Primero, crear y tomar parte en programas que afirmen la vida y denuncien la violencia; segundo, promover la solidaridad humana y estimular la unidad entre los cristianos, usando todos los medios a nuestro alcance, y actuando en todos los niveles; y tercero, cooperar en esfuerzos de evangelización que promuevan el crecimiento integral de la iglesia en un profundo compromiso histórico con el evangelio.

O.C., Christian mission in the Americas (1979)

Los artículos de Costas, publicados en una gran gama de revistas y documentos de trabajo, manifiestan un esfuerzo permanente por elucidar los diferentes matices de la práctica evangelizadora y misionera llevada a cabo en América Latina por agentes externos y propios. Así, desde 1971 hasta inicios de 1988, se contabilizan casi 90 artículos, la mayoría de ellos centrados en los tópicos mencionados, aun cuando se deja ver bastante la influencia de la teología de la liberación. Llama la atención que justamente el más antiguo de los textos registrados por Fernández Calienes, publicado en inglés en 1971, se ocupó de “Las revoluciones latinoamericanas y la iglesia”. Asimismo, es muy notorio el énfasis progresivo en la temática latinoamericana, siempre en diálogo con lo acontecido en las iglesias. 

Puente entre el protestantismo estadounidense y el latinoamericano (y sus respectivas culturas)

La búsqueda de Costas sobre la identidad protestante latinoamericana, en contraste con el ámbito eclesial y misionero estadounidense, está resumida en el volumen que dedicó a esta vertiente cristiana, El protestantismo en América Latina hoy, recopilación de cinco ensayos escritos entre julio de 1972 y marzo de 1974, en los que predomina la preocupación por establecer las características claramente latinoamericanas del perfil protestante-evangélico de las iglesias. Para ello, se sirvió de los siguientes enfoques: la realidad y la crisis de la iglesia evangélica latinoamericana, hacia una pastoral evangélica para el hombre latinoamericano y por un un nuevo hombre evangélico en el subcontinente, además de una reflexión sobre la clásica frase de John Wesley, “el mundo es mi parroquia”. El primer texto apareció primero en un volumen colectivo de autores de la FTL[1], donde subraya la importancia del culto y de las corrientes eclesiásticas; los demás textos también fueron presentados previamente en otras conferencias o consultas. […]

En el libro de homenaje que publicó la FTL, René Padilla describe bien cuál fue el papel que desempeñó Costas al formar parte de las dos vertientes culturales y religiosas simultáneamente y cómo fue capaz de tomar lo mejor de cada una de ellas para ofrecer pautas claras de desarrollo, todo ello en clave misionológica:

Costas se incluía entre “aquellos… que se han identificado con la realidad en [las Américas], y con la práctica misionera llevada cabo por los cristianos y sus iglesias en sus respectivos países”. Su propia vida y ministerio tendió un puente entre las Américas, y lo situó en una posición de privilegio desde donde podría plantear interrogantes de fundamental importancia para la misión cristiana en el hemisferio. […] Aun así se sintió obligado a preguntar, por el bien del evangelio, “¿Qué es lo que hay en las Américas que presenta un mutuo desafío a los cristianos y a sus iglesias?[2]

Entre el protestantismo evangélico, ecuménico y liberador

En el prólogo a uno de los libros evangélicos más cercanos a los inicios de la teología de la liberación, Costas reconoció que esa obra era: “Por una parte, una seria, critica y constructiva aportación a la búsqueda de una teología bíblica sobre el problema de la pobreza en America Latina. Por la otra, fortalece y a la vez corrige muchos de los juicios emitidos en las diversas teologías políticas de liberación que han surgido en América Latina en los últimos 15 años, desde una perspectiva evangélica”[3]. El arrojo con que fue lanzado este libro, un planteamiento sólido sobre las enseñanzas bíblicas acerca de los temas en cuestión, se correspondió con el fuerte impulso profético que caracterizaba al autor desde entonces y que, según lo cuenta en las primeras páginas del libro, lo llevó a indagar por su cuenta en los textos escriturales debido a la ausencia de estudios previos. El talante “liberacionista” del volumen no fue obstáculo para que Costas lo proyectara como una auténtica “bomba de tiempo” en el ámbito protestante del momento y encuentra algo más en él, que lo situaba en la genuina tradición evangélica y lejos de la crítica sobre las influencias marxistas que se hacía a esa línea de pensamiento: “Hanks da un testimonio sólido e innovador, desde América Latina, del clasico dictum reformado sola Scriptura. Ello es otra manera de decir que en la teologia evangélica la Biblia viene primero, y viene primero no sólo porque es la Palabra de Dios, sino porque es Palabra liberadora que Dios habla desde la situacion oprimida de los pobres”[4].

