Entre el lunes 22 y el viernes 26 de noviembre se llevó a cabo de manera virtual el III Simposio Internacional sobre Rubem Alves, bajo el tema: “Dios murió, ¡viva Dios!”: Sufrimiento y Esperanza en Tiempos de Pandemia patrocinado por la Sociedad Internacional Rubem Alves (SIRA), el Instituto Rubem Alves, el Departamento de Ciencias de la Religión de la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF), la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latino-Americana y Caribeña (CETELA), la Comunidad Teológica de México (CTM), la Escuela Superior de Teología (EST) y el Instituto de Estudios Ecuménicos San Bernardino (Venecia). Los simposios anteriores tuvieron lugar en 2019 y 2020, respectivamente.

En el programa, el Dr. Edson Fernando de Almeida, profesor de la UFJF y presidente de la SIRA, escribió:

Fue Leonardo Boff quien dijo que nadie entendía la religión occidental en los tiempos modernos mejor que Rubem Alves. De hecho, desde su tesis doctoral defendida en 1968, titulada Hacia una teología de la liberación, pasando por El enigma de la religión, de 1975, hasta ¿Qué es la religión?, de 1980, encontramos en Alves una original comprensión del fenómeno religioso que confiere a sus textos un fuerte componente contemporáneo. Rubem Alves se vuelve cada vez más actual.

A continuación, explica el significado del tema escogido para este Simposio:

El acontecimiento de la muerte de Dios, según la visión de Nietzsche, es uno de los elementos centrales en la noción de religión de Rubem Alves. La muerte de Dios colapsó todo el horizonte comprensivo de la tradición occidental, con todos sus binarismos y jerarquías que determinaron tantas formas de existencia, formas de pensar y desear. Tal desmantelamiento del teísmo metafísico tuvo un profundo impacto en el pensamiento de Alves y generó una respuesta original del pensador brasileño.

Y concluye:

Brevemente, podemos afirmar que Rubem Alves exploró el colapso teísta provocado por la noción de la muerte de Dios como una apertura a nuevas posibilidades de pensar sobre el fenómeno religioso. Así, Dios se convirtió en un nombre para decir, ya no en un fundamento fijo para proveer el ser de la vida, sino en un evento de ser un ser no fabricado o prefabricado que, rompiendo los abismos de la existencia, hace brotar nuevos seres para la existencia misma. Se trata de la valiente afirmación del ser de por vida, a pesar de un mundo sin ser.

El objetivo del evento fue: “resonar y desplegar la paradójica expresión de Rubem Alves: ‘Dios murió, ¡viva Dios!’, en estos tiempos pandémicos de tanto sufrimiento y necesidad de esperanza. Nuestros huéspedes e invitados son pensadores y pensadoras de la religión que, desde Brasil, México, Estados Unidos e Italia han encontrado en Rubem Alves un fuerte interlocutor para sus diferentes formas de pensar sobre la religión”.

El Simposio, que también homenajeó la vida y obra del presidente honorario de la SIRA, Dr. Zwinglio M. Dias, fallecido hace pocos días, fue inaugurado por Maria Amelia Moscom, presidenta del Instituto Rubem Alves, y abrió con el texto enviado por el teólogo reformado alemán Jürgen Moltmann, profesor emérito de Teología Sistemática de la Universidad de Tübingen, traducido y leído por el Dr. Levy da Costa Bastos, profesor de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ) y de la Universidad Metodista de São Paulo (UMESP).

En la Mesa 1, transmitida desde Brasil, participaron la Dra. Ivone Gebara, conocida teóloga feminista (“Rubem Alves: sentir a vida como filosofía e religião”) y el Dr. Alexandre Marques Cabral, profesor de la UERJ (Para além da morte de Deus: variações sobre impiedade e blasfêmia em Rubem Alves”), moderados por Edson Fernando de Almeida. En la segunda mesa, el martes 23, desde México, lo hizo la Dra. Marilú Rojas, profesora de la Universidad Iberoamericana y de la CTM (“Teologías alquímicas en tiempos híbridos”), moderada por Dan González Ortega, rector de la CTM.

La Mesa 3, el miércoles 24, desde Estados Unidos, estuvo a cargo de la Dra. Yohanna Junker, profesora asistente de Arte, Religión y Cultura en la Claremont School of Theology (“Rubem Alves y el arte de tejer telas sobre vacíos”), y del Dr. L. Callid Keefe-Perry, profesor asistente de Educación Contextual y Teología Pública en la Escuela de Teología del Boston College (“Saudade nunca saciada: Dios, la utopía y lo trascendente sensible”), con la moderación de Raimundo Barreto, profesor asociado de Cristianismo Mundial en el Princeton Theological Seminary.

