Algunas publicaciones protestantes tales como Réforme y Regards Protestants destacaron la forma en que la cultura religiosa habría marcado su vida.
Recuerdo cuando iba al Oratorio de París [templo reformado] con mi abuelo, y hablábamos después del sermón, como volviendo de un partido.1
J.-L. G.
El pasado 13 de septiembre falleció en Rolle, Suiza, mediante suicidio asistido, el director de cine Jean-Luc Godard, autor de una dilatada y provocadora obra que abarca más de 130 películas, documentales, series de televisión o cortometrajes. Quien encabezó la revolucionaria “nueva ola” francesa en los años sesenta provenía de una numerosa familia protestante que incluyó a varios pastores.2 Fue autor de algunas de las cintas más emblemáticas de esa corriente, entre ellas, Sin aliento (1960), Pierrot el loco (1965), Masculino, femenino (1966), Week-end (1967), La Chinoise (1967) y, años más tarde, por supuesto, Yo te saludo, María (1984-1985), causante de un gran escándalo por sus alusiones religiosas y teológicas. Esos antecedentes explican los homenajes recibidos en algunas publicaciones protestantes tales como Réforme y Regards Protestants que destacaron la forma en que esa cultura religiosa habría marcado su vida.
Dueño de un estilo en permanente experimentación, decía, como señaló la especialista Nicole Brenez, que rodaba cada película en contra de la anterior, pero lo cierto es que, “cuando uno ve todas sus películas, descubre que no hay una lógica de contradicción sistemática. Más bien es como si decidiera explorar nuevos territorios tras haberse cansado de los anteriores”.3
Sus posturas sociopolíticas fueron muy visibles, al grado de que, en el festival de Cannes, en el año conflictivo de 1968, lo llevaron a boicotearlo junto a otras figuras de la época. Tal como refiere Javier Zurro: “Las gafas de pasta de Godard volaron de un manotazo, se iniciaron tumultos y apelotonamientos, pero lograron su cometido, detener el festival. Delante de todos, incluso de las cámaras de los informativos, Godard soltó una frase lapidaria: ‘Nosotros hablamos de solidaridad con estudiantes y trabajadores y vosotros de primeros planos y travellings. ¡Sois unos idiotas!’”.4 Y agrega: “[Es] Una frase que define a la perfección el compromiso político del cineasta. Un compromiso político que fue formándose en él y que fue abrazando poco a poco, según fue introduciéndose en las élites culturales francesas. Nadie pensaba que el pequeño Jean-Luc, nacido en Suiza en una familia burguesa protestante, hijo de médicos y nieto de banqueros, revolucionaría las normas establecidas en el acartonado cine de los 60 y terminaría realizando un cine marcadamente político y con mensajes maoístas”.
Zurro recuerda otras palabras de Godard sobre sus orígenes sociales: “‘Yo era un cineasta burgués, y después un cineasta progresista, y después ya no fui un cineasta, sino simplemente un trabajador del cine. Escapé de una familia burguesa para meterme en el show business. Y entonces descubrí que el show business era una familia burguesa todavía más grande que la mía. Ha sido más difícil tratar de escapar de mi familia del show business que de mis padres’, decía en el libro Jean-Luc Godard en Jean-Luc Godard. Pensar entre imágenes (Editorial Intermedio)”.
En Réforme, el pastor bautista y crítico Jean-Luc Gadreau recordó a este “gigante del cine” en un artículo titulado “Jean-Luc Godard… ¡Te saludo!”, en donde recuerda que “el cineasta creció en ‘un ambiente protestante burgués’ y que le gustaba hablar de la Biblia con su abuelo materno, Julien Monod”.5 Por su parte, Frédérick Casadesus, en “Jean-Luc Godard, un protestante de imágenes”, traza los puentes entre la formación religiosa del autor y su desarrollo como creador visual, una aparente contradicción, debido al fuerte carácter iconoclasta de esta tradición teológica y eclesial:
Cineasta y protestante, esto es un oxímoron. En el más alto grado, Jean-Luc Godard desempeñó el papel de iconoclasta. […]
Después de abrir las ventanas de blanco y negro, jugando con los grises hasta el vértigo en Sin aliento, Godard multiplicó los experimentos con los colores. También deconstruyó las narrativas, los diálogos, desestabilizó las convenciones. Y estas dos fórmulas que se mantienen: “Una imagen correcta, sólo una imagen”, “un travelling es una cuestión de moralidad”. […]
A su manera despistada, Agnès Varda, otra cineasta protestante, supo la verdadera medida de las cosas, teñida de humor y fantasía. Jean-Luc Godard, el despellejado vivo de Rolle, se negó hasta el final a cualquier compromiso, que él asimilaba a compromiso.
