Bastante conocida en el Río de la Plata y en España, perteneció a la llamada “generación del 45”, que incluyó a escritores como Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti.
No sé quién soy.
Mi nombre
ya no me dice nada.
No sé qué estoy haciendo.
Nada tiene ya más que ver
con nada.
Tampoco yo
tengo que ver con nada.
Digo yo
por decirlo de algún modo.
I.V. (1)
Como parte de la gran importancia que ha tenido la poesía uruguaya en el contexto latinoamericano, la escritura fragmentaria, pero enormemente provocativa, de Idea Vilariño (nacida hace exactamente 100 años en Montevideo y fallecida en 2009; una hermana suya se llamó Poema), es plenamente reconocible por la extraordinaria concisión que consiguió mediante un uso personalizado de la brevedad lírica. Incluida en las principales antologías, su lectura deja la impresión de que no ha sido suficientemente apreciada, especialmente porque otras autoras contemporáneas suyas, como Ida Vitale (1923), han sido más visibles. En su país, a pesar de su escaso interés en la promoción personal, ha sido una auténtica best-seller, aunque esto suene bastante raro para la poesía. Bastante conocida en el Río de la Plata y en España, perteneció a la llamada “generación del 45”, que incluyó a escritores como Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti, y que se ubicó bajó la estela de Juan Ramón Jiménez, con quien se reunieron en alguna ocasión. Otros integrantes fueron los poetas Amanda Berenguer, Líber Falco, Vitale y Juan Cunha, así como los reconocidos críticos Emir Rodríguez Monegal y Ángel Rama.
Sus libros se acumularon de manera casi aleatoria para formar un conjunto que comenzó a combinarse tanto que incluso dos secciones de un libro llevaban el mismo título, como sucedió con Pobre mundo (1967). Los demás títulos son: La suplicante (1945), Cielo cielo (1947), Paraíso perdido (1949), Por aire sucio (1951), Nocturnos (1955), Poemas de amor (1958), Poesía (1970, compilación), Segunda antología (1980), No (1980). Posteriormente aparecerían varias reuniones de su Poesía completa (1994, 2000, 2006 y 2016). La última edición, publicada en España, es la que ha circulado más ampliamente y la que ha permitido apreciar una de las empresas más ceñidas de la poesía contemporánea en castellano. La abundancia de la poesía escrita por mujeres en Uruguay se puede apreciar al mencionar nombres tan preclaros como los de María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, Sara de Ibáñez, Clara Silva, Marosa di Giorgio, Circe Maia, Cristina Carneiro, Cristina Peri Rossi, entre tantas.
En Uruguay se han anunciado algunos eventos los días 18 y 19 de agosto para conmemorar su centenario como parte de un amplio reconocimiento a su trayectoria (“Idea 2020”). Como parte del ciclo “Homenajes”, que celebra a integrantes de la generación del 45, el 18 se presentará la serie “Mujeres notables”, un sello postal (habrá transmisión en internet), además de los Poemas recobrados (a cargo de la investigadora Ana Inés Larre Borges) de acceso libre en una plataforma digital. El 19 habrá un taller sobre la poesía del tango (al que Vilariño dedicó un par de libros magníficos) y dos mesas redondas. Esta síntesis periodística la muestra de cuerpo entero:
…la poeta triste, de cara angulosa y mirada intensa, fue docente, traductora de inglés y francés, fundadora de la revista Número, junto a Emir Rodríguez Monegal y Manuel Claps; militante de izquierda que compuso la letra de “Los orientales”, escuchada en el estadio Centenario bajo lluvia durante aquel regreso de Los Olimareños en 1984 (y también autora de “La canción”, que Alfredo Zitarrosa musicalizó en 1972); amante de Juan Carlos Onetti (que nunca dejó de estar casado); ensayista de diversos temas, incluyendo numerosos estudios sobre el tango. Una intelectual del siglo XX por definición. (2)
En el libro de entrevistas de Benedetti, Los poetas comunicantes (1971; México, 1981), dedicado a poetas hasta cierto punto “comprometidos, Vilariño fue la última autora incluida. Allí, el autor de La tregua fue muy puntual para definir su poesía:
…es sin duda un caso muy curioso de comunicación no buscada; por lo menos si nos atenemos a algunas de las respuestas que aquí formula. Escribe poesía como “el acto más privado” de su vida, “realizado siempre en el colmo de la soledad y del ensimismamiento, realizado para nadie, para nada”. Y, sin embargo, sus poemas llegan por lo general al lector con más intensidad y carga existencial que los de muchos otros que buscan desesperadamente comunicarse. De algunos de sus libros, especialmente Poemas de amor, hay varias ediciones agotadas; y ni qué hablar de sus canciones, que, en boca de los mejores cantantes populares, y del pueblo mismo, tienen hoy una extraordinaria difusión.(3)
A Onetti la ligó una extraña relación sentimental que se refleja en algunos de sus poemas, como el emblemático “Ya no”, desgarradora y sucinta expresión de un amor que no pudo continuar. Los versos son cortos, intensos y demoledores, razón por la cual ese poema es quizá el más representativo de su obra (puede escucharse en su voz en este sitio):
[...]
