‘Depredadores sagrados: la pederastia clerical en México’, coordinado por Bernardo Barranco V. (II)

La violación, la explotación, la tortura, el arrebatar arbitrariamente la libertad del cuerpo humano, son graves atentados contra el derecho dado al hombre en la creación, siendo además estos actos, como todos los atentados contra la vida natural, objeto de castigo más tarde o más temprano. La violación es el uso de un cuerpo extraño para los propios fines logrado en virtud de una fuerza injusta, especialmente en el terreno sexual.

Dietrich Bonhoeffer, Ética (epígrafe de “Pederastia en iglesias evangélicas: un primer acercamiento”)

Depredadores sagrados: la pederastia clerical en México (Grijalbo, 2021), recopilado por el sociólogo Bernardo Barranco es una muestra de trabajos de diversa índole sobre lo acontecido en los ámbitos eclesial durante los últimos años y que ha causado revuelo e indignación, sobre todo por el aura de impunidad persistente que rodea al fenómeno. Y esto es así porque cada vez que sale a la luz pública un nuevo caso de pederastia que involucre a sacerdotes, obispos o pastores inevitablemente la opinión pública se ve sacudida por los escasos detalles que se conocen o se filtran. Ante esa situación, algunas instituciones implicadas echan a andar un bien aceitado mecanismo de encubrimiento que incluye los contactos con las autoridades, con los medios de comunicación, sin dejar de lado el manejo interno para tratar de oscurecer o condenar al olvido los procedimientos que deberían funcionar para sancionar semejantes atropellos de la dignidad humana.

A evidenciar tales excesos se dedica este volumen que, por la frecuencia con que han sucedido tantos hechos similares al interior de la iglesia católica, parecería que sólo esta dedicado a ella, aun cuando también en otros espacios eclesiales ha habido denuncias de abuso sexual contra menores, la mayor parte de las veces con el mismo destino que pone en duda la aplicación de la legalidad y la justicia. Por ello, Barranco en su introducción llama la atención al hecho de que es necesario poner un alto al contubernio que existe entre las cúpulas de las iglesias y las autoridades responsables de perseguir estos delitos.

La ruta que sigue su selección de textos está trazada por las siguientes afirmaciones del teólogo español Juan José Tamayo, quien siguiendo a la feminista estadounidense Mary Daly, afirma que “la masculinidad sagrada en la Iglesia se torna condición para ejercer todos los poderes”: “Este poder empieza por el control de las almas, sigue con la manipulación de las conciencias y llega hasta la apropiación de los cuerpos en un juego perverso que, como demuestran los numerosos casos de pederastia, termina con frecuencia en las agresiones sexuales más degradantes para los que las cometen y más humillantes para quienes las sufren” (Masculinidad sagrada y pederastia religiosa, 2016; p. 20).

El resto de la introducción resume en trazos gruesos el contenido de cada trabajo reunido. De este modo, en “La masculinidad sagrada, aproximación teológica a la perversión pedofílica”, de Ruth Casas G. (pp. 29-54), se asume la perspectiva de las víctimas, y la autora “señala que lamentablemente para muchas de ellas la denuncia se convierte en revictimización, sobre todo cuando la Iglesia centra su interés en el otorgamiento del perdón al perpetrador y no en la sanación ni en la sanción que demanda la víctima” (p. 21). Dicha revictimización es, definitivamente, “abuso institucional” pues le agrega chantajes, amenazas, agresiones, injusticias y demoras a los procedimientos de denuncia, juicio y sanción, cuando ocurren. Casas “demanda romper paradigmas y visualiza a la Iglesia obligada a reconocer las nuevas visiones de la sexualidad, romper con la esclerosis del pecado de la carne, y exige cambios en la cosificación de la sexualidad”.

“Opacidad y poder: Marcial Maciel”, de José Barba-Martín (pp. 55-70), un antiguo legionario, víctima de abuso, está basado en una conferencia que denunció los atropellos sexuales de Maciel y el encubrimiento inescrupuloso de la orden religiosa. Narra su lucha y sus motivos en pro de la dignidad y como acto de justicia. Varios de sus compañeros han fallecido y, aunque se está quedando solo, sigue adelante con entereza, pues Barba es todo un emblema de integridad y de empeño por superar la impunidad.

