El estímulo de los libros

La escritora Elena Ferrante, misteriosa autora de la saga de las Dos amigas, no es constante en su producción literaria. Autora de superventas, aparece de vez en cuando con un best-seller como el que obtuvo hace dos años con La amiga estupenda y posteriormente La vida misteriosa de los adultos.

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El pasado 14 de enero la autora concedió una larga entrevista a Paolo Giordano que fue publicada en el diario El Mundo. Según ella, “los libros son estímulos poderosos, mueven mundos interiores y los fecunda”.

El mundo de los libros tiene una antigüedad que se pierde en el tiempo. Ya los egipcios utilizaban láminas de médula de papiro. En todo el mundo romano se empleó el pergamino de piel de carnero. San Pablo, hallándose preso en Roma, pide a su discípulo Timoteo que le lleve “los libros, mayormente los pergaminos”. (2ª Timoteo 4:13). Con la llegada de la imprenta en el siglo XV las naciones que la adoptaron en su origen dieron lugar a la multiplicación del libro. Tal como lo escribió el historiador y crítico escocés Thomas Carlyle en Los Héroes, “en los libros vive el alma de todo el pasado, la voz articulada de los tiempos pretéritos, cuando su cuerpo y substancia material, por decirlo así, se ha desvanecido por completo, como un sueño”.

Al tratar del estímulo de los libros, como indica el título de este artículo, pienso especialmente en los niños.

Volviendo a Timoteo, fiel compañero y servidor de Pablo, por la escasa biografía que poseemos sabemos que cuando aparece en el Nuevo Testamento no era casado. Desde niño vivía en el hogar de su madre Eunice y de su abuela Loida.

Estas mujeres, que le inculcaron el amor a Jesús, también le infundieron pasión por la lectura. Se ha demostrado que los niños cuyos padres leen con ellos en casa aventajan en los exámenes a los que no lo hacen.

De 30 a 40 de cada 100 niños españoles no leen absolutamente nada, ni siquiera libros pensados y escritos para las diferentes edades, lo que supone un motivo de fracaso escolar. Por el contrario, los niños que leen en casa apoyados por los padres suelen ser sobresalientes en los colegios.

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Juan Mata, profesor durante 40 años en la Universidad de Granada, quien ha estudiado a fondo el fracaso escolar de niños, afirma que muchos padres creen que con enviarlos al colegio es suficiente. Pero no es así, añade; al margen de la escuela los niños necesitan leer en casa y los padres deben educarlos en esa necesidad. Este proceso en el caso de la lectura, continúa Mata, debe empezar antes de ir al colegio, en los años anteriores de la niñez, enseñando al niño y a la niña a aprender a leer por sus padres antes que por los profesores. Estos, los padres, deben estimularlos a que lean en voz alta. También ayuda a los niños ir con sus padres a librerías, a alguna biblioteca, ver en el hogar periódicos, revistas; libros y observar a papá y a mamá enfrascados en su literatura.

Luis Quim es un niño de seis años. Todas las noches, antes de dormirse, su padre, Luis Rivera, lee con él en su casa de Valencia.

No solo los niños de primaria requieren la atención de sus padres a la hora de leer, también aquellos que están entrando en la adolescencia. La vigilancia de los padres en la falta de lectura o en libros que a sus edades no deberían leer es crucial, teniendo en cuenta que el adolescente que lee mucho intentará un día escribir.

Si el Apocalipsis dice “bienaventurado el que lee”, Apocalipsis 1:3, hemos de concluir: malaventurado el niño, la niña los adolescentes que no leen.