Sumario de la institución de la religión cristiana, de Calvino: un compendio de fe militante

El fin de una vida feliz estriba en el conocimiento de Dios. Dios no sólo ha impreso esta semilla de la religión en el corazón de los hombres, sino que también se ha revelado a Sí mismo en la creación del mundo, de tal manera que no podemos abrir los ojos sin vernos forzados a verle. Él ha inscrito en cada una de sus obras ciertas señales de Su gloria, que nadie puede ignorar por muy rudo que sea.

J.C., IRC, I.V.1

I

En el lejano año de 1991 vio la luz la edición del Sumario de la Institución de la Religión Cristiana, del reformador francés Juan Calvino, como un trabajo conjunto entre la editorial CLIE y la Fundación Misión Evangélica para España, de Rotterdam, Holanda, en traducción de Valentín Muñiz Maíllo (ministro episcopal fallecido en 2013, y quien colaboró en otras obras de divulgación, como Confesiones de fe de la Iglesia, 1983). En 352 apretadas páginas se resumieron los cuatro libros de la magna obra, con lo que podía superarse el consabido argumento de la dificultad para acceder a un volumen tan denso, como algunos consideran todavía hoy a la Institución. A muchos lectores de entonces les llamó la atención el hecho de que, si se veía bien, el esfuerzo original por acercar uno de los mayores títulos surgió, una vez más, de uno de los espacios geográficos más influidos por el pensamiento teológico reformado, aun cuando se comenzaba a superar la idealización de las iglesias históricas europeas. La página legal del volumen era muy clara: el Sumario (Institutie) fue elaborado por el Dr. Bastiaan Wielenga (1873-1949) y apareció primero en neerlandés publicado por la editorial J.H. Kok en 1934.

Firmada por V. Muñoz, la introducción se refirió a los esfuerzos realizados por la Misión Evangélica para España para “promover la divulgación de buena literatura bíblica y obras clásicas de la Reforma”, como es el caso de la Institución, de Calvino. El texto en cuestión se detuvo en el hecho de que muchas personas no tenían acceso a la obra completa que les permitiera conocer las enseñanzas uy doctrinas reformadas expuestas por este autor tan reconocido y citado. Se esperaba que el resumen fuera recibido con el mismo entusiasmo que en otras ocasiones los lectores evangélicos de habla hispana dispensaron a publicaciones similares. Retomar una edición de este tipo permitió que muchos estudiantes, pastores y militantes de iglesia se acercasen por primera vez al océano doctrinal calviniano y se deleitaran con las afirmaciones, muchas de ellas lapidarias del reformador, apasionado como estuvo en su afán por rescatar las enseñanzas bíblicas y darles un nuevo cauce en la vida eclesial de su época.

Wielenga, un pastor reformado holandés de larga trayectoria, fue autor de The Reformed Baptism form: A commentary (La forma del bautismo reformado, original holandés: 1906), publicado en 2016 por la Asociación Reformada Libre. Su instructor y mentor fue el famoso teólogo Hermann Bavinck. Doctor en teología por la Universidad de Heidelberg (1899), y pastor toda su vida en una congregación de Ámsterdam, escribió otras obras, todas en la misma línea teológica: La forma de nuestra Santa Cena, Herederos del nuevo pacto, El matrimonio como institución divina, El león ha rugido (un comentario sobre Amós), Jesucristo y la vida cultural. Asimismo, fundó y dirigió la revista Voces en el Tiempo. 

Gracias al esfuerzo del Dr. Wielenga es posible pasar revista, casi a vuelo de pájaro, a los capítulos de los cuatro libros de la Institución, en aprovechamiento pleno del trabajo de condensación. Además, con este formato de “sumario”, la Institución recupera su forma de catecismo, tal como fue en buena medida la intención del autor, como lo muestran sus palabras en el prefacio de la primera edición de 1536: “…sólo buscaba presentar ciertos rudimentos que permitan formar en la piedad a los que son tocados por alguna búsqueda de religión”. Calvino trató (y lo consiguió admirablemente) de resumir la flamante fe protestante en un volumen que creció sucesivamente desde sus 6 iniciales capítulos hasta alcanzar 80 (en la edición definitiva de 1559). Es verdad que ha circulado ampliamente, e incluso más allá del círculo de teólogos o pastores, como sucedió cuando en 2009 se celebraron los 500 años del nacimiento de Calvino. En aquella ocasión se formaron círculos de estudio, por temas o en una lectura lineal, que lograron interesar a muchas personas que por fin descubrieron la inmensidad de las reflexiones teológicas del reformador.