La posteridad lo resolverá. Pero el fabuloso tríptico, Sin aliento, Desprecio, Pierrot el loco, celebra la belleza del mundo. Por la eternidad.6
A su vez, con ánimo igualmente crítico, Gadreau reflexiona sobre la impronta protestante en la visión creadora de Godard:
Pero imposible encerrar a Godard, no hay anexión posible, como explicó el pastor André Dumas en un notable artículo en un suplemento de Cahiers du Cinéma [“A bout de foi”, en el número especial, “Godard, 30 años después”, noviembre de 1990], más bien debemos verlo como una forma de impregnación sutil (Penetración difusa y profunda en la mente y comportamiento de ideas o sentimientos que se asimilan lentamente). Este dandy afable, romántico impulsivo, pero también seductor implacable, seguirá siendo un ser con múltiples paradojas. Esta independencia del irrespeto que se expresa en él y en su creación, en particular en una franca iconoclasia, que André Dumas observa, y que considera entrañable en Godard porque, en definitiva, es muy propia de un protestante.7
Para referirse a esta obra, Gadreau cita nuevamente a Dumas, quien la calificó como “la película más rigurosamente teológica de la historia del cine”. Godard revisitó la historia de María, inspirándose en el libro de Françoise Dolto y Gérard Sévérin, El evangelio ante el psicoanálisis, transponiéndolo al mundo contemporáneo.8 El gran escándalo propiciado, según rememora este crítico, llegó hasta el papa Wojtyla, quien declaró que dicho film “desvió y ofendió el sentimiento espiritual y el sentido histórico de los valores fundamentales de la fe cristiana”.
Así inicia Jean Lods su análisis de la presencia del protestantismo en Yo te saludo, María, acaso la película más provocadora de Godard por causa de escándalo que ocasionó y que lo confrontó directamente con el Vaticano:
Jean-Luc Godard nunca ha hecho un misterio de sus raíces protestantes. No más que el hecho de que luego se distanció de su confesión de origen (entrevista en Le Monde, 17 de mayo de 1982). No se trata, pues, aquí, ni de presentar Yo te saludo, María como la película de un cineasta protestante, ni de hacer de esta película, que tiene sus raíces en los relatos evangélicos, una obra que revoque el protestantismo, sino de intentar identificar las influencias de un carácter protestante que contribuyó a su elaboración.9
Partiendo de la premisa de reproducir el conflicto vivido por la virgen María en nuestra época, y trasladándolo a la vida cotidiana de una muchacha común y corriente, el director franco-suizo colocó la clásica historia de la encarnación divina en medio de la existencia actual. Evidentemente no es una película protestante, pero el tratamiento estético y humano sí que lo es, pues como afirma Lods, su planteamiento fue capaz de deconstruir/reconstruir el que es quizá el relato más “intocable” de todos los que aparecen en la Biblia, así de manoseado como ha sido el dogma de la virginidad de María:
Uno de ellos, y no el menor, está indudablemente ligado a esta actitud inscrita en los mismos genes del protestante, y que le empuja a una perpetua relectura de lo que le ha sido enseñado y presentado como referencia. Una actitud que encontramos, en menor grado y de diferente orden, en una serie de grandes cineastas protestantes europeos: toma a Dreyer, toma a Bergman. Aunque de manera diferente, ambos han adoptado una actitud crítica en relación con lo que la Iglesia genera espontáneamente desde el momento en que se formaliza: el dogma y la institución petrificante, destructora del amor que se supone encarna. […]
Mientras que Godard lleva la ruptura con la tradición incluso más allá que Dreyer y Bergman, y corta definitivamente el cordón umbilical de la referencia y la reverencia. Su película aparece como una negativa a encerrar los textos bíblicos en la sala blanca y polvorienta de la sacralización. Se manifiesta como la voluntad de interrogarlos para extraerles un nuevo sentido y confrontarlos con otros tributarios del espíritu humano. De ahí la incomprensión general cuando se estrenó la película, y las olas de protesta suscitadas: recordemos la prohibición de proyección formulada por el alcalde de Versalles para censurar o mutilar la película. Protestas ligadas a una lectura preorientada de esta obra que, abriéndose paso en los terrenos difíciles de la exigencia intelectual y en los páramos de la independencia de espíritu, no estaba en la carretera achicada de las películas bíblicas donde se le esperaba.10
Desde México (en donde la película se pudo ver hasta 1990), Rafael Aviña escribió: “Lejos de ser una provocación, Yo te saludo María era una lógica continuación de sus temas y su filmografía poblada de antiheroínas trágico-intelectuales y una reflexión sobre la pureza de las imágenes ante la contaminación del cine moderno o el tema de la virginidad, equiparable a la inocencia del cine”.11 El Dios cristiano no se hace hombre por capricho o para engañar doncellas (como lo hizo Zeus en la mitología griega), aunque la experiencia de María bien podría analizarse como una especie de “seducción del Espíritu”, porque ella se abre al misterio divino con una actitud que le ha granjeado enorme aceptación. La historia de Yo te saludo, María se ha resumido así:
El trabajo de Godard narra la historia de María, estudiante, hija del propietario de una gasolinera al que ayuda en sus tareas, aficionada al baloncesto y que recibe un día la visita imprevista de Gabriel en la gasolinera. Éste le anuncia que será madre del hijo de Dios. Preocupada, consulta con un ginecólogo, que le confirma su estado. […] El novio José, taxista de profesión, informado por el ginecólogo de la virginidad y el embarazo de María, accede a casarse con ella. El niño nace felizmente, pero pronto abandona a los padres. […] La fotografía combina postales brillantes tomadas del natural y composiciones de interior muy cuidadas, iluminadas con maestría, y de gran belleza visual. La banda sonora contiene fragmentos de Bach y Dvorak (el prólogo incluye fragmentos de Chopin y Mahler). […] La interpretación de los protagonistas es exquisita y convincente. La acción se desarrolla a ritmo pausado, que subraya la belleza y la fuerza poética de la obra.12
El teólogo brasileño Rubem Alves escribió que él contaría esta historia mediante la metáfora del oído, es decir, cómo llega la Palabra divina y penetra en el oído de María para embarazarla a partir de la belleza.13 Dios viene, entonces, y humildemente, desde la oscuridad, entra al mundo humano para aprender otra forma de existencia.