Ya no soy más que yo
para siempre y tú ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.
Idea es el título de un documental sobre ella (1997) dirigido por Mario Jacob, que explora muy bien las varias zonas de su escritura y que expone ampliamente el contexto en que produjo su obra lírica. En otro video de 1989, una entrevista con Mercedes Rein, habla de su relación con Onetti y las razones que los llevaron a separarse. Jorge Boccanera, en La pasión de los poetas (2002), indagó también la historia detrás de ese romance tan peculiar. Elena Poniatowska la visitó en su casa en 2001 y a ella le respondió, sobre sus razones para publicar:
La poesía puede ser como el acto creador algo muy íntimo, pero una vez realizada podría darse la necesidad de comunicación. Bueno, tal vez algo falla porque tampoco la siento. No tengo en ese campo los reflejos propios de un escritor y que funcionan cuando escribo ensayos, por ejemplo. Pero viviendo entre escritores, siendo yo misma un crítico, vi en algún momento que este o aquel conjunto de poemas —siempre poemas de cierto tiempo, como para poder considerarlos objetivamente, como si fueran de otro, casi— vi que tenían coherencia, que eran un libro. Y entré en el juego. No estoy segura de que esta sea la explicación correcta u honesta. Hay una evidente dicotomía. Sé que desearía no haber publicado nunca. No me importa ya cuando se trata de reediciones. Pero dado el carácter de dolorosa intimidad de la mayor parte de mis poemas, sentí, después, cada libro como un acto de impudicia, de exhibicionismo. Hay poemas que nunca publiqué ni mostré a nadie. Eso debería haber hecho con todos. O casi. A esta altura ya todo eso importa poco.