El jueves 25 se presentaron trabajos, entre los que pueden mencionarse: “Religión, educación y conocimiento, contribuciones de Rubem Alves a la enseñanza religiosa”, de Antônio Márcio Dutra Barbosa; “Tecnocracia, pospolítica y religión”, de Danilo Mendes; “En busca de un método en Hacia una teología de la liberación”, de André V. Castro; “Un diálogo sobre el Dios desconocido: Halík, Pablo y yo en el areópago”, de Jonathan Menezes; y Reflejos de lo eterno en el espejo antropofágico de Rubem Alves”, de Simone Maria Zanotto. Asimismo, hubo grupos de discusión.

La Mesa 4, desde Italia, se celebró el viernes 26 con la presencia de la Dra. Letizia Tomassone, pastora valdense y profesora de la Facultad Valdense de Teología (Roma), primera mujer directora del Centro Ágape (“Una obstinada esperanza. Los cuerpos, el deseo y la política. Herramientas poéticas desde la vieja Europa”), y del Dr. Carmelo Dotolo, profesor de Teología de la Religión en la Facultad de Misionología de la Pontificia Universidad Urbaniana (Roma) (“El anti-realismo de la religión. Imaginación y creatividad por un mundo diferente”), moderados por Brunetto Salvarani, profesor de Teología del Diálogo e de la Misión en la Facultad Teológica de Emilia Romagna, y Marco Dal Corso, profesor de Teología Ecuménica en el contexto del pluralismo religioso en el Instituto de Estudios Ecuménicos San Bernardino, periodista y escritor.

Además, se contó con la participación musical del teólogo anglicano Carlos A. R. Alves y la presentación de algunos videos alusivos de los profesores Iuri Andreas Reblin y Arnaldo Huff Jr. Los videos completos de las conferencias y exposiciones se encuentran disponibles en el canal de YouTube del Instituto Rubem Alves (www.youtube.com/c/InstitutoRubemAlvesOficial/videos). Se trató de un evento muy enriquecedor y desafiante que promovió la vida y obra del notable escritor y teólogo brasileño, pionero de la teología de la liberación y de la teopoética.

Se agradece la gentileza de los organizadores al permitir la publicación de un fragmento del texto del Dr. Jürgen Moltmann.

[photo_footer]Primeras páginas el texto original de Moltmann.[/photo_footer]

SUFRIMIENTO Y ESPERANZA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Jürgen Moltmann

En 1964 apareció mi libro Teología de la esperanza. En 1967 estuvo disponible la traducción al inglés. En 1972 apareció el libro que dio a conocer a Rubem Alves, Teología de la esperanza humana. De esta manera los dos, desde diferentes perspectivas, nos orientamos hacia el futuro de la humanidad. Lo conocí personalmente en la conferencia misionera ecuménica de Bangkok, en marzo de 1973. Trabajamos juntos en la sección 2 que trataba sobre la misión política y económica del Evangelio: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5.2). Rubem era un hijo de la generación de 1968, estimulado por el movimiento de derechos humanos, por la teología de la liberación, pero, aun así, era alguien que pesaba mucho por sí mismo. Nunca se sabía lo que iba a decir. Lo volví a encontrar en la vejez, en 2008 en Río de Janeiro, con Leonardo Boff. Había perdido el cabello, pero aún se veía bien. Ofrecí una conferencia cuyo título fue: “Una vida para la teología - Una teología para la vida. Una biografía teológica”. Se suponía que él iba a dar una conferencia con un tema similar. De modo que dejó el texto a un lado y se limitó a decir: “Jürgen, esto fue escrito con el alma”. A los oyentes los dejó sin aliento. Era como si el Espíritu Santo soplara a través de ese auditorio. Poco tiempo después murió. Nunca olvidaré a Rubem Alves.

La pandemia de Covid-19 es como el “valle oscuro” del que se habla en el Salmo 23. Nadie lo ignora. Nadie sabe cuánto durará. Nadie sabe cuándo llegará a alguien. Dios no nos saca del “valle oscuro”, que para muchos también se ha convertido en el “valle de la muerte”. Sin embargo, Dios está con nosotros en nuestros miedos y sufrimientos. Dios va con nosotros a través de la oscuridad. […] Dios sufre nuestros dolores con nosotros y nos muestra el camino. Dios está más cerca de nosotros de lo que somos conscientes. Por eso no podemos conocerlo y capturarlo, porque para conocerlo y capturarlo necesitamos distancia, pero podemos confiar en Su proximidad. La confianza en Dios trae confianza en uno mismo cuando uno es atacado por los miedos y el dolor. […]

¿Qué es la pandemia de Covid-19?