Ahora que Clie está relanzando este clásico indiscutible de la Reforma del siglo XVI, se presenta una nueva oportunidad para que en cada capítulo se lleve a cabo una búsqueda permanente de los fundamentos de la fe reformada, usando esta palabra no únicamente en sentido confesional, sino como sinónimo de la fe cristiana evangélica, tal como fue y debe seguir siendo proclamada. No sería exagerado decir que únicamente hasta el siglo XX, con la aparición de la Dogmática eclesial de Karl Barth, se volvió a realizar un esfuerzo monumental comparable al que emprendió Calvino, aunque resulta imposible olvidar la Suma teológica, de Tomás de Aquino. Redactada entre 1535 y 1559, la Institución se estableció, según la afirmación del filósofo e historiador alemán Wilhelm Dilthey (1833-1911), como “la exposición literaria y científicamente más perfecta” del cristianismo.

II

El despliegue temático que se percibe con buena intensidad en este Sumario, un tanto abrumador desde una lectura superficial, adquiere un ritmo sólido y enormemente aleccionador, a partir de que se consideren seriamente los grandes ejes enunciados en los títulos de los cuatro libros que forman la Institución:

I. Del conocimiento de Dios en cuanto es Creador y Supremo gobernador de todo el mundo (18 capítulos)

II. Del conocimiento de Dios como Redentor en Cristo, conocimiento que primeramente fue manifestado a los patriarcas bajo la Ley y después a nosotros en el Evangelio (17 capítulos)

III. De la manera de participar en la gracia de Jesucristo. Frutos que se obtienen de ello y efectos que se siguen (25 capítulos)

IV. De los medios externos o ayudas de que Dios se sirve para llamarnos a la compañía de su Hijo, Jesucristo, y para mantenernos en ella (20 capítulos)

Como se ve, la estructura de esta magna aportación de la Reforma Protestante es un conglomerado textual presidido por la sólida teología bíblica del autor, quien sigue un orden no solamente lógico, sino además arraigado consistentemente en la gran doctrina cristiana aceptada por los Padres de la Iglesia y por los grandes teólogos de su época. La gran capacidad exegética de Calvino, que le permitió comentar casi la totalidad de la Biblia, es el trasfondo bastante visible de su labor dogmática y catequística. Eso le permitió clarificar los asuntos más complicados y, también, asomarse con un donaire poco común, a los temas quizá más “abismales” como lo es la “doble predestinación”, a la que no duda en calificar como “decreto horrible” (IRC, XXI.5) asimismo, el fuerte perfil apologético que asume al momento de discutir, casi en cada página, con los que él creía adversarios en la fe, dota al texto de una enjundia que trasluce las grandes preocupaciones del reformador acerca del destino dogmático de la iglesia a cuya edificación contribuyó con todas sus fuerzas.

El primer libro explora, con amplitud y profundidad, lo que habitualmente se conoce como los atributos de Dios, la importancia de las Escrituras como sitio revelador de Dios y la lucha radical contra la idolatría, la doctrina de la Trinidad, la creación como tarea divina y los beneficios de la providencia. El último capítulo (XVIII) se ocupa de un asunto inquietante: cómo se sirve Dios de los impíos para ejecutar sus juicios y cómo Él queda limpio de toda mancha. Allí aparece la famosa afirmación. El segundo expone lo relacionado con la caída de los seres humanos y cómo necesitan de la intervención divina para salvarse, el lugar de la Ley para alimentar la esperanza de salvación, la relación entre los dos Testamentos y cómo Cristo ha cumplido el oficio de Mediador para obtener la gracia divina y la salvación. En el tercero, eminentemente soteriológico, se define la fe, su importancia, la superación de las supersticiones como las indulgencias y el purgatorio, la suma de la vida cristiana (que se publicaría por separado), la justificación por la fe, la concordancia entre las promesas de la Ley y el Evangelio, las bondades de la libertad cristiana, la importancia de la predestinación y la elección, y la resurrección. Finalmente, el último libro discute la naturaleza de la iglesia, su carácter reformado a partir de la tiranía romanista, los evidentes límites de los concilios y su autoridad, la disciplina eclesiástica (una de las grandes aportaciones de Calvino), los dos sacramentos, y concluye con el apartado dedicado a la potestad civil, al gobierno humano como parte integrante de los designios divinos. Este capítulo que cierra la obra la obra es también, una de las mayores propuestas de la Reforma sobre el tema.

En resumidas cuentas, este Sumario reproduce, en las dimensiones propias de un magnífico resumen, el contenido esencial de la Institución y permite apreciar sus enormes cualidades como documento que viene directamente de la época de la Reforma del siglo XVI para mostrar su vigencia a pesar del tiempo transcurrido. La capacidad sistemática de Calvino puede ser valorada, de este modo, por los lectores más sencillos, así como por los más avezados, además de que es un magnífico manual doctrinal, útil para creyentes que inician su camino en la fe.

Prólogo a la nueva edición del Sumario de la Institución de la Religión Cristiana que publicará CLIE próximamente.