Asimismo, señaló la relación, insospechada para algunos e inaceptable para la mayoría, entre esa vertiente en germen y el antecedente radical (anabautista) que muy pocas se asociaba con las iglesias evangélicas establecidas, sobre todo las de origen misionero. Sus palabras son puntuales: “…la emergente teología evangélica radical. Se designa asi aquella corriente teológica que trabaja con los parametros del movimiento evangélico histórico (el papel normativo de la Biblia en la vida y misión de la iglesia, la experiencia personal del evangelio por la fe en Jesucristo y su comunicación y obediencia como fruto y verificacion de la vida en el Espíritu), procurando trazarlos a sus mismas raíces y llevarlos a sus últimas consecuencias”. […][5]

Evangelización y misionología crítica/contextual: dialéctica apasionada

Uno de los episodios más notables en la vida y ministerio de Costas fue su acercamiento y diálogo con la orientación ecuménica del trabajo evangelizador y misionero a nivel mundial. En ello desempeñó un papel relevante su relación, mencionada ya, con Castro, funcionario del CMI y futuro secretario general del organismo en los años 80. Este diálogo se materializó en diversos momentos que resultaron cruciales para el desarrollo de la visión de los dos en el camino hacia el fortalecimiento de sus posturas sobre los mismos asuntos. Las invitaciones mutuas que se hicieron en el marco de las instituciones en las que colaboraban dieron como resultado que esa interacción fuera sumamente fructífera. Concretamente, los volúmenes Hacia una pastoral latinoamericana, fruto de la Cátedra Strachan del SBL en abril de 1972, aparecido en 1974, por un lado, como parte de la colección “Iglesia y misión” del Instituto de Evangelización a Fondo, y por el otro, Pastores del pueblo de Dios, compilado por Castro, que incluye el ensayo “¿Qué significa evangelizar hoy?”, mismo título del libro publicado en 1973. En ese texto cita a Castro luego de afirmar: “Proclamar el evangelio en la América Latina de hoy significa, entre otras cosas, llamar a los hombres a un discipulado responsable, encarnacional y militante que proteste contra todo tipo de opresión y domesticación”.[6]

Después de todo, ambos personajes compartían una experiencia común como parte de la presencia evangélica en el continente, aun cuando lo sucedido en el Cono Sur difería un poco de lo sucedido en el resto de la región, particularmente en Norte, Centroamérica y el Caribe. Castro, sobre todo, estaba al principio más conectado con la evolución de la presencia protestante, aunque Costas muestra en su desarrollo la forma en que, a marchas forzadas, consiguió dominar ese panorama histórico. Eso es muy notorio en su tesis doctoral, en la cual explica los avances y retrocesos de la teología evangélica, sobre todo en relación con el contexto social.[7]

Castro, a su vez, desde su puesto en el CMI propició el diálogo entre las posturas divergentes sobre la tarea evangelizadora y misionera encarnada en figuras como Billy Graham y el movimiento de Lausana, por un lado, y los especialistas ligados al organismo ecuménico, por el otro, que surgió como resultado de la fusión de diversos movimientos misioneros, teológicos y doctrinales. Una importante biografía de Castro recuerda los acercamientos “cara a cara” con liderazgos e iglesias que mantenían fuertes sospechas acerca del trabajo del CMI. Allí se cita la explicación de Costas sobre los entretelones de la acción de Castro en ese sentido. […]

Todo lo realizado por Costas en el ámbito de la misionología estuvo en consonancia con las afirmaciones que haría años después, en un ensayo de homenaje a Castro precisamente, notoriamente influidas por la observación y el análisis del ambiente sociopolítico y de las realidades tan exigentes del subcontinente, dominado en buena parte por dictaduras militares: “La misionología tiene que ver con el compromiso testimonial de los cristianos en las situaciones concretas de la vida. Es una reflexión crucial que tiene lugar en su praxis de la misión. Es una interpretación analítica, una evaluación y proyección del significado, efectividad, obstáculos y posibilidades de comunicación del Evangelio al mundo”.[8] Las palabras sobre su colega están teñidas de reconocimiento, admiración y afirmación de las coincidencias ideológicas y teológicas a las que llegaron gracias al diálogo minucioso y bien dispuesto:

No es fácil escribir sobre el pensamiento misionológico de Emilio Castro. Por una parte, sus escritos se encuentran en una gran diversidad de fuentes, desde documentos que circulan en privado hasta artículos en revistas bien conocidas e incluso en pocos textos no disponibles para el gran público. Por otra parte, Castro no ha sido un misionólogo sistemático o académico que ha tenido tiempo para investigar en una buena biblioteca y preparar pulidas monografías. Más que eso, ha sido un profeta cuya lectura y escritura ha tenido lugar entre numerosos asuntos socio-históricos y pastorales. De hecho, un análisis de sus textos refleja el predominio de la expresión oral transcrita y publicada de forma rápida y .económica. […].[9]

Impacto y trascendencia en el tiempo

Muchas páginas abarcaría referirse a la forma en que el pensamiento msionológico de Costas ha impactado el ambiente eclesial y académico, dentro y fuera de América Latina, antes y después de su muerte. Desde diversos enfoques y latitudes se sigue recuperando y aprovechando mucho de su trabajo que quedó plasmado en sus publicaciones, especialmente las que aparecieron en inglés y que han permitido una mayor difusión. Las siguientes muestran son apenas un poco de lo mucho que puede encontrarse en algunos volúmenes y sitios de internet. En They walked in the Spirit: Personal faith and social action in America, editado por Douglas M. Strong, se incluye una amplia semblanza en reconocimiento a la forma en que articuló la fe con la acción social[10]. Miguel de la Torre se refiere a él en Hispanic American religious cultures, un panorama de las aportaciones hispanas a la cultura religiosa estadounidense[11]. Ruth A. Tucker, en From Jerusalem to Irian Jaya: A biographical history of Christian missions, lo considera como un elemento importante en la historia de las misiones[12]. João B. Chaves, a su vez, en Evangelicals and liberation revisited: An inquiry into the possibility of an Evangelical-liberationist theology, lo menciona en el contexto de la necesidad de una adecuada comprensión de la evangelización. […][13]

Samuel Jayakumar, desde India, lo cita también, puntualmente: “Según Orlando Costas, ‘la verdadera prueba de la misión no es si proclamamos, hacemos discípulos o nos comprometemos en la liberación social, económica y política, sino si somos capaces de integrar las tres partes en un testimonio comprehensivo, dinámico y consistente’”. […][14]

Legado, homenaje y proyección

Hasta aquí, es posible apreciar la importancia del pensamiento y la obra de Costas como parte de la más genuina tradición evangélica latinoamericana, ciertamente originada por las misiones extranjeras, pero que progresivamente fue alcanzando su carta de naturalización en estas tierras. Pocos proyectos teológicos, académicos, eclesiásticos y pastorales lo han tenido tan claro como este militante evangélico puertorriqueño, quien ancló firmemente sus creencias y su acción en la conciencia y la necesidad de producir resultados viables y útiles para la iglesia desde la matriz más auténticamente protestante y, al mismo tiempo, sin traicionar el contexto propio desde el cual la fe bien inculturada es capaz de hacer surgir nuevas cosas. Su trayectoria personal es un ejemplo vivo de que es posible articular ambos aspectos en propuestas concretas y efectivas a fin de lograr la pertinencia en un contexto tan complejo por sus exigencias socio-políticas, económicas y culturales. Si inicialmente pareció que seguiría el camino de los misinólogos convencionales, poco a poco se evidenció la magnífica síntesis que llevó a cabo entre el celo evangelizador, la preocupación por la iglesia y la búsqueda de un nuevon orden social. […]

[photo_footer]Primer número de la revista Pastoralia.[/photo_footer]

Todos los homenajes que se han hecho, pero especialmente por parte de sus colegas y amigos latinoamericanos, destacan la incesante búsqueda de pertinencia que marcó su trabajo de principio a fin y la forma en que, ya inmerso en el ámbito teológico estadounidense, no dejó de influir en el reconocimiento de la impronta evangélica propiamente latinoamericana. El Boletín Teológico de la FTL, de diciembre de 1987, está dedicado a su memoria y en él se recogen dos textos suyos: “La teología evangélica en el mundo de los dos tercios” y “Crezcamos en compañerismo”. […][15]