Por último, otra película destacable en la que se advierte la “impregnación bíblica” es Nouvelle Vague (1989), donde André Dumas encontró un guiño a la resurrección de Jesús en la figura de Alain Delon moribundo ahogándose en el lago Lemán para volver a vivir, “un verdadero bautismo del que brota un nuevo nacimiento que produce efectos en los convertidos testigos de su vida”.14 Para Gadreau, si fuera necesario resaltar un elemento recurrente en su obra sería una “cierta búsqueda constante de la verdad, con toda la subjetividad que necesariamente la acompaña, y raíces que se encuentran en el seno de una tierra bíblica enterrada profundamente dentro de él”. Como lo dijo Godard en una entrevista: “No soy una persona religiosa, pero soy una persona que tiene fe. Yo creo en las imágenes. No tengo hijos, solo películas”.
Aviña concluye: “De su primera a su última cinta, el discurso filosófico, político y romántico de Godard fue siempre devastador y sus propuestas narrativas e intelectuales permanecieran intactas, aunque sus apuntes críticos y su espíritu transgresor y revolucionario se volvieron más agudos con los años”.15
Notas
1 Jean-Luc Douin, Godard. París, Rivages, 1989, p. 10, cit. por Jean-Luc Gadreau, “Jean-Luc Godard… imprégnation, irrespect et iconoclasme”, en Regards Protestants, 13 de septiembre de 2022, https://regardsprotestants.com/culture/jean-luc-godard-impregnation-irrespect-et-iconoclasme/#_ftn1.
2 Camille Westphal Perrier, “¿Sabías que Jean-Luc Godard era descendiente de una ilustre familia protestante?”, en Info Chrétienne, 14 de septiembre de 2022, https://es.infochretienne.com/sabias-que-jean-luc-godard-era-descendiente-de-una-ilustre-familia-protestante/
3 Marc Bassets, “Muere el director de cine Jean-Luc Godard, padre de la ‘nouvelle vague’, a los 91 años”, en El País, 13 de septiembre de 2022, https://elpais.com/cultura/2022-09-13/muere-el-director-de-cine-jean-luc-godard-padre-de-la-nouvelle-vague-a-los-91-anos.html#.
4 X. Zurro, “Godard, el hijo de la burguesía que abrazó el comunismo y cambió el cine para siempre”, en El Diario, 14 de septiembre de 2022, www.eldiario.es/cultura/cine/godard-hijo-burguesia-abrazo-comunismo-cambio-cine_1_9312525.html.
5 J.-L. Gadreau, “Jean-Luc Godard… Je te salue!”, en Réforme, 13 de septiembre de 2022, www.reforme.net/cinema-critiques-de-films/2022/09/13/jean-luc-godard-je-te-salue-par-le-pasteur-jean-luc-gadreau/
6 F. Casadesus, “Jean-Luc Godard, un protestant d’images”, en Regards Protestants, 13 de septiembre de 2022, https://regardsprotestants.com/culture/jean-luc-godard-un-protestant-dimages. Versión propia, énfasis agregado.
7 J.-L. Gadreau, “Jean-Luc Godard… imprégnation…”, op. cit.
8 Ídem.
9 J. Lods, “Je vous salue, Godard: Le protestantisme dans Je vous salue, Marie, de Jean-Luc Godard”, en Bulletin de la Société de l’Histoire du Protestantisme Français, vol. 154, abril-junio de 2008, p. 235.
10 J. Lods, op. cit., pp. 235-236.
11 R. Aviña, “El amor y la muerte: los hijos de Sin aliento”, en La Jornada Semanal, núm. 1438, 25 de septiembre de 2022, p. 10.
12 “Yo te saludo, María”, en Film Affinity, filmaffinity.com/mx/reviews/1/874528.html?orderby=6.
13 Rubem Alves, “El nacimiento” [2000], en http://rubemalves-teopoetica.blogspot.mx/2007/06/el-nacimiento-2000.html.
14 J.-L. Gadreau, “Jean-Luc Godard… imprégnation…”, op. cit.
15 R. Aviña, “El amor y la muerte…”, op. cit.
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