El lenguaje de esta poesía, como ya se ha dicho, está reducido a su mínima expresión y es posible compararlo con el de Vitale, por un lado, y Berenguer, por el otro. Con la primera, Vilariño comparte el esfuerzo por la precisión concisa, una economía verbal que llega hasta sus últimas consecuencias, sólo que la obra de Vitale podría decirse que es más cerebral, una poesía del pensamiento y de la observación exterior. Con Berenguer, poeta de la carnalidad abierta y sin censura, la une una proximidad rotunda con los sentimientos concentrados y una expresividad aguda para llegar hasta lo más hondo de la experiencia. Tal como agrega Benedetti: “El secreto de la indudable transmisión de los poemas quizá resida (además de la calidad literaria y el evidente atractivo rítmico) en el indudable ejercicio de una peculiar sinceridad, a veces desgarradora, pero siempre expresada sin vanos agregados, sin espectacularidad, y sobre todo sin autojustificaciones”.(4)
Susana Crelis Secco publicó en México, en 1990, Idea Vilariño: poesía e identidad, con el que obtuvo el Premio de Ensayo Literario José Revueltas (también dio a conocer una antología el mismo año). En ese volumen pasa revista a cinco de sus libros (desde Por aire sucio a No) y explica que, habiendo editado ocho libros, descartó los primeros y decidió que cuatro serían los que la representarían (Nocturnos, Poemas de amor, Pobre mundo y No). Ellos crecerían y seguirían creciendo mientras viviese. Así se lo dijo en una entrevista personal. Su conclusión es exacta y apasionante:
El valor de esta poesía radica no sólo en la férrea autenticidad de su decir sino también en el conocimiento cabal del modo expresivo. En toda la producción de la poeta se destaca su eficacia para transmitir: su polimetría se ajusta perfectamente a los contenidos, el ritmo es expresivísimo, la parquedad en el uso de adjetivos da fe de un testimonio descarnado y rico, la abundancia verbal asegura el valor del acto, sus usos coloquiales comunican con inmediatez, la utilización de figuras retóricas flexibiliza los versos, las elipsis sugieren.(5)
En 1991, Vilariño participó en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino en la Ciudad de México. Fue la oportunidad del autor de estas líneas para conocerla y escucharla: nada más aleccionador que verla, así, de escasa estatura, con una aparente timidez que desapareció al comenzar a leer. Se le pidió firmar unas fotocopias de Pobre mundo (obtenidas en El Colegio de México) y en ellas leyó un par de poemas que no traía en su carpeta, toda una sorpresa y una inolvidable experiencia. En la mente quedaría para siempre la justeza y seguridad con que hacía llegar la fuerza oculta y profunda de esos textos a quienes la escuchamos arrobados y en pleno éxtasis. Cerramos aquí con unos pocos ejemplos de esa poesía sin par:
Por allá estará el mar
el que voy a comprarme
que veré para siempre
que aullará llamará
extenderá las manos
se hará el manso el hermoso
el triste el olvidado
el azul el profundo
el eterno el eterno
mientras los días se vayan
la vida se me canse
el cuerpo se me acabe
las manos se me sequen
el amor se me olvide
frente a su luz
su amor
su belleza
su canto.
Susurramos
decimos
murmuramos
tibio blablá al oído
a los labios la piel el pelo
a
acariciándonos
con voces
sílabas
con emes
con sonidos.
Yo no te pido nada
yo no te acepto nada.
Alcanza con que estés
en el mundo
con que sepas que estoy
en el mundo
con que seas
me seas
testigo juez y dios
Si no para qué todo.
La primavera entera
con palomas y tallos y huracanes
con baldes de agua tibia
con una mariposa corpulenta
aleteando afelpada
con un jardín un bosque una floresta
poblada de humedad y hojas podridas
y fragancias y vahos y vaharadas
y raíces feroces y qué no
toda la primavera se volcaba
respirando durmiéndose
alentando en mi lecho.
En medio de esta enorme noche blanca
entre pinares médanos y luna
—hoy llegaron los rusos a la luna—
frente al mar que otra vez acuesta su ola
formidable en la playa abandonada
—hay miedo en Almería dice el diario
no encontraron aún las bombas hache
caídas en su mar por accidente—
en el silencio blanco y estruendoso
de esta soledad plena y una y pura
—ochocientos vietcong muertos anoche
hambre en la India hambre en el Brasil—
en la melancolía y la belleza
de la noche de luna entre los pinos
con la luna ocupada y el miedo en Almería
y la aldea arrasada y con el hambre.
1. I. Vilariño, de No, Poesía completa. Montevideo, Cal y Canto, 2006, p. 297.
2. M. Benedetti, “Idea Vilariño: el amor y la muerte, esas certezas”, en Los poetas comunicantes. 2ª ed. México, Marcha Editores, p. 209. Énfasis agregado.
3. E. Poniatowska, “Esencial y desesperada: entrevista con Idea Vilariño”, en La Jornada Semanal, núm. 492, 8 de agosto de 2004, www.jornada.com.mx/2004/08/08/sem-elena.html.
4. Ídem.
5. S. Crelis Secco, Idea Vilariño: poesía e identidad. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, p. 188.
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