La fantástica obra de George Borrow, La Biblia en España, fue la que me abrió los ojos a la evangelización de mi país.
Un fragmento de “George Borrow: agente bíblico en España”, de Walter McCleary (Editorial Peregrino y Asociación Cultural y Estudiantil ICHTHUS, 2012). Puede saber más sobre el libro aquí.
En sus ciento treinta y nueve años de servicio por todo el mundo, la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera ha reclutado a muchos agentes insignes. Es discutible, sin embargo, que en semejante lista se pueda encontrar a un genio mayor que George Borrow que, al mismo tiempo, ocupa un papel permanente en la lista de los novelistas ingleses famosos, y al que se conoce como «el poeta de la prosa al aire libre». Él mismo describe su breve periodo de tiempo al servicio de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (1835–1839) en La Biblia en España.
Mi talentoso y versátil compañero, el Revdo. Walter McCleary, ha hecho un bosquejo de la vida y obra de George Borrow con especial mención a su relación con la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, de la cual él mismo es secretario de distrito asociado a su auxiliar del Alto Canadá. El Sr. McCleary ha demostrado poseer muchas de las cualidades de su héroe, y sigue demostrando ser un agente más estable en el trabajo que tanto cautivó el alma apasionada de George Borrow.
Cualquier libro escrito para vincular el trabajo de este gran hombre a la traducción y distribución del mejor Libro del mundo merece un amplio público. Todo esfuerzo por presentar con claridad y sencillez una vida tan increíble como esta es digno de alabar. Cualquier intento por dirigir los pensamientos de los lectores hacia la ardua tarea de un hombre como este en la difusión de la Palabra de Dios en España, que sigue tan desprovista de ella aún hoy, aumenta el valor de este libro. Si dirige a hombres y mujeres hacia la Biblia en sí, y a su evangelio para la humanidad, el propósito real del autor se habrá conseguido, a la vez que su contribución al estudio de la vida y obra de George Borrow, se verá plenamente justificada y bendecida en abundancia.
J.B.M. ARMOUR,
Secretario general de la Sociedad Bíblica Británica y
Extranjera en Canadá y Terranova.
Es un doble privilegio para mí que me hayan pedido que escriba una introducción para George Borrow: agente bíblico en España. En primer lugar por el autor y, en segundo lugar, por el libro en sí. Conozco al Sr. McCleary como predicador del evangelio y escritor de prosa dinámica. Asimismo, es miembro de la gran organización a la cual yo también tuve el privilegio de pertenecer: la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Canadá ha sido su área de trabajo; la mía se encontraba en mi tierra natal, España, ahora tan cerrada al evangelio y sumida en la oscuridad espiritual. Estoy encantado de poder decir unas palabras sobre el libro del Sr. McCleary y contar parte del trabajo de ese gran inglés, George Borrow, que trajo la Biblia a España.
Desde que hace unos años volví a este país me ha sorprendido constantemente el desconocimiento que existe de la persona de George Borrow y del gran trabajo que hizo en España. He llegado a esta conclusión tras haber impartido conferencias desde Halifax1 hasta Victoria2. Por esta razón, tengo la esperanza de que el libro del Sr. McCleary ayude a disipar ciertas dudas de la mente de algunos canadienses preocupados por España y por su situación con respecto a la Biblia. La Biblia en España fue el gran trabajo de George Borrow; pero este libro del Sr. McCleary ofrecerá una fidedigna introducción a quienes no estén familiarizados con dicha obra, y preparará a los lectores para el clásico inmortal de Borrow.