[photo_footer]Marcial Maciel. / Wikimedia Commons[/photo_footer]

“Mi historia: el dolor que permanece”, de Ana Lucía Salazar Garza (pp. 71-90) es una confesión valiente narrada en primera persona construida desde la intimidad, donde quien lee “se asoma a la hondura de su alma que busca justicia. Desde esa profundidad nos percatamos de su niñez robada. Clama a la Iglesia y al gobierno actuar con firmeza por los derechos de la infancia” (p. 22). Salazar habla por las víctimas recientes que aún no se atreven a hablar. Se trata de una mujer joven que ha luchado por reencontrarse. Señala con estupor que su agresor, el legionario Fernando Martínez, violó sistemáticamente niños y niñas por casi 50 años. Ella fue víctima del “sistema legionario por el silencio impuesto por una congregación impune”. Ésta arropó a un delincuente y cubrió la multitud de sus crímenes.

“Conquista legionaria de Monterrey. Auge y ¿caída? de un imperio”, de Cristina Sada Salinas (empresaria y activista social; pp. 91-117) es una investigación muy peculiar entre sectores sociales altos de la ciudad de Monterrey. Responde varias preguntas: “¿Por qué después de la crisis y los escándalos de pederastia de los legionarios sus colegios siguen abarrotados? ¿Cómo es posible que al develarse la monstruosidad de Marcial Maciel los legionarios sigan gozando de aprobación social? ¿Por qué las élites de la ciudad siguen llevando sus hijos a colegios legionarios?” (p. 23). Sada entrevistó a personas de clase alta para encontrar respuestas o explicaciones razonables de una relación contradictoria. Ella fundó una asociación civil de defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. La respuesta es sorprendente: los padres de familia llevan a sus hijos a los colegios legionarios porque son los espacios de interacción de las clases altas. El texto es “una joya sociológica y nos alerta sobre el comportamiento de una clase que está en la punta de la pirámide social”.

“Norberto Rivera, marcado por el encubrimiento. Una cronología”, de Mónica Uribe (pp. 119-144) exhibe cómo este prelado, exarzobispo primado de México, encubrió lo sucedido y “revela la compleja trayectoria de un actor religioso marcado por la opacidad con nula sensibilidad por las víctimas. Arropado por los poderes, Rivera sorteó diversas demandas que su séquito calificó de ‘calumnias’” (pp. 23-24), a fin de proteger a Maciel, su mentor” (pp. 23-24). “Desde la óptica de la pederastia clerical Norberto Rivera desarrolló, en su calidad de “príncipe de la Iglesia”, complicidades y encubrimiento de tipo criminal que varias veces han burlado la justicia secular”.

“Una mirada desde el interior”, de Daniel Portillo Trevizo” (pp. 145-159), sacerdote de la arquidiócesis de Chihuahua, profesor de la Universidad Pontificia de México, es una valiente muestra de los diferentes niveles de respuestas y permite calibrar el pulso de la institución frente a las crecientes demandas de la sociedad: “Desde las resistencias internas hasta aquellos sectores que con honestidad quieren desarrollar una línea de rehabilitación” (pp. 25-26). Portillo forma parte de una nueva generación de sacerdotes que “se suma a una mayor transparencia institucional y pugna por una cultura de la prevención con enfoque en las víctimas, como un esfuerzo crítico para crear sinergias, frente común, religioso y secular ante la metástasis de situaciones concretas que laceran y vulneran la dignidad de los niños, niñas y adolescentes”.

“Pederastia en iglesias evangélicas: un primer acercamiento”, de Leopoldo Cervantes-Ortiz (pp. 161-187) es, como se anuncia desde el título, un borrador inicial acerca de la realidad de abuso en otras iglesias que, en su mayoría, también asumen los casos de abuso con una constante común: “el disimulo, la mentira, el secretismo, el silenciamiento”. Se sabe de muchos pastores que “inducen a las víctimas a dejar el pasado en el pasado. Hay una sacralización del sufrimiento de la víctima, ya que su silencio evita el sufrimiento de otros y el escándalo que perjudique la imagen y probidad de la Iglesia. Un mal menor que evite un mal mayor” (p. 24). Se trata de un universo poco explorado que requiere ser descifrado e investigado con mayor profundidad, pues fuera del caso de Naasón Joaquín, líder de la Iglesia de la Luz del Mundo detenido en Estados Unidos, y otros eventos aislados, poco se conoce de los procesos en contra de dirigentes evangélicos que han cometido estos delitos.

