Prolegómenos a un curso de historia de la iglesia latinoamericana (2)

Como historiadores de la Iglesia de América Latina y el Caribe nos encontrábamos con una doble dificultad. No sólo en la necesidad de escribir una historia de la Iglesia, sino igualmente en la de reinterpretar una historia de América Latina y el Caribe que pudiera servir de soporte suficiente para la historia de la Iglesia que intentábamos. Era necesario resituar la historia de América Latina y el Caribe en la historia universal, para revalorar al pueblo oprimido: al indio primero, al esclavo africano después, y, por último, al campesino y al obrero —y a la mujer en todas las épocas y clases—.¹

Enrique Dussel

Si algo caracterizó a las historias de la iglesia que se escribían con anterioridad desde el ambiente protestante latinoamericano fue la manera fragmentaria en que se abordaba la presencia cristiana, en el sentido de que, por un lado, el énfasis era denominacional (con fuertes énfasis hagiográficos, es decir, que destacaban los protagonismos individuales en la tradición de las “vidas de santos”) y, cuando se abarcaba más ampliamente, únicamente mostraban preocupación por el surgimiento y desarrollo de las misiones e iglesias no católicas. Por otro lado, se planteaba firmemente que los inicios del cristianismo en América Latina no podían identificarse con la llegada del catolicismo romano, pues persistía la idea de que dicha versión del Evangelio no era compatible con el mensaje de Jesucristo, tal como se entendía desde la visión de las iglesias fruto del esfuerzo misionero protestante. Se dejaba de apreciar, con ello, inicialmente, que ambos proyectos de evangelización, el católico y el protestante, acompañaron en su momento los proyectos colonizadores de expansión de las potencias militares de la época, esto es, el español y el inglés, y que ellas se disputaron territorios, influencia y control desde el siglo XVI e incluso hasta el siglo XIX.

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Por lo anterior, una de las exigencias actuales para la historiografía de las diversas formas de cristianismo en América Latina consiste, en primer lugar, en superar la perspectiva uniconfesional y asumir el horizonte de la pluralidad ecuménica, aun cuando este término no sea el más adecuado. Así lo propuso Hans-Jürgen Prien en un volumen que coordinó en 1998. La primera sección está dedicada a la discusión de los factores endógenos y exógenos de la implantación del cristianismo en América Latina y la elaboración de criterios metódicos de la historiografía de la iglesia. Allí, Enrique Dussel analiza, desde otro enfoque, la “Historia del fenómeno religioso en América Latina”, situándolo en el marco de las coordenadas históricas e ideológicas y expone un planteamiento básico:

En este corto parágrafo deseo oponerme a algunas tesis tradicionales en historia. La primera: el protestantismo no es causa sino efecto de la Modernidad; la segunda, el catolicismo es posterior y no anterior al protestantismo; la tercera: el catolicismo latinoamericano no es la expansión del catolicismo español moderno, sino que va naciendo junto con él, y es hegemónico en todo un ámbito cultural (América hispana-colonial) antes aún que en la misma España; la cuarta, la religión oficial convive con la religión de los dominados y excluidos.²

El manejo convencional de estas realidades históricas, especialmente desde el campo religioso protestante, produjo muchos lugares comunes e ideas establecidas que no correspondían con los acontecimientos y transformaciones que se agrupaban en dudosas periodificaciones que resultaban estar al servicio de interpretaciones parciales e interesadas de los diversos fenómenos. Uno de los puntos de partida más cuestionados era, precisamente, la interpretación del pasado y de la visión del mundo de los pueblos originarios que eran vistos desde una ajenidad cultural impensable para quienes, en gran medida, eran sus herederos. Hoy se reconoce, sin mayor dificultad, el alto nivel cultural de las culturas amerindias, lo que obliga a releer con nuevos ojos lo sucedido en ese tiempo originario: “Es sobre este hombre [americano], sobre su raza, cultura y religión, que la ‘invasión’ cristiano-europea se lanzará como ‘lobos y tigres y leones de muchos días hambrientos’ —dirá Bartolomé de las Casas—. La dignidad, el número y la belleza del hombre americano es el suelo fecundo y positivo sobre el que se edificará la historia de América Latina y el Caribe. Suelo despreciado, olvidado, explotado”.³

