Costas fue un misionólogo de resonancia mundial cuyo trabajo se sigue citando en abundancia hasta la fecha, no sólo en América Latina o Estados Unidos, sus espacios naturales de influencia, sino en otros países como India en donde es muy valorado.
*Este texto forma parte de un libro de próxima aparición como parte de los festejos de los 50 años de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Se publica con el afán de difundir la obra teológica de Orlando Costas, cuyo trabajo merece ser conocido por las nuevas generaciones evangélicas a fin de apreciar su legado.
La iglesia, como una comunidad de discípulos, ha sido enviada para enseñar a las naciones a observar todas las cosas que el Señor ha mandado (Mt 28.19-20). Ésta es una tarea educativa mediante la cual la iglesia debe interpretar la fe, equipar para su práctica y motivar e instruir para su comunicación. La evangelización gana credibilidad a través de los ministerios de diaconía y dikaioma. […] Este ministerio se expresa en el seguimiento de Jesús hasta la consumación del reino (Mt 28.16-20) y se verifica en la acción creadora y renovadora del pueblo de Dios. […] Enseñar la fe es hacer lo que Jesús hizo con sus discípulos, es decir, invitarlos a seguir sus pasos, capacitándolos para escuchar y comprender la Palabra de Dios, capacitándolos para obedecerlo en todas las cosas y fortaleciéndolos por medio del Espíritu para comunicar el evangelio de manera efectiva.[1]
O.C.
Pocos resúmenes como éste sintetizan y concentran, al mismo tiempo, en un párrafo amplio la visión de una labor teológica consecuente, la de un teólogo evangélico latinoamericano que fue capaz de sobreponerse, en las diversas etapas de su dilatada trayectoria, a la mentalidad prevaleciente en los años 60 y 70 del siglo XX, para alcanzar cotas notables en su acción y en su producción escrita. Esta larga cita compendia los aspectos básicos de la teología de Orlando E. Costas y apunta hacia los temas que engarzó brillantemente: iglesia, evangelización, educación, discipulado. El enfoque teológico dominante responde a las coordenadas evangélicas pero, al mismo tiempo, refleja la necesaria búsqueda del contexto para aplicar la relevancia del mensaje cristiano.
Conocedor de mundos tan diferenciados, todos ellos presentes en el espectro de lo evangelical, tanto en Estados Unidos como en América Latina, los transitó airosamente para tomar de ellos la parte más protestante y proyectarla para hacer dialogar las vertientes tradicionales, liberales, progresistas y liberadoras, y entregar de ese modo una obra lamentablemente inconclusa, pero muy influyente hasta la fecha. Ahora que se cumplieron 50 años de los inicios de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) es una excelente oportunidad para retomar los estudios teológicos y misionológicos de uno de los mayores autores que en ese campo ha surgido del seno del protestantismo en esta región. Sus aportaciones esperan la atención de múltiples lectores/as dispuestos a incorporarlas al debate actual sobre la vida y misión de la iglesia, especialmente entre los estudiantes de teología que busquen profundizar en la tarea llevada a cabo por el protestantismo en las últimas décadas del siglo XX que resultaron ser cruciales para lo que acontece hoy en ese medio religioso.
