Un fragmento de “La Bibila y su mensaje: Lucas”, de José de Segovia (Unión Bíblica de España, 2020). Puede saber más sobre el libro aquí.

INTRODUCCIÓN

Es cierto que no se puede juzgar un libro por su extensión. Hay textos cortos que son magistrales, pero la mayoría de las grandes obras no suelen ser breves, ¡ni queremos que lo sean! Cuando a uno le engancha un libro, no quiere que acabe nunca, ¡porque es apasionante! Dicen que ahora la gente ya no lee, porque no tiene tiempo y los niños solo se entretienen con videojuegos, pero desde pequeños devoran enormes volúmenes de Harry Potter y sus ocupadas madres trabajadoras leen sagas interminables en cuanto tienen un momento libre...

Por eso, aunque a muchos les gusta el Evangelio de Marcos, por su brevedad, o Juan, por su profundidad, yo no tengo complejo en decir que prefiero Lucas. Me da igual lo largo que sea. No hay duda que es el libro más extenso del Nuevo Testamento, ya que Mateo tiene más capítulos, pero menos versículos, pero eso ¿qué importa? Mejor, ¿no?

Lucas es tan peculiar, que la tercera parte de lo que cuenta, no lo encontramos en ningún otro evangelio. Es el único, además, que tiene una secuela, como suelen hacer las películas hoy: el libro de Hechos. Los que se dedican a estos cálculos absurdos, dicen que, juntos, forman el 27 o 28% del Nuevo Testamento. Lucas ha escrito, por lo tanto, más versículos que Pablo, ¡sea lo que sea, lo que signifique!

Autor

Aunque el libro es anónimo, no hay argumentos sólidos que hagan improbable la identificación tradicional del autor con el médico amado, que acompañó a Pablo en sus viajes. Como él no era apóstol, no hay razones para pensar que se le haya atribuido a él, por la importancia que tenía en la Iglesia primitiva. Está claro que el autor del Evangelio y el libro de Hechos, es el mismo.  Puesto que ambos estaban dirigidos a la misma persona, un hombre llamado Teófilo, que recibió los dos (Lc. 1:3; Hch. 1:1).

Es cierto que Lucas no fue testigo ocular de los acontecimientos del Evangelio. Él mismo dice que recurre a obras anteriores que resumen la vida de Jesús, como fuente para su relato (1:1-4), pero las secciones en primera persona del plural de Hechos, muestran que fue el médico y compañero inseparable que acompañó a Pablo (Hch. 16:10-17, 20:5-21, 21:1-18, 27:1-28:16). Esto no es un mero recurso literario como demuestra Fitzmyer, uno de los mayores especialistas sobre Lucas. Pablo además le menciona en sus cartas a Timoteo (2 Ti. 4:11) y a Filemón (Fil. 1:24).

Su nombre aparece también en la carta que Pablo escribe a los Colosenses 4:14, entre los saludos de algunos de sus compañeros judíos (Col. 4:11), lo que nos hace dudar si Lucas es realmente gentil, o alguien de origen hebreo, que procede del mundo helenista, donde sabemos que los judíos usaban también estos nombres. Lo que está claro es que su visión es universal y se dirige especialmente a griegos o gentiles.

Fecha y circunstancias

Si entendemos que Lucas fue escrito antes de Hechos algo que curiosamente, invierten la mayor parte de los críticos, el evangelio tuvo que ser escrito antes de que Pablo fuera liberado de su primera época en la cárcel. Ya que al final del libro de Hechos, Pablo está todavía prisionero en Roma (60-62 d. C.).

¿Por qué, entonces, muchos fechan el libro después del año 70 d. C., generalmente a mediados de los ochenta? Como Lucas no describe la destrucción del templo judío de Jerusalén el año 70 d. C., sino el anuncio de Jesús (19:41-44, 21:20-24), no se puede explicar que no mencionara su cumplimiento si no es por una fecha anterior. Para algunos, lo hace durante la década de los sesenta, esperando el juicio de Nerón (64 d. C.), o incluso antes, durante la prisión de Pablo en Cesarea (57-59 d. C.).

