No hay dos historias iguales. Pero estas son algunas lecciones que podemos aprender.
Un fragmento de “Ideología de género”, de Sharon James (Editorial Peregrino, 2020). Puede saber más sobre el libro aquí.
Ryland Whittington nació en California en 2007. Sus padres estaban encantados de haber tenido una niñita preciosa y sana1.
Pero cuentan que en cuanto su hija fue capaz de hablar, dijo que quería ser un niño. Concluyeron que era «transgénero». Le cortaron el pelo, la vistieron como un niño, y siempre usaron pronombres masculinos (tales como «él» o «lo»). Cuando Ryland tenía solo seis años, la llevaron a un enorme evento de diversidad de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. La pusieron sobre un escenario, desde donde dijo al público: «Me llamo Ryland Michael Whittington. Soy un niño transgénero. Tengo seis años. Soy un niño guay. Nunca he sido tan feliz»2.
Los medios de comunicación en Occidente normalmente presentan tales historias como «noticias felices». Se supone que debemos responder: «¡Qué maravilla! ¡Una niña infeliz se ha convertido en un niño feliz!».
En realidad, tales historias evidencian una profunda confusión. Detrás de las «noticias felices» que a veces se ven en los titulares, hay muchas personas que en cierto momento dijeron haber «cambiado de sexo» pero después descubrieron que esto acrecentó su infelicidad. Personas como Walt Heyer.
Walt creció en Los Ángeles, California, durante los años 1940. A menudo se quedaba con su abuela los fines de semana. A ella le gustaba tratar a Walt como si fuera una niña, vistiéndole con vestidos bonitos. A él le encantaba la atención que recibía, y le encantaba cómo se sentía cuando estaba vestido de niña.
Ella me colmaba, con deleite, de todo tipo de elogios cuando me vestía de niña. Sus alabanzas me llenaban de un sentimiento de euforia, al que más tarde seguían la depresión y la inseguridad por ser un niño. Su comportamiento sembró en mí la idea de que había nacido en el cuerpo equivocado3.
Cuando su padre lo descubrió, empezó a disciplinar muy duramente a su hijo, y no le dejó visitar a su abuela sin la presencia de sus padres nunca más. Las cosas empeoraron aún más cuando otro hombre del círculo familiar comenzó a someter a Walt a abusos sexuales. Walt no podía escapar de forma física de la violencia, pero en su imaginación creó un lugar de escape. En ese «lugar de refugio» se imaginaba a sí mismo como una niña amada por su abuela. Estos pensamientos se arraigaron tanto en él que su deseo de ser mujer nunca desapareció. Walt alcanzó un espectacular éxito en su carrera. Se casó y tuvo hijos. Pero nunca dejó de querer ser una mujer. En su mente, asociaba ser de sexo femenino con estar a salvo y feliz. Buscó consuelo en la bebida y en el trabajo duro. Al final le aconsejaron un «cambio de sexo» para solucionar sus problemas. A los cuarenta y dos años se operó y empezó a tomar hormonas femeninas. Ya tenía apariencia de mujer y cambió su nombre legalmente a Laura. Más tarde escribió:
Estuvo feliz en general durante un tiempo. [. . . Pero] ser mujer resultó tan solo encubrir el problema, no curarlo. Yo sabía que no era una mujer de verdad, por mucho que lo dijeran mis documentos de identidad4.
Al final, unos cristianos se acercaron a él con amor. Walt se dio cuenta de que, si bien podemos cambiar nuestra apariencia, no podemos cambiar como Dios nos ha creado. Él tomó la difícil decisión de volver a vivir como un hombre. Aunque se había mutilado físicamente, quería dejar de «vivir una mentira». Él escribe:
Volver a la plenitud como hombre después de someterme a una cirugía innecesaria y de vivir legal y socialmente como una mujer durante años no iba a ser fácil. Tenía que admitir que acudir a un especialista de género cuando empecé a tener problemas había sido un gran error. Tuve que vivir con la realidad de que había partes de mi cuerpo que ya no estaban. . . una triste consecuencia de usar la cirugía para tratar trastornos psicológicos. . . Pero tenía un fundamento sólido sobre el que emprender mi camino de restauración. Estaba viviendo una vida sin drogas ni alcohol y estaba dispuesto a ser el hombre que estaba destinado a ser5.
Ahora Walt Heyer dirige un ministerio para ayudar a personas que terminan arrepintiéndose de haberse sometido a tratamientos denominados de «cambio de sexo»6.
Por supuesto, la suya no es más que una historia. No hay dos historias iguales. Pero estas son algunas lecciones que podemos aprender de su testimonio:
Debemos responder con compasión, no con hostilidad. Cuando hay confusión en cuanto a la identidad de género, normalmente es un síntoma, una señal de alarma, que indica profundas ansiedades que se desprenden de otros factores. Muchas personas (incluidos niños) que sufren confusión de género son, efectivamente, víctimas de la falsa ideología de la teoría de género. Tenemos que distinguir a los activistas trans (los que promueven esta ideología) de las personas que están sufriendo confusión de género.