Costas fue un misionólogo de resonancia mundial cuyo trabajo se sigue citando en abundancia hasta la fecha, no sólo en América Latina (en Perú incluso se fundó una facultad con su nombre) o Estados Unidos, sus espacios naturales de influencia, sino en otros países como India en donde es muy valorado. Varias tesis se han escrito para estudiar diversos aspectos de su pensamiento, sobre todo lo referido a la evangelización y la misión, aun cuando no se han dejado de considerar algunos más.[2]
El nombre de Orlando Enrique Costas (15 de junio de 1942-5 de noviembre de 1987) forma parte del selecto grupo de pensadores protestantes latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX que desarrollaron una tendencia y un estilo propios para contextualizar la fe cristiana en el ámbito socio-cultural y político de esta región del mundo. Procedente del espacio eclesial más tradicional (“evangélico”), fue capaz de salir de él para asumir una visión y un discurso que, sin abandonar el énfasis evangelizador y misionero propio de las comunidades de la época, promovió la reflexión teológica contextual, por lo que se acercó, desde el flanco evangélico, a la teología de la liberación, lo que le ganó algunas críticas. Incluso, fue probablemente el teórico más serio de algunos movimientos evangelizadores como “Evangelismo a Fondo”, en cuya sede trabajó y fue uno de sus dirigentes más visibles. […]
Miembro de lo que se podría catalogar como “segunda generación” de teólogos protestantes latinoamericanos plenamente definidos, es decir, los nacidos en la segunda mitad de los años 20 y en los años 30, fue contemporáneo de Salatiel Palomino López (México, 1942), Walter Altmann (Brasil, 1944) y Victorio Araya (Costa Rica, 1945), entre otros. En su país, perteneció a la generación de Samuel Silva Gotay (1935), Luis Rivera-Pagán (1942) y Carmelo Álvarez (1947), continuadores de la obra teológica de los pioneros Ángel M. Mergal (1909-1971), Domingo Marrero (1909-1960) y José David Rodríguez Rivera (1924), como parte de una lista de autores, hombres y mujeres, que ha crecido con el tiempo.[3]
Luego de su infancia en Puerto Rico, en donde no estuvo mucho tiempo, creció y se formó en Estados Unidos en medio de la diáspora procedente de su país y conviviendo con otras comunidades de origen hispanoamericano. Más tarde, obtuvo su doctorado en la Universidad Libre de Ámsterdam, Países Bajos. Un texto autobiográfico suyo, “Teólogo en la encrucijada”, publicado por la FTL en 1984, define muy bien desde el título los diversos cruces de caminos que Costas debió afrontar a lo largo de su trayectoria. […]
Inicialmente, su ubicación eclesial no presagiaba que pudiera romper con el esquema de un joven convertido en una campaña masiva de Billy Graham, pues la experiencia religiosa individual lo guió hacia donde se encaminaba la mayoría: “Mi itinerario teológico comienza en el momento en que me entrego pública y personalmente a Cristo. Desde entonces he tenido una pasión por entender el significado de la fe, su fundamento, meta y misión, así como la manera más concreta y eficaz de explorarla en mi situación vital. Al principio pensaba que la única forma en que podía expresarla era por la vía personalista y pietista”[4]. Su visión del pietismo es bastante positiva:
Con esa nueva relación con Dios y su Palabra, mi fe emprendió un peregrinaje que pasó en sus primeros años por la naturaleza de la iglesia, el valor de mi cultura y la complejidad de la misión cristiana. El valor de la fe pietista está en la importancia que le da a la persona. El pietismo evangélico representa una espiritualidad intensamente personal donde el hombre y la mujer de fe adquieren una visión íntima de su relación con Dios. Esa visión afecta decisivamente la manera de concebir la comunidad de fe.[5]
La polémica entre fundamentalistas y creyentes más abiertos no dejó de impactarlo: “Mientras que los fundamentalistas optaban por una evangelización separatista (y cerrada), los neoevangélicos practicaban una evangelización cooperativa (y abierta). Esa controversia no dejó de tener sus repercusiones en mi vida. Como muchos de mis compañeros, comencé a tomar una postura fundamentalista. Sin entender todo lo que estaba involucrado en la controversia, me hice un enemigo tanto de los liberales como de los neoevangélicos”.[6] […]