Hacía falta apreciar, como lo hace resumidamente Dussel en varios lugares, la evolución de la dinámica cultural de los pueblos anteriores la conquista, colonización y evangelización europeos. Partiendo de una perspectiva histórica amplia (la revolución neolítica), observa panorámicamente las grandes eras del florecimiento cultural ancestral en cada región de lo que hoy es América Latina.⁴

En segundo lugar, hacer historia de la iglesia latinoamericana sin proponer hipótesis de interpretación de la historia de las regiones o países es sumamente difícil, pues no se anclan los acontecimientos eclesiales en el marco de la dinámica histórica propia en estos territorios nuevos. De esa manera, estudiosos como Prien (desde la vertiente protestante) han aventurado una periodificación de la historia latinoamericana que sigue muy de cerca los resultados del trabajo de historiadores reconocidos. Como ya se mencionó líneas atrás, este autor esbozó en cinco secciones las grandes etapas de la historia latinoamericana como el marco para ubicar el surgimiento y desarrollo de las formas de cristianismo.

Lo primero que trabajó Prien fueron los orígenes étnicos, culturales y religiosos de América Latina como base de comprensión previa del choque entre las civilizaciones ibérica y amerindia. A continuación, el desarrollo del cristianismo latinoamericano bajo el signo del modelo de “cristiandad”, la colonización y la misión cristiana, así como las formas de religiosidad en la época colonial. Luego, la crisis de la “cristiandad” latinoamericana en la época de la Ilustración y la emancipación política, como parte de los procesos independentistas. Más adelante, la iglesia y la sociedad entre la restauración y la secularización, el cuestionamiento y supresión del modelo tradicional de la “cristiandad” latinoamericana en virtud del liberalismo y del protestantismo, en medio del conflicto entre conservadurismo y liberalismo, ya con la presencia protestante como factor sociopolítico. Y, por último, el cristianismo en la época del ecumenismo y de la crisis de los Estados nacionales oligárquicos en el conflicto del desarrollo, como preámbulo de la situación a la que hemos llegado, con nuevas transformaciones y desafíos.

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Este esquema servirá de plataforma para acercarnos al desarrollo de los diversos cristianismos latinoamericanos sin olvidar, no obstante, la actuación de aquellos que, ligados al espíritu de las reformas religiosas del siglo XVI, han participado del destino de los países latinoamericanos con mayor o menor fortuna. Esas comunidades de fe, como bien concluye Prien su oceánico abordaje, enfrentan inmensos desafíos para el presente y el futuro. Aun cuando habla desde los años 80 (habría que asomarse a su puesta al día de 2013), sus palabras siguen siendo muy vigentes y abren nuevos horizontes para el análisis:

El panorama del protestantismo latinoamericano sigue siendo pluriforme. Por un lado, entre las iglesias del protestantismo histórico en muchas partes aumentó la conciencia socio-crítica, hubo llamamientos valientes a los regímenes pidiendo más justicia social, hay más representantes de la teología de la liberación también entre sus teólogos y pastores, se puede observar la formación de comunidades de base, hay más apertura para empresas ecuménicas también con la Iglesia Católica; por otro lado, la mayoría de las iglesias y misiones fundamentalistas se sustrae a tales experiencias.⁵

Finalmente, no pueden dejar de escucharse voces que, desde otras latitudes, siguen tomando el pulso al devenir de los cristianismos latinoamericanos que, expresados en una diversidad cada vez mayor y difícil de abarcar en su totalidad, contribuyen a expandir la visión analítica que aún tiene mucho por desarrollar.

Notas

1 E. Dussel, “Introducción general”, en Resistencia y esperanza: historia del pueblo cristiano de América Latina y el Caribe. E. Dussel, ed., San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1995, p. 25.

2 E. Dussel, “Historia del fenómeno religioso en América Latina”, en H.-J. Prien, ed., Religiosidad e historiografía. La irrupción del pluralismo religioso en América Latina y su elaboración metódica en la historiografía. Frankfurt-Madrid, Vervuert Iberoamericana, 1998, p. 71.

3 E. Dussel, “Introducción general”, p. 26.

4 Cf., por ejemplo, E. Dussel, “La prehistoria latinoamericana en la historia universal: aztecas e incas”, en Desintegración de la cristiandad colonial y liberación. Perspectiva latinoamericana. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1978, pp. 34-37.

5 H.J. Prien, La historia del cristianismo en América Latina. San Leopoldo-Salamanca, Sinodal-Ediciones Sígueme, 1985, p. 1145.