Al principio, se produjo de forma natural en Wuhan, en el centro de China, pero que se ha extendido por todo el mundo y tan rápidamente es algo que se hace humanamente, como resultado de la globalización. Éste no fue el caso cuando estalló la “gripe española” después de la Primera Guerra Mundial, que causó más muertes que la guerra misma. La plaga, que despobló Europa Central, fue algo regional. La pandemia actual es un problema para toda la humanidad.

A principios de 2020 pensamos que se habría superado antes de la caída. Luego vino la segunda ola. Hoy nos encontramos en la cuarta ola. Aparecen nuevas mutaciones todo el tiempo. Se multiplican las voces que dicen que la humanidad tendrá que aprender a vivir con la pandemia. La mejor defensa es una vacuna, pero eso es difícil de lograr con 9 mil millones de personas. No vivimos en un mundo “cuerdo”. La naturaleza también necesita redención. La creación está amenazada por fuerzas caóticas. Pablo habla de “principados y potestades”. Y Karl Barth habló de “poderes sin amo”. Contra ellos debemos defendernos. Esto es posible porque Cristo también se convirtió en el Señor de estas fuerzas. El romanticismo de la naturaleza no ayuda mucho en este caso, solo la ciencia, la técnica y la paciencia de la esperanza, para la que el Job de la Biblia es modelo: “la paciencia de Job”. […]

Las causas de esto son la mercantilización de los sistemas de salud pública, la orientación lucrativa de nuestros hospitales y la privatización de hogares de ancianos y refugios para ancianos. Los medicamentos alemanes se producen en India y China porque son baratos, como si proteger la salud de las personas no fuera un objetivo del Estado como dice la constitución, sino dejarlos abandonados al libre mercado.

La muerte y el duelo se transformaron. Los muertos se mencionan solo en números. Escuchamos el registro de registros. Mueren en las UCI solos y sin proximidad humana. Para salvar a los sanos, los dejamos en paz. Aquellos que lloran su pérdida se mantienen alejados, y en los servicios funerarios se sientan solos en las iglesias. La muerte moderna que hasta entonces había sido reprimida volvió al centro. Esto es malo para la autoconfianza moderna, que cree que tiene todo bajo control. En lugar de arrogancia, lo que se pide ahora es humildad, y la humilde autoconfianza moderna acontece solo a regañadientes.

Ahora llegamos a la interpretación teológica. Primero, escuche la advertencia que acecha latente en la pandemia. Una catástrofe aún peor está por llegar: la catástrofe ecológica de la civilización humana. La supervivencia de la humanidad está en peligro. […]

¿Por qué Dios permite el sufrimiento y la muerte de tanta gente?

Ésta es una pregunta de los espectadores. No se trata de aquellos a los que se toca directamente. Ellos piden curación y consuelo. Quieren que termine su sufrimiento y dolor, no que se les dé una explicación.

Con todo, la pregunta del “por qué” no se deja de lado. Al final de su vida, Jesús también murió con una pregunta de “por qué” en sus labios. Mi respuesta: Dios no es el “todopoderoso”, es decir, la realidad que lo determina todo. Éste es el monarca mundial de Aristóteles o el Dios invocado en las guerras para que podamos ganar. La teología ortodoxa siempre ha enfatizado la preservación del mundo por parte de Dios en lugar del Dios del poder total. ¿Cómo preserva Dios el mundo? Por su paciencia. Dios, que es paciente con nosotros, soporta el mundo y nos soporta con nuestros pecados y virtudes. […]

El Cristo crucificado es la imagen humana del Dios que todo lo soporta, a Él clamamos: “Ciertamente, tomó nuestras debilidades y tomó sobre sí nuestros dolores; y lo contamos como afligido, herido de Dios y oprimido” (Isaías 53.4) Con esto, la pregunta del “por qué” no se responde, pero uno puede sobrevivir reconfortado a través de esta comprensión. Las preguntas del “por qué” serán respondidas cuando se manifieste la gran justicia divina, que hasta ahora se espera como el juicio final de Dios. Hasta ese momento gritamos con un doloroso “¿por qué?” y “¿hasta cuándo?”.

(Versión: LC-O)