retribución, que el nuevo rey debería aplicar. En cambio, la familia del piadoso Barzilai (v. 7), que tanto había hecho en favor del David que huía de Absalón (2 S. 19: 31), merecía ser tenida en la mayor estima, y aun figurar entre los invitados a la mesa real (v. 7). Finalmente, David alude al siniestro Simei. De éste recuerda que fue el que me maldijo... el día que yo iba a Mahanaim (2 S. 16:5-8, 19:18, 23). Temporalmente, David perdonó las afrentas; pero el nuevo monarca debía actuar como justamente merecía.
Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad (v. 10). ¡Cuán lacónicamente se registra el fin de una vida de las más apasionantes! Mil años después, el apóstol Pedro, en su mensaje a Israel, predicado el día de Pentecostés, puntualizaría que David murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy (Hch. 2:29). Generación tras generación mantuvo en Israel vivo el recuerdo del amado rey, el mejor de todos cuantos se sentaron en el trono de Israel. Merece la pena recordar cuán accidentada fue la vida del pastorcillo de Belén, el dulce cantor de Israel, el místico y profeta, el hombre en cuya vida se reflejan prácticamente todas las virtudes y todos los defectos de la naturaleza humana. Nos aleccionará mucho repasarla, tomar de ella cuanto de edificante hay, y aprender a evitar los errores en que David incurrió. Fue un hombre según el corazón de Dios. Acudamos a sus salmos; zambullámonos en sus profundidades espirituales. Mucho de lo que Salomón heredó de su padre, sin duda lo mejor, fue el ejemplo de su vida de fe, su altruismo, su capacidad para perdonar ofensas, para vivir confiado en Dios. Si Salomón hubiese tenido a su padre por ejemplo toda la vida, no habría terminado en los abismos de la apostasía, en las aberraciones de la carnalidad y del abuso de poder.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o