Fuentes

Algunos eruditos del Nuevo Testamento creen que Lucas acudió a Marcos y otros escritores. Normalmente se identifican dos de estas fuentes: documento “Q”, del que se supone contiene el material usado por Lucas y Mateo que no se encuentra en Marcos; y “L” que designa otro documento. En cualquier caso, lo seguro es que Lucas empleó las indicaciones de su compañero, el apóstol Pablo. Mientras el apóstol estuvo preso en Cesarea, Lucas pudo pasar dos años hablando con muchos testigos oculares del ministerio de Jesús, y personas que fueron muy cercanas entre las que estarían tal vez, María, Zacarías y Elisabet, por la descripción tan detallada de los primeros relatos.

Características

Lucas es un autor cuidadoso, que observa los detalles y tiene un rico vocabulario, que le da un estilo literario muy característico. Su forma de compilar los hechos es propia de un buen historiador. Comienza con un extenso prólogo y atiende al contexto histórico, dando especial énfasis a Jerusalén. Como escribe para el lector griego, explica las costumbres y fiestas judías, dando los equivalentes griegos a los nombres hebreos.

Este evangelio comienza de forma diferente a los otros cuatro. No empieza con una genealogía de los antecesores de Jesús, como hace Mateo; ni directamente, como hace Marcos. Tampoco adelanta el mensaje central, como Juan, donde desde el inicio dice que Jesús es Dios hecho carne. Lucas introduce su evangelio con una serie de historias y de cánticos. Por este motivo, en ocasiones es considerado como el primer himnólogo cristiano. Entre sus himnos encontramos: el “Benedictus”, el “Magnificat”, el “Nunc Dimittis” (ahora despide a tu siervo), el “Ave María” y el “Gloria in Excelsis” (Gloria a Dios en las alturas).

A todos nos gusta un relato bien contado. El peligro, por supuesto, es leer sus historias aisladamente. Hay propósito en el orden con el que escribe esas historias como observa David Gooding, que va más allá de lo cronológico. Tiene que ver con su propósito (cf. v. 1:4).

Propósito

El Evangelio según Lucas nos enseña que Dios tiene un plan vinculado con Jesús. Nos dice quién es él, lo que ha hecho, y por qué ha venido a este mundo. Para saber quién es él, tenemos que comprender su muerte. No solo para morir por nuestro pecado, sino para formar un pueblo (1:73-75), en cumplimiento de la promesa de Dios hecha en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos (24:44).

Para llegar a Dios, el pecador ha de reconocer su necesidad, volverse a Dios y pedirle ayuda. Jesús es el único camino. Predica el reino de Dios y su cumplimiento (4:16-30, 11:14-23). Vence a la naturaleza, poderes espirituales, a la enfermedad y a la muerte, para mostrar su poder frente a todos nuestros enemigos (8:22-56). Alcanza la gloria por su sufrimiento (9:21-27).

Jesús llama a los pecadores a arrepentirse (5:31-32), a tomar su cruz cada día y seguirle (9:23). Sus discípulos son hechos testigos a todas las naciones del mensaje del arrepentimiento y el perdón de nuestros pecados (5:12-26, 7:36-50). El Evangelio es para todos. Lo que explica el rechazo de los dirigentes judíos.

Para entender este evangelio la clave se encuentra en 19:10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Por tal motivo, se utilizan a menudo términos como gracia (8 veces), dar buenas nuevas (10 veces), Salvador, salvación o salvado (14 veces).

Lucas 1:1-4

La verdad de la Historia

Cuando decimos que el cristianismo es una fe histórica, nos referimos a algo más que la antigüedad de unas creencias. La fe cristiana es una fe histórica, porque depende de la Historia. Si Cristo no resucitó, dice el apóstol Pablo, vana es nuestra fe (1 Co. 15:14). Hay muchas cosas que se pueden decir sobre un libro: la fecha en que fue escrito, a quién iba dirigido, pero lo que más nos interesa es saber si esa historia es verdad. ¿Cómo podemos saber si estas cosas son ciertas? ¿En qué se basa la verdad de este Evangelio?

