No todo el mundo puede ser lo que la gente llama “un buen predicador”, pero nadie tiene por qué ser “un mal predicador”.
Un fragmento de “¡Sencillamente predica! Enseñanzas prácticas para predicar de verdad”, de Alec Motyer (Andamio editorial, 2019). Puede saber más sobre el libro aquí.
No todo el mundo puede ser lo que la gente llama “un buen predicador”, pero nadie tiene por qué ser “un mal predicador”. ¡Esta es una de las convicciones que dan pie a este breve libro! Cuando hice un comentario sobre qué mensaje más pobre había pronunciado un obispo local en una visita que hice hace poco a su iglesia, mi compañero apostilló: “Claro, es que nuestro obispo no es predicador”. Puede que no lo sea, ¡pero debería! Se pasa buena parte de su tiempo haciendo precisamente eso, pero el pobre, querido hermano, había cometido el error de pensar que “ser un buen predicador” era cuestión de tener el “don”, y que o lo tienes o no lo tienes, y si no lo tienes, no hay nada que puedas hacer al respecto. ¡Pero no es así, en absoluto!
Voy a aventurarme a dar una opinión. A ver si encaja con tu experiencia. La mayoría de los “malos” sermones (si no todos, hasta cierto punto) lo son porque están desorganizados. Conocí a una señora mayor, muy apreciada en nuestro círculo, que cada vez que susurraba se enteraba toda la iglesia, y un domingo por la tarde, durante el sermón, le susurró a su hija (e, inadvertidamente, al resto de la congregación): “Pero, ¿de qué está hablando? ¿Es que no se va a callar, o qué?”. Seguro que empatizas con ella, ¿no?, y que has vivido lo mismo, como lo he hecho yo. Pero la idea es la siguiente: se puede introducir orden en el caos.
Algunas personas tienen la capacidad natural de exponer un tema y jamás hay la menor duda sobre lo que han dicho o por qué han pasado al siguiente punto del tema que tocan. Al final, todo queda claro y forma un núcleo coherente. Sus mentes funcionan siguiendo diversos “puntos”, con subdivisiones precisas. Para la mayoría de nosotros, este tipo de proceso es fruto de trabajo duro y de la preparación detallada. Eso es exactamente lo que quiero decir: la “buena” predicación (en el sentido de que sea clara e inconfundible en el púlpito) es algo que se puede conseguir. Una vez lo vemos como un objetivo al que apuntar, se convierte en una meta que podemos alcanzar, un paso en la dirección correcta para ser un predicador aceptable.
Preparar un sermón es como elaborar un pastel. Antes de nada, hay un objetivo: será un pastel de Madeira, un bizcocho, un pastel de frutas… lo que sea. Luego viene la obtención de todos los ingredientes, no los de otras veces, sino los esenciales para preparar esa tarta en concreto. Si quieres un pastel de fruta, necesitarás fruta, que estaría de más en un pastel de Madeira. Si deseas hacer un bizcocho, precisarás mermelada para rellenarlo, que no usarás cuando hagas bollos de pasas. Por último, hay que combinar los ingredientes en el orden correcto; si consultas cualquier libro de cocina, verás la insistencia que pone en el orden correcto la sección llamada “Preparación”: explica cómo combinar los diversos ingredientes. ¿Hace falta que sigamos con la ilustración? El tiempo de horno eres tú en tu estudio, ¡sudando al pensar en la tremenda responsabilidad que tienes!
Pero, ¡basta ya! Un sermón es también como disponer los elementos de un escaparate. Al poco de empezar a vivir en una aldea remota, el escaparate de la tienda del pueblo era una simple extensión del almacén. ¡Allí se podía ver todo lo que ofrecía la tienda! De hecho, en el escaparate había tantísimas cosas que nadie se molestaba ni en mirarlo; había tanto que ver que el transeúnte no veía nada. Comparemos esto con los escaparatistas que conocen su oficio. Colocan en el escaparate los artículos que en aquel momento les interesa vender y, si incluyen otras cosas aparte (de modo que el escaparate ofrezca una diversidad que llame la atención), las sitúan de tal modo que encaucen la mirada, paso por paso, hacia el artículo estrella.
Los sermones también son así de selectivos. A lo mejor no querríamos expresarlo de esta manera, pero una pregunta realmente importante es: “¿Qué queremos vender?”. Con la Biblia en la mano, disponemos de un almacén lleno de la colección más asombrosa de artículos a la venta, ¡y encima son gangas! Es decir, ¿qué vamos a poner en el escaparate este domingo por la mañana o por la tarde, o ese “período sabático” en medio de la semana que es el miércoles?
Todo debe guiar a la vista hacia esa verdad central. No tiene que haber dudas sobre lo que ofrecemos. Al extraordinario Calvin Coolidge, aquel silencioso (o, como mucho, monosilábico) presidente de Estados Unidos, un día que volvía de la iglesia, su mujer le preguntó cuál había sido el tema del sermón. Él contestó: “El pecado”. “Vale”, dijo la señora Coolidge, “¿y qué dijo del tema?”. “Se oponía”, contestó el presidente. Mmmm... vale, ¡sí! Pero el sermón había dejado claro el tema, ¿no? El producto a la venta era inconfundible y, como poco, había llegado hasta los oyentes.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o