‘Los cátaros y la Biblia’, por Pedro Puigvert

El pasado mes de mayo escribí sobre dos comentarios de Puigvert a los libros del Levítico y el Deuteronomio. En aquella ocasión redacté unas breves notas sobre su biografía. Voy a repetirlas aquí. Tengo por norma en estos artículos de crítica literaria explicar quién es el autor del libro que comento. La persona, hombre o mujer, que ha hecho alguna obra científica, artística o literaria. Sé por experiencia propia que el silencio de los envidiosos es el mejor elogio a que puede aspirar un autor. Yo no quiero caer en ese fangal. Por esto mis comentarios a las obras que recibo van precedidos por presentación y elogio al autor, sea su libro malo, menos malo o bueno. Creo que esto también es crítica literaria.

Pedro Puigvert es uno de los líderes más destacados que tiene el protestantismo español en nuestros días. Es escritor, periodista, director de la revista Síntesis, ex secretario General de Unión Bíblica, actual presidente y profesor de tecnología en el Instituto CEEB-EBE, establecido en Barcelona, calle Valencia.

Además del libro que estoy comentando es coautor de Cómo llegó la Biblia hasta nosotros y autor en solitario de Cómo conocer la Biblia y de Comentarios al Evangelio de Juan y al libro de Los Hechos. A pesar de ser un líder consolidado y requerido, su natural modestia le ha impedido exponerse de continuo en público y buscar los primeros puestos. Es muy querido en las Asambleas de Hermanos, donde ejerce como Anciano (de cargo, no de edad).

Puigvert reaparece ahora con un libro sobre los Cátaros, una obra original sobre la que se ha publicado muy poco. El tercer tomo de la Nueva Enciclopedia Larousse en español dice que los “cátaros pertenecían a una secta de la Edad Media que tenía la pretensión de una pureza absoluta de costumbres”. Añade que se extendió por Europa durante los siglos XII al XIII. En el primer capítulo del libro Puigvert, infatigable trabajador, realiza una labor ingente en torno a los principales líderes del catarismo a base de documentos vivos. Desde Deodat Roché a Jesús Mestre analiza la aportación de nueve hombres que en distintas épocas lideraron la organización. Puigvert expone todas las fuentes históricas consultadas para este capítulo hasta llegar al dominico italiano Rainer Sacconi, “que llegó a ser inquisidor después de haber sido durante diecisiete años Perfecto cátaro y que, naturalmente conocía bien el catarismo”.

El segundo capítulo del libro está dedicado a la organización de los cátaros. Puigvert debe haber investigado mucho y asimilado procesos históricos y teológicos que le sirvieron para desentrañar los entresijos doctrinales de los cátaros. Según el autor, para sus seguidores “El catarismo es un movimiento de renovación de la Iglesia al estilo de sus contemporáneos valdenses”. En un intento por mantenerse en todo el contexto del Nuevo Testamento pretenden que las iglesias cátaras es la misma que la de los apóstoles. Refiriéndose al libro Los cátaros, de Nelli René, Puigvert cree que “los cátaros seguían un modelo de Iglesia como el primitivo”. A renglón seguido cita a Nelli: “Los cátaros han querido ser el verdadero cristianismo de los apóstoles”.

Sólo he leído tres libros en torno a los cátaros. Necesitaba información para mi trabajo, ya publicado, sobre María Magdalena en la literatura. De los tres, sólo pude obtener datos más o menos utilizables en María Magdalena y la herencia de los cátaros, de Daniel Rodés y Encarna Sánchez, publicado en el 2008 por La Esfera de los Libros. Pero María Magdalena y la herencia de los cátaros, libro que se presenta con apariencia de seriedad y con rigor científico irrebatible, ¡está basado en un sueño que dijo haber tenido la coautora del mismo, Encarna Sánchez!

Pedro Puigvert no juega con sueños, sino con información real. Escribe un soberbio capítulo sobre la organización de la Iglesia en el movimiento cátaro. Dice que “cuando pensamos en la Iglesia cátara, no podemos compararla con las iglesias tal como se conocen hace siglos. Estaba dividida en obispados. En occidente había cuatro diócesis que en cuanto a distribución territorial tenían un parecido con las del catolicismo romano”. Los oficiales del gobierno de la Iglesia cátara eran llamados obispos, perfectos, diáconos y neófitos.

Tardará en escribirse en castellano un libro tan bien documentado y analizado como el de Pedro Puigvert. En las informaciones inéditas que transmiten sus páginas aprendemos que los ritos no son muchos, pero jugaban un papel significativo en su modelo de vida eclesiástica. No practicaban el bautismo en agua, decían que no tenía ningún valor espiritual. “No existía, pues, ninguna ceremonia para adherirse a la Iglesia cátara”.

Considero muy luminoso el capítulo cuatro del libro, donde Puigvert describe para nosotros los principales puntos teológicos de los cátaros.

Solían admitir solamente la segunda parte de la Biblia, el Nuevo Testamento, especialmente los cuatro evangelios. Pero uno de sus más afamados teólogos, conocido como Juan de Lugio, natural de Bérgamo, Italia, aceptaba toda la Biblia y así la enseñaba a sus discípulos. Puigvert parte de la base de que es imposible considerar con exactitud la doctrina de los cátaros, que en sus libros se inclinaban por la especulación filosófica mas que por la teológica. Qué creían sobre Dios, la creación, el hombre, Cristo, el Espíritu Santo, la salvación, la escatología y otras doctrinas del cristianismo, no es fácil saberlo.

El último capítulo de Los Cátaros y la Biblia está tan documentado y es tan original como el resto del libro. Puigvert no rehúye ningún tema sobre el movimiento cátaro. Se aplica a si mismo sin importarle el tiempo que ha debido llevarle una investigación tan exhaustiva. En las páginas que ponen punto final al volumen de 361 páginas el autor ilustra a los lectores sobre el testimonio de figuras cátaras contemporáneas. Afirma que en tiempos pasados los cátaros fueron calumniados por bastantes de sus enemigos. “Sin embargo –insiste Puigvert– muchos de sus contemporáneos dieron testimonio de la buena conducta de los “hombres buenos”, aunque no estuvieron de acuerdo con sus doctrinas y prácticas”.

De la seriedad y profunda investigación que Puigvert ha invertido en su libro da fe la amplia biografía que aporta: 16 libros sobre catarismo, 39 de teología, 7 comentarios bíblicos y 5 revistas consultadas. En esta relación o catálogo de obras hablan las almas inmortales de seres que en un momento de sus vidas cultivaron el catarismo o escribieron de aquel movimiento religioso.

Se esté a favor o en contra del catarismo, nadie puede negar que sus principios, que empezaron a alumbrar en los siglos XII y XIII, constituían un nuevo modelo social mucho más avanzado que en el resto de los países europeos. Dice el autor en la introducción: “Buena parte del libro la dedico a exponer las principales doctrinas que surgen de un examen objetivo de la Biblia y que son patrimonio del cristianismo evangélico”.

Por su parte, la Iglesia católica, como hizo durante la inquisición y también en la matanza de los hugonotes en Francia, arremetió contra los cátaros buscando el poder político de la corona de Francia, e iniciando una violenta persecución a partir del año 1209. La Iglesia católica, en época de intolerancia y aún ahora en algunos países, nunca ha asumido que la libertad de conciencia es el derecho a elegir. Así le ha ido y así le va.