Su autor (v. 1). Lucas escribe después de que otros muchos intentaron poner en orden estas cosas. Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de otros evangelios, pero probablemente se refiere a Marcos, que parece haber sido escrito antes. No es que piense que lo pueda hacer mejor, sino que puede aportar un cierto orden en particular.

Testigos (v. 2). Su relato está basado en hechos que considera ciertísimos. Muchos piensan que la vida de Jesús tiene tantas interpretaciones, que es imposible saber lo que ha ocurrido realmente. Estos acontecimientos han sido, sin embargo, puestos por escrito por testigos contemporáneos de los relatos que aquí se cuentan, probablemente durante la década de los sesenta del primer siglo. Personas que vieron a Jesús con sus propios ojos y lo transmitieron a otros.

La fe está basada en la historia del Señor Jesucristo. Él ha dejado un testimonio en las palabras de aquellos que le vieron y escucharon. Cuando hablamos de Jesús hablamos de alguien que ha vivido realmente en el tiempo y en el espacio, que personas han oído y visto. Nuestra fe no está basada en sentimientos. No es resultado de visiones, sino que es primeramente un testimonio histórico que ha quedado por escrito.

Aquella primera generación de creyentes que conocieron a Jesús no necesitaba libros. Algunos le habían conocido personalmente y muchos podían contar lo que había dicho y hecho. Aunque pronto hay una preocupación, de parte de ellos, para que quede un testimonio fiel y seguro acerca de las cosas que sabían del Señor Jesucristo. Lucas ha querido contribuir a ello, investigando con diligencia todas las cosas que pasaron con Jesús desde el principio, y poniéndolas en orden.

Destinatario (v. 3). Lo hace para alguien llamado Teófilo. No sabemos exactamente quién es, pero su nombre significa Amado por Dios, aunque también podría ser un título. Parece romano y gentil, aunque también podría ser un judío prosélito. La mayor parte de nosotros compartimos con los lectores originales de esta carta nuestra condición de gentiles. Y aunque tengamos raíces lejanas en el judaísmo, pertenecemos a una generación que no ha conocido a Jesús personalmente. Tenemos testimonio de su vida, pero está por escrito. No lo hemos escuchado de los labios de los apóstoles, sino que leemos lo que Lucas conoció por medio de apóstoles como Pedro.

Propósito (v. 4). Teófilo estaba interesado en saber si lo que había oído acerca de Jesús era cierto. Lucas le escribe "para que conozca bien la verdad de las cosas en las que ha sido instruido".  Quería una certeza. Lucas nos la da, dejando estas cosas por escrito en un orden lógico. No es tanto un orden cronológico, porque algunos sucesos parecen ser contados en otro orden al que estas cosas sucedieron. Más bien el orden indica el propósito que alguien da a todos estos acontecimientos. Para Lucas, Dios mismo.

Dios está hablando aquí por medio de un hombre. Lucas escribe con todos sus conocimientos, pero también como un hombre inspirado por Dios. El propósito de Dios se muestra en estas palabras. Hay un orden en la Biblia, o propósito, que va del Génesis al Apocalipsis: presentar al Señor Jesucristo como salvador de la humanidad. Lucas divide su relato en dos partes: la venida de Cristo, el enviado de Dios, hasta el capítulo 9, versículo 51, que inicia el viaje de partida del Señor Jesucristo. Ya que el Señor Jesús no solamente vino, sino que también se marchó.

Se destaca así el mensaje central del Evangelio y la necesidad de una respuesta. Lucas nos muestra diferentes reacciones ante la figura de Jesús, por medio de personas como Zacarías que, si no podía creer que podría tener un hijo a su edad, ¿cuánto menos podría creer en la posibilidad de que Dios viniera al mundo en forma de hombre? Dios entra en la vida de los hombres de forma maravillosa. La redención es un milagro. Cuando pensamos quién es Jesús y lo que ha hecho en este mundo, tenemos que ver también cuál es nuestra actitud al respecto. Al entregarnos su vida, nos ofrece la vida eterna y completa, tal y como él la entendía.