Esos cristianos trataron a Walt con amabilidad, pero también se preocuparon por él de una forma demasiado profunda como para secundar la mentira de que realmente había «cambiado de sexo».
Después de que Walt comenzara a andar con el Señor, se dio cuenta de que necesitaba responder a su llamado a vivir como hombre, tal como Dios le había creado.
Si realmente queremos ayudar a personas como Walt, tenemos que comprender la ideología que llevó a que le dijeran que podía «cambiar de sexo».
Vivimos en una época de confusión sin precedentes con respecto a la identidad sexual. Hay activistas dentro de organismos internacionales tales como la Organización Mundial de la Salud, las Naciones Unidas y la Unión Europea que, desde hace un tiempo, han impulsado la «teoría de género», incluso en países que son religiosa y socialmente conservadores. La teoría de género dice que tenemos una «identidad de género» que es independiente de nuestro sexo biológico. Podemos sentirnos hombres, mujeres o ni una cosa ni otra.
Esto te interesa porque estos activistas están transmitiendo este mensaje a los niños a través de la «educación sexual integral»7.Vivamos donde vivamos en el mundo, a nuestros hijos pueden presentarles una cosmovisión que niegue la verdad de que los seres humanos hemos sido creados hombres y mujeres.
Uno pensaría que la Iglesia cristiana se uniría en protesta contra esta nueva ideología. Pero, tristemente, no es así. Incluso hay cristianos profesantes que están fomentándola.
En 2007, la exevangélica Virginia Mollenkott escribió un libro titulado Omnigender: A Trans-Religious Approach [Omnigénero: Un enfoque transreligioso]. Ella promulgaba un futuro omnigénero en el que los gobiernos ya no registraran el sexo de las personas, la gente pudiera cambiar sus cuerpos a voluntad, y todos los deportes, las prisiones y los servicios públicos fueran unisex.
A quienes cuestionan las falsas afirmaciones de la ideología de género se les acusa de ignorancia. Se piensa que creer en una biología humana básica es «transfóbico»8. A los padres que quieren proteger a sus hijos de esta peligrosa teoría les pueden incluso quitar a sus hijos. En febrero de 2018, a unos padres en Ohio se les negó la custodia de su hija de diecisiete años cuando se negaron a apoyar su deseo de vivir como un chico y no atendieron su petición de iniciar un tratamiento con hormonas sexuales9.
Este tema nos afecta a todos. Este libro intenta explicar en términos sencillos lo que está ocurriendo.
Existen otros recursos que ofrecen consejo pastoral sobre cómo ayudar a personas con confusión de género. Hay libros excelentes que examinan en profundidad lo que la Biblia dice en cuanto a la ética sexual. También hay obras más extensas que ofrecen una crítica más detallada sobre la teoría de género. Este no es un tratado académico plenamente documentado. Si deseas una documentación completa de los puntos que aquí se establecen, al final del libro se ofrece una lista de fuentes recomendadas.
Espero que al leer esta guía introductoria te sientas más convencido de la verdad de que fuimos creados hombres o mujeres. Mi objetivo es que estés más capacitado para proteger a la próxima generación de creer mentiras que les lleven a daños físicos y emocionales duraderos.
1 Whittington, H.: Raising Ryland: Our Story of Parenting a Transgender Child with No Strings Attached [La crianza de Ryland:Nuestra historia como padres sin condiciones de un hijo transgénero],William Morrow Paperbacks, 2016.
2 BBC Newsbeat online, 3 de junio de 2014; ver http://www.bbc.co.uk/newsbeat/article/27679841/i-am-six-and-im-a-transgender-kid-i-am-a-cool-kid (Fecha de acceso:
21/09/2018).
3 Heyer, W.: «I was a Transgender Woman» [Yo fui una mujer transgénero], The Public Discourse, 14 de abril de 2015, http://www.thepublicdiscourse.com/2015/04/14688/
(Fecha de acceso: 21/09/2018).
4 Ibid.
5 Ibid.
6 http://www.sexchangeregret.com/ (Fecha de acceso: 21/09/2018).
7 Kuby, G.: The Global Sexual Revolution: Destruction of Freedom in the Name of Freedom [La revolución sexual global: La destrucción de la libertad en nombre de la libertad], LifeSite, 2015, pp. 206-213.
8 Para más detalles sobre este término, véase capítulo 3.
9 «Parents lose custody of Child for Refusing to Support Transgenderism» [Unos padres pierden la custodia de su hija por negarse a apoyar su transexualidad] Daily Wire, 19 de febrero de 2018, https://www.dailywire.com/news/27309/parents-lose-custody-child-refusing-support-amandaprestigiacomo (Fecha de acceso: 14/11/2018).
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