“El rol de los medios de comunicación y la pederastia. Los límites de la denuncia periodística”, de Barranco Villafán (pp. 189-214) expone el importante papel de los medios en la denuncia de la pederastia clerical, pues ellos fueron determinantes para evidenciar abusos, complicidades y encubrimientos. Pero algunos medios “también han sido cómplices y verdugos. En ciertos momentos aliados de la pederastia desde la opacidad y el ocultamiento, en otros, hasta han convertido la pederastia en una jugosa mercancía” (p. 26). Se convirtieron en justicieros implacables “y en improvisados templos de moralidad que paradójicamente enjuiciaron a la Iglesia”. Algunos momentos climáticos acontecieron en México (1997) y en Boston (2002). En el primero, hubo un boicot empresarial contra el canal televisivo que dio a conocer los abusos de Marcial Maciel. Hoy la denuncia mediática ya no es suficiente porque hace falta que la sociedad presione y el gobierno tenga decisiones firmes.

Finalmente, “El registro documentado de una historia oculta”, de la socióloga Érika Barrón Carreño (pp. 215-246) examina parte de la enorme producción bibliográfica y periodística sobre pederastia clerical a lo largo de tres décadas, pues ya existen cientos de libros y artículos al respecto. En esta revisión bibliográfica “es posible detectar grandes líneas argumentativas, las que enfocan el estudio del daño causado, las que identifican rasgos psicológicos o patologías del agresor, las que denuncian que es el poder económico y político transnacional de la Iglesia católica el que posibilita a su clero, investido de fuero, impunidad ante la violencia sexual” (p. 25). Es una muy útil guía para la exploración y la investigación atentas.

Las palabras últimas de la introducción son aleccionadoras y, al mismo tiempo, una profunda advertencia:

…la Iglesia necesita un movimiento telúrico de gran magnitud. La estructura eclesiástica está bajo la crítica y el enjuiciamiento de la sociedad contemporánea. Ésta debe experimentar cambios profundos. Como está la Iglesia actualmente, es presa de las inercias y su declive está anunciado como una decadencia civilizatoria sin precedentes. Pequeñas reformas y ajustes epidérmicos serán insuficientes. Este mismo sistema debe deconstruirse. Existen otras formas de ser Iglesia. Hay que repensar la función del sacerdocio como servicio a la comunidad y a los sacerdotes casados como una opción. Otorgar el pleno reconocimiento e igualdad de la mujer en todas las dimensiones, incluidas las sacramentales. La gran pregunta que se asoma es la sexualidad en el mundo religioso católico contemporáneo. En suma, se requiere una revisión profunda de la concepción del poder en la Iglesia. ¿La crisis de la pederastia clerical estaría obligando a un Concilio Vaticano III? (pp. 26-27, énfasis agregado).

[Un artículo reciente, sumamente recomendable, procedente del contexto evangélico, viene a corroborar mucho de lo expuesto en este libro: “El caldo de cultivo para el abuso sexual por parte de pastores y líderes religiosos”, de Sharo Rosales, presidenta de la ASBL, Universidad Bíblica Latinoamericana y miembro del Observatorio Centroamericano de Medios de Comunicación y género (GEMA), publicado en Informa-Tico, el pasado 30 de agosto y en ALC Noticias el 1 de septiembre. Su bibliografía de referencia merece citarse:

- Holderread Heggen, Carolyn, Abuso sexual en los hogares cristianos y la iglesia. Guatemala, Semilla, 2002.

- Perlaza, Miguel, Exponiendo el abuso espiritual. Indiana, Palibrio, 2014.

- Rivera de la Fuente, Vanessa, “Violencia espiritual y abuso de mujeres en el nombre de Dios’ en Mezquita de Mujeres, agosto de 2018.

- Viola, Frank, “¿Quién es tu ‘cobertura’?”, en Misión Campamento 42, 7 de junio de 2011.]