La estancia en esa academia, como agrega en su resumen autobiográfico, le mostró el rostro más racista y triunfalista de la cultura anglosajona. Allí experimentó el sentimiento de no ser parte de ese mundo y, al mismo tiempo, intensificó su descubrimiento de América Latina, lo que según sus palabras fue una auténtica conversión pues en esa institución convivió con estudiantes de otros países de la región y se despertó en él “un amor apasionado por las tierras al sur del Río Bravo” y “fue también la cabeza de playa para el redescubrimiento de mi identidad latinoamericana escondida”[7]. A partir de entonces tendría una visión latinoamericanista que informaría su pensamiento y su actuación en los diferentes espacios en los que se movería. Al trasladarse a Carolina, Connecticut y Nueva York, su perspectiva eclesial también se fortaleció, lo que sería un ingrediente fundamental hacia la consolidación de su teología. En el tiempo en que contrajo matrimonio, en 1962, participó en varias campañas de evangelización masiva y fue entonces cuando surgió la posibilidad de ejercer un pastorado en su país natal, lo que aconteció posteriormente. Recibió la ordenación como ministro bautista en 1965 y en ese tiempo estudió la historia puertorriqueña y latinoamericana con lo que su orientación ideológica y cultural se modificó sistancialmente, tal como lo expresa al recapitular esa etapa: “Había entrado en el camino de la liberación social y cultural”. [8][…]
De Milwaukee partió hacia Costa Rica para ejercer la docencia en el Seminario Bíblico Latinoamericano (SBL, entre 1970 y 1976) y, al mismo tiempo, colaborar en el movimiento Evangelismo a Fondo, dado que ambas instancias formaban parte de la Misión Latinoamericana, lo que le sirvió como un excelente laboratorio para profundizar sus intuiciones y análisis sobre la evangelización contextual, idea que desarrollaría más tarde. En esa etapa confluyó su labor con la naciente FTL, organismo surgido como resultado del primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE) realizado en Colombia en 1969. Costas registra las razones de su ausencia en la consulta organizativa de la FTL en Cochabamba (diciembre de 1970):
Interesantemente, todos los que trabajábamos con la Misión Latinoamericana quedamos fuera de la reunión organizadora (Cochabamba, Bolivia). Fuerzas fuera de América Latina se habían impuesto para impedir la presencia de aquellos que, según ellos, representábamos una línea contestataria dentro del movimiento evangélico. Sucede, sin embargo, que los de San José no éramos los únicos que estábamos en la onda contestataria. En la Consulta de Cochabamba, líderes como Samuel Escobar y René Padilla protestaron la exclusión del grupo de San José e insistieron que se abrieran las puertas para que pudiéramos ingresar al nuevo compañerismo teológico. Ya para la próxima consulta (celebrada en Lima en 1972) había un ambiente más abierto. A partir de ese momento mi reflexión teológica ha estado ligada al itinerario de la Fraternidad.[9]
Esas razones también fueron rememoradas por Samuel Escobar en un ensayo sobre el origen de la FTL[10]. En la etapa costarricense, Costas escribió ocho libros sobre homilética, evangelización, crecimiento de la iglesia, historia del protestantismo latinoamericano y misionología. Fue también profesor visitante en el Gordon Conwell Theological Seminary de Massachusetts. Entre 1974 y 1976 completó su doctorado en la Universidad Libre de Ámsterdam, adonde su asesor fue Johannes Verkuyl (1908-2001), prolífico autor y continuador de la obra de Herman Bavinck[11]. Como refirió él mismo, su estancia en Costa Rica coincidió con la “latinización” del SBL, situación que cambió completamente el rostro de esa institución y ocasionó rupturas que también influyeron en otras instancias, como Evangelismo a Fondo. De 1977 a 1980, Costas fue misionero por la Iglesia Unida de Cristo, editor de la revista Pastoralia (del Centro Latinoamericano de Estudios Pastorales, CELEP, que ayudó a fundar), así como coordinador del proyecto de Historia de la Teología y la Filosofía en América Latina. En The Integrity of Mission: The Inner Life and Outreach of the Church (1979) “acercó las dos dimensiones de la ‘gran comisión’, la evangelización y el discipulado”. En noviembre de 1979 participó activamente en el CLADE II, celebrado en Lima, con una ponencia en la que afirmó:
La ironía de nuestro continente es que no sólo ha sido engendrado en pecado, sino que ha sido saturado por el mensaje salvador. Los pueblos colonizadores llegaron a nuestro suelo no sólo con la espada sino con la cruz. Esclavizaron a las poblaciones indígenas y africanas, pero les anunciaron el mensaje salvador. Azotaron con sus estructuras de explotación y a la misma vez les untaron el bálsamo del Evangelio. […]
América Latina no es como otros continentes del Tercer Mundo: ha sido un continente engendrado y estratificado por el pecado, pero saturado del mensaje salvador. Pese a que el rostro de Cristo ha sido desfigurado por la injusticia y la opresión, su nombre no es extraño a los oídos de los pueblos de América Latina.[12]
Notas
[1] O.E. Costas, Liberating news: A theology of contextual evangelization. Grand Rapids, Eerdmans, 1989, p. 144. Versión: LC-O. Énfasis agregado.