He de confesar que la lectura del manuscrito del Sr. McCleary me ha hecho revivir una avalancha de recuerdos de los veinticinco años de mi vida como cristiano, que me tienta a dejarme llevar por algunos de ellos. De nuevo estoy en España. Hace un día muy caluroso en Madrid. La poca gente que hay en la calle camina por la sombra, pero la mayoría de la población está comiendo o disfrutando de la siesta. El reloj de la Puerta del Sol está dando las dos. La mayor parte de las tiendas están cerradas, pero las oficinas de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera están abiertas. Todos los empleados se han ido a comer; solo quedo yo. Miro despreocupadamente por la ventana y veo a un caballero que sube por la calle en busca del menor resquicio de sombra. Especulo sobre qué puede estar haciendo en la calle, bajo el sol del mediodía, y me sorprendo bastante cuando veo que viene directamente al almacén bíblico, abre la puerta y entra. Pregunta si puede ver algunos de nuestros Nuevos Testamentos y, aunque le muestro bastantes, no parece manifestar un gran interés por adquirir uno. Finalmente, mete su mano en el bolsillo y saca un viejo y gastado Nuevo Testamento que empieza a comparar con otras ediciones del almacén. Su Nuevo Testamento, del año 1836, pertenece a una edición de cinco mil ejemplares que George Borrow imprimió en Madrid un siglo antes. A mis ojos es una joya de valor incalculable, pero mi visitante lo había comprado por unos pocos céntimos en El Rastro, el famoso mercado de Madrid donde todo se puede comprar o vender.
La fantástica obra de George Borrow, La Biblia en España, fue la que me abrió los ojos a la evangelización de mi país. Me había convertido tres años antes de leer el libro. Fue en 1921 cuando llegó a mis manos una copia de La Biblia en España que ejerció una profunda influencia en mi vida. Me pareció que si Don Jorgito el Inglés —como se le conocía en España—, había dejado su tierra natal para traer el evangelio a España, yo también tenía el deber de darlo a conocer en mi país. Así que busqué la forma de hacerlo, y, desde el 1 de enero de 1932, tuve el honor de servir en la maravillosa Sociedad Bíblica Británica y Extranjera de Madrid. De haberlo permitido Dios aún seguiría allí, pero comenzó la Guerra Civil española y mi tierra se vio sumida en un eclipse con la llegada del dictador Franco. Merece la pena mencionar que la traducción del libro de Borrow al español fue realizada por el Sr. D. Manuel Azaña, uno de los hombres de Estado más famosos de España y último presidente de la República Española.
Con la colaboración de las iglesias protestantes españolas, y con motivo del primer centenario de la llegada de George Borrow a España, la Sociedad Bíblica planeó una campaña de conferencias sobre Borrow por todo el país. Se me asignó el sur y di la conferencia en Sevilla y otros lugares. Con regocijo pude decir: «Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos», ya que merece la pena visitar Sevilla. Los edificios más destacados son la Catedral y el Alcázar u hogar del rey mudéjar. Borrow dice en La Biblia en España: «Nadie debería visitar Sevilla sin prestar especial atención al Alcázar, ese espléndido espécimen de la arquitectura morisca». La catedral ocupa el lugar de la mezquita mahometana. Los miembros de la sala capitular concibieron la idea de construirla con estas palabras: «Levantemos un monumento de tal magnitud que la posteridad piense que estábamos locos por haber emprendido un proyecto semejante». Esta catedral es la segunda en tamaño, y solo la supera la de S. Pedro en Roma. Hay un dicho sobre Sevilla: «A quien Dios ama, le da una casa en Sevilla».
Allí comencé a seguir las huellas de Borrow por España. Después, durante mi exilio en Inglaterra, también continué haciéndolo en el país británico.
Otra característica de aquel centenario fue inaugurar la obra de presentación de la Biblia a los españoles, a través de la librería Jorge Borrow. Una piadosa dama cristiana donó una cantidad a la Sociedad para fabricar un coche-librería que fue dedicado en Barcelona con toda solemnidad. La caravana de George Borrow constaba de tres camas, una pequeña cocina, almacén para los libros, oficinas, micrófono y altavoz, etc. Solíamos llamarla «la casa sobre ruedas». Con dos colportores, Alfonso y Mario, y muchos recuerdos agradables, llevé a cabo una campaña a través de Castilla la Vieja para difundir la Palabra de Dios. Rompimos todos los récords anteriores. Mucha gente compró un libro por primera y última vez en su vida y se trataba de ¡la Biblia! La última ciudad visitada en aquel viaje de evangelización fue Segovia, famosa por su Alcázar y su acueducto. Lo construyeron los romanos y las piedras están colocadas unas encima de otras sin ningún tipo de mortero que las mantenga unidas. Todavía corre el agua por su parte superior. Desde Segovia envié un telegrama a mi mujer con estas palabras más o menos, ya que intenté que no superara las cinco palabras: «Llego esta tarde a Borrow». La telegrafista se quitó las gafas, me miró y exclamó completamente sorprendida: «Señor, un burro nunca le llevará a Madrid en un día. Deberá tomar algún otro vehículo más rápido». La buena señora había confundido el nombre inglés de Borrow con la palabra burro en español.
