Queda la esperanza de que al menos las comunidades de fe sean capaces de expresar de manera evidente la coherencia de la acción, con su mensaje religioso de amor y servicio.
Yo no salí por gusto. Tuve que huir porque ya me habían amenazado y pegado varias veces en mi barrio. O me iba o me mataban. Me salí un día sin nada, dejé atrás a mí familia. Y pues así fue como llegué a la frontera de México, con la idea de irme más al norte. Tengo un primo allá del otro lado, en Estados Unidos. Mi idea es hablarle ya que llegue allá.1 Migrante salvadoreño, marzo de 2016.
Son ya miles las historias de migrantes centroamericanos que se están acumulando desde el 13 de octubre pasado cuando se anunció la salida de la Caravana con destino a Estados Unidos y que debe atravesar todo el territorio mexicano para tal fin.
Tan inesperado suceso tomó por sorpresa a todo el mundo: desde el indolente gobierno mexicano hasta las organizaciones dedicadas a la ayuda humanitaria. Comenzaron a surgir los rumores de costumbre acerca de los motivos de la Caravana, también desde perspectivas que ven en ella una conspiración para favorecer al presidente Donald Trump ante las elecciones del martes 6 de noviembre, tan cercano.
Otros analistas señalaron a Bartolo Fuentes, el exdiputado y periodista hondureño, quien fue deportado de Guatemala por las mismas fechas del inicio de la Caravana. El gobierno de Honduras lo señaló sin dudar, tal como lo consignó El Universal el 21 de octubre: “De acuerdo con la Cancillería del país centroamericano, ‘durante varios años el señor Bartolo Fuentes ha promovido movimientos migratorios irregulares, bajo engaño y falsas promesas para los connacionales’. Así, señala que el activista organizó en marzo de este año otra caravana como la actual, a la que también se sumó”.2
Fuentes, a su vez, entrevistado por el grupo Radio Fórmula desde México el 23 de octubre, se defendió, atribuyó las causas de la Caravana a la situación crítica que se vive en Honduras desde el golpe de Estado de 2009.
Asimismo, afirmó que el flujo migratorio desde ese país lleva varios meses de manera interrumpida y que diariamente salen grupos de entre 200 o 300 personas con destino a Estados Unidos.
Sus señalamientos fueron claros acerca de las razones por las que tanta gente está abandonando sus lugares de origen para tratar de mejorar su situación: miseria extrema y una carencia casi total de posibilidades de trabajo, así como una actitud gubernamental completamente pasiva. “
En entrevista con CNN”, según cita la nota de El Universal, “el ex diputado calicó de ‘absurdas’ las acusaciones de que él organizó la Caravana Migrante. ‘Me están adjudicando una especie de súper poderes’, dijo, y acusó ‘al gobierno de estar buscando chivos expiatorios para no reconocer que en Honduras se vive una tragedia humana terrible’, y que cientos de hondureños han muerto huyendo de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en el país”.
El miércoles 17 de octubre, cuando la caravana arribó a la frontera de Guatemala con México, el gobierno del país azteca “encendió los focos rojos” y comenzó a sentir la presión del régimen estadunidense, pues incluso el secretario de Estado Mike Pompeo se apersonó en la capital mexicana el viernes 20 para entrevistarse con el titular del Ejecutivo.
Luego de la reunión con él, Enrique Peña Nieto “advirtió […] advirtió que, como cualquier país soberano, México no permitirá el ingreso de manera irregular y mucho menos violenta, como ocurrió con un numeroso contingente de la Caminata Migrante que salió de Honduras y busca llegar a Estados Unidos vía México”.3
La presencia de este funcionario en México produjo un enorme malestar, pues quedó bien claro que vino a marcarle la pauta al gobierno mexicano acerca de lo que debía de hacer en su “patio trasero”, tal y como siempre ha visto Estados Unidos a su vecino del sur.
Así se expresó el editorial de La Jornada el sábado 20 de octubre: “El segundo elemento que entra en juego es la defensa de la soberanía y la dignidad de México en su relación con Estados Unidos.
En este aspecto, la cancillería ha mostrado una actitud errática que oscila entre firmes declaraciones de rechazo a cualquier pretensión de injerencia en su política migratoria, y tropiezos inadmisibles como minimizar las altanerías proferidas por Trump —haciéndolas pasar por normales en el contexto electoral de la nación vecina del norte— o la bochornosa recepción, en plena crisis, del secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo”.4
Por su parte, el vicepresidente Mike Pence acusó a Venezuela de financiar la caravana y enfocó sus baterías para culpar a ese país de la crisis en aumento: “El presidente de Honduras me dijo que [la caravana] fue organizada por grupos de izquierda hondureños, financiada por Venezuela y enviada al norte para desafiar nuestra soberanía y nuestra frontera”, aseguró.5
Lo cierto es que, sea cual fuere la razón de la conformación de esta gran caravana de migrantes, al gobierno saliente de México se le ha indigestado profundamente este suceso, pues se han comenzado a prolongar, de manera interminable, los días previos a la toma de posesión, el 1 de diciembre, del nuevo gobierno.
Toda la problemática humanitaria, la acumulación de personas por los estados que han atravesado (Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla) y la necesidad de atenderlas es un verdadero viacrucis para la administración de Peña Nieto.
La impresentable oferta que hizo a los migrantes de que si se deseaban permanecer en alguno de los dos primeros estados tendrían trabajo eventual, fue rechazada rotundamente por ellos, debido a que las condiciones que se viven allí son similares a las de sus países de origen.
En México, se sabe muy bien que la franja de tres entidades del sur es una de las más pobres del país. Se trató de un auténtico despropósito que evidenció, una vez más, la incapacidad gubernamental para afrontar semejante crisis.
Las cosas estuvieron a punto de salirse de control durante los días que la caravana pasó por Chiapas y en los días subsiguientes sucedió algo parecido en Oaxaca y Veracruz, con todo y que la población y varias organizaciones han apoyado a la caravana con alimentos y diversos enseres.
Pero lo peor de todo es que ahora, ya con el principal contingente de migrantes en la Ciudad de México, han salido otras caravanas con el mismo propósito y no se vislumbra, en el corto plazo, una solución razonable.
Los cortes de agua potable en dicha ciudad, en los primeros días de noviembre, agravaron el problema, y el gobierno de la capital del país hubo de redoblar esfuerzos para acoger