Pastoralia, la revista que fundó, en su número de julio-diciembre de 1988, bajo el título “De la encrucijada a la periferia”, reunió también las sentidas palabras de reconocimiento de Plutarco Bonilla, Pedro Savage, Guillermo Cook, George Peck, Ana Langerak, Ángel Luis Gutiérrez, Carmelo Álvarez y Sandra Mangual Rodríguez, además de dos textos suyos, “Escoger la vida. El camino hacia la justicia y la paz”, y pasajes de su último discurso en el encuentro Bienal de los Bautistas Americanos, Pittsburgh, junio de 1987), del cual procede el siguiente fragmento con fuertes acentos proféticos […]:

No tomemos a la ligera los dones de tanta gente de diferentes trasfondos étnicos y raciales, lenguas y naciones. No tomemos a la ligera el don de una nueva generación de liderazgo femenino y masculino que Dios ha levantado en nustro medio. No tomemos a la ligera la gracia de miles de graduados de universidades y seminarios que están listos para poner sus manos en el arado en el trabajo del reino de Dios. Y, sobre todo, no tomemos a la ligera los recursos financieros que Dios ha puesto en nuestras manos, el privilegio de vivir en una sociedad de abundancia donde somos capaces de realizar cuantiosas contribuciones para ayudar a nuestros compañeros en el último cuarto del siglo XX. […][16]

Ojalá que el legado de Costas contribuya a la conformación de nuevos liderazgos eclesiales bien informados bíblica y teológicamente que, de manera profundamente autocrítica, influyan en el desarrollo de las comunidades cristianas de la actualidad y el futuro inmediato.

Notas

[1] Cf. O. Costas, “La realidad de la iglesia evangélica latinoamericana”, en Fe cristiana y Latinoamérica hoy. Buenos Aires, Certeza, 1974.

[2] C. René Padilla, “La misión cristiana en las Américas: una perspectiva latinoamericana”, en Misión en el camino. Ensayos en homenaje a Orlando E. Costas. Buenos Aires, FTL, 1992, p. 67.

[3] O. Costas, “Prólogo”, en Thomas Hanks, Opresión, pobreza y liberación: reflexiones bíblicas. San José, Caribe, 1982, p. 7. En inglés: God so loved the Third World: The biblical vocabulary of oppression (Dios amó tanto al Tercer Mundo: el vocabulario bíblico de la opresión). Maryknoll, Orbis Books, 1983.

[4] Ibid., p. 8.

[5] Ídem.

[6] “¿Qué significa evangelizar hoy?”, en E. Castro, ed., Pastores del pueblo de Dios en América Latina. Buenos Aires, La Aurora, 1974, p. 123.

[7] Cf. O. Costas, Theology of the crossroads…, pp. 86-88.

[8] O. Costas, “The missiological thought of Emilio Castro”, en International Review of Mission, vol. 73, núm. 289, 1984, p. 90. Versión: LC-O. Costas redactó la entrada correspondiente a Castro en el Diccionario de historia de la iglesia, editado por Wilton M. Nelson, publicado por Caribe en 1981.

[9] Ibid., p. 86.

[10] “Theologian and missiologist: Enlarging the scope of christian conversion”, en D.M. Strong, The walked in the Spirit: Personal faith and social action in America. Louisville, Westminster John Knox Press, 1997, pp. 107-118.

[11] M. de la Torre, ed., Hispanic American religious cultures. Vol. 1. Santa Bárbara, ABC Clio, 2009, pp. 739-741.

[12] Ruth A. Tucker, From Jerusalem to Irian Jaya: A biographical history of Christian missions. 2a. ed. Grand Rapids, Zondervan, 2004, pp. 447-449.

[13] João B. Chaves, Evangelicals and liberation revisited: An inquiry into the possibility of an Evangelical-liberationist theology. Eugene, Wipf & Stock, 2013, pp. 89-90.

[14] Samuel Jayakumar, Mission reader: Historical models for wholistic mission in the Indian context. Delhi-Oxford, Regnum International-ISPCK, 2002, p. 194. La cita corresponde a O. Costas, The integrity of mission: The inner life and outreach of the Church. San Francisco, Harper & Row, 1979, p. 85.

[15] Boletín Teológico, año 19, núm. 28, diciembre de 1987, pp. 201-218 y 219-230.

[16] O. Costas, “El último discurso de Costas urge a la unión de la CBA”, en Pastoralia, núms. 20-21, julio-diciembre de 1988, pp. 89-90.