Cuando empezó la guerra española, se ofreció la caravana George Borrow para que sirviera de ambulancia. A principios de noviembre de 1936, cuando parecía que Franco estaba a punto de tomar Madrid, me enviaron al campo de batalla que rodeaba la heroica capital, donde se libraban duras batallas. Allí encontré nuestra caravana George Borrow, realmente convertida en una ambulancia. Me subí de un salto y, desde la puerta, le conté a mis compañeros de armas el magnífico trabajo que habíamos hecho anteriormente con esa caravana. ¡Era un testimonio vivo! La última vez que la vi fue después de una feroz y sangrienta batalla; se dirigía desde el lugar de combate al hospital en Madrid, llevando los cuerpos heridos de soldados que habían estado luchando conmigo por la defensa de la democracia mundial.
Franco, el dictador español, el hombre que ha recibido muchas bendiciones del papa, ha prohibido la Biblia en España. Esto contrasta por completo con lo expuesto por el expresidente de la República Española —un hombre sin bendición papal alguna y odiado por los católicos—, en el prólogo de su traducción de La Biblia en España: «La propaganda de las Sociedades Bíblicas no consiste esencialmente en predicar una confesión determinada, sino en difundir la lectura de la Biblia, poniendo al alcance del mayor número el texto genuino de la Escritura. Como, en opinión de los cristianos reformados, los dogmas y prácticas de la Iglesia romana contradicen la letra y el espíritu del libro sagrado, basta la lectura de su texto auténtico y la restauración del sentido propio en su inteligencia e interpretación, para minar las bases de la dominación papista. La regeneración de España mediante la lectura del evangelio sería un programa que acaso hiciera hoy sonreír. Difundir el evangelio es bueno comoquiera que se haga. El libro de Borrow es un precioso documento para la historia de la tolerancia no en las leyes, sino en el espíritu de los españoles».
En su propio prefacio de La Biblia en España, Borrow dice que España es el país más espléndido del mundo, probablemente el más fértil y, con toda seguridad, el que posee el clima más hermoso. De la tiranía espiritual de la corte de Roma escribió que España era su banquero y que su avariciosa codicia había extraído de España más tesoros que del resto de la cristiandad.
Hoy, España no es feliz. Ha sido humillada por Roma. «Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos» (Isaías 3:12).
D. Miguel de Unamuno dijo a gritos: «España está por descubrir».
Antonio Machado profetizó:
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Bajo la superficie, España sigue teniendo sus virtudes primordiales y el evangelio las manifestará, las descubrirá, y liberará a los españoles de Roma, de la superstición, de la ignorancia, del pecado.
George Borrow ayudó a España distribuyendo la Palabra de Dios por sus tierras. El Revdo. W. McCleary ayuda a España escribiendo George Borrow: agente bíblico en España, ya que, a través de su lectura, más cristianos se interesarán en la distribución de la Biblia en España y en la evangelización de ese país tan infeliz, al menos esa es mi oración.
Le doy la enhorabuena al Sr. W. McCleary por su espléndido trabajo que ayudará a la reconstrucción de España como país en su momento catastrófico. Sin duda este volumen hará que muchas personas lean el inmortal libro de George Borrow, La Biblia en España, y se preocupen más de orar por España y por los españoles.
ZACARÍAS P. CARLES
Toronto, enero de 1944
1 Halifax: Capital de Nueva Escocia, Canadá. (N. T.).
2 Victoria: Condado al oeste de la península de Nueva Escocia, Canadá. (N. T.).
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