[2] Cf. Y.J. Park, Contemporary missiology and ecclesiastical praxis: An analysis of growth in Korea. The Eastern Baptist Theological Seminary, 1984; D. Traverzo-Galarza,A new dimension in religious education for the Hispanic Evangelical church in New York City. Tesis de maestría, New Brunswick Theological Seminary, 1987; B.G. Pérez, A reading of Orlando E. Costas on the theology of contextual evangelization: A Galilean perspective. Tesis de maestría, Gettysburg Lutheran Seminary, 1991; David Traverzo Galarza, The emergence of a Latino radical Evangelical social ethic in the work and thought of Orlando E. Costas: An ethico-theological discourse from the underside of history. Tesis doctoral, Drew University, 1992; Antonio Carlos Barro, Orlando Enrique Costas: Mission theologian on the way and at the crossroads. Tesis doctoral, Seminario Teológico Fuller, Pasadena, 1993; Terrell Frank Coy, Incarnation and the Kingdom of God in the political theologies of Orlando Costas, C. René Padilla and Samuel Escobar. Tesis doctoral, Southwestern Baptist Theological Seminary, 1999; Carlos Caldas, Orlando Costas: suas contribuições na história da teologia latino-americana. São Paulo, Editora Vida, 2007; Jeffrey E. Tippner, The Third World evangelical missiology of Orlando E. Costas. Tesis doctoral, Universidad de St. Andrews, Escocia, noviembre de 2010; y Alcir Almeida de Souza, Evangelização como ação contextual-libertadora: um estudo teológico pastoral da teologia de Orlando Costas. Tesis doctoral, Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, 2011.
[3] Cf. Juliany González Nieves, “20 Puerto Rican theologians and biblical scholars you should know about”, en Glocal Theology, 7 de febrero de 2020.
[4] O. Costas, “Teólogo en la encrucijada”, en C. René Padilla, ed., Hacia una teología evangélica latinoamericana. Miami, Caribe, 1984 (Colección FTL), p. 16.
[5] Ibid., pp. 16-17.
[6] Ibid., p. 17.
[7] O. Costas, “Teólogo en la encrucijada”, p. 18.
[8] Ibid., p. 21.
[9] O. Costas, “Teólogo en la encrucijada”, p. 25.
[10] S. Escobar, “La fundación de la Fraternidad Teológica Latinoamericana: breve ensayo histórico”, en C. René Padilla, comp., 25 años de teología evangélica latinoamericana. Buenos Aires, FTL, 1995, pp. 7-22. La referencia específica aparece en la nota 51, p. 103. Cf. Daniel Salinas, Latin American evangelical theology in the 1970’s. The golden decade. Leiden-Londres. Brill, (Religion in the Americas Series, 9), 2009, pp. 93-95, adonde se refiere la comunicación entre los organizadores acerca del “grupo de Costas” (Plutarco Bonilla, Rubén Lores, Osvaldo Mottesi, José Camacho) y los riesgos de invitarlo a la consulta de Cochabamba. Peter Savage se refería a este grupo afirmando que “estaría más inclinado a aceptar las alas liberals como expresiones legítimas de la teología Cristiana, escuchar sus puntos de vista, agruparse con ellas con simpatía, y dialogar para encontrar un trasfondo común y quizá hasta una teología ‘latinaoericana, común” (cit. por Salinas, p. 51, versión propia).
[11] Cf. “Verkuyl, Johannes (1908-2001). Dutch missionary statesman”, en Universidad de Boston; y J. Verkuyl, “My pilgrimage in mission”, en International Bulletin of Missionary Research, octubre de 1986, pp. 150-155. Otra obra de Verkuyl es The message of liberation in our age. Grand Rapids, Eerdmans, 1972.
[12] O. Costas, “Pecado y salvación en América Latina”, en América Latina y la evangelización en los años 80. Un congreso auspiciado por la Fraternidad Teológica Latinoamericana. CLADE II, s.p.i., 1980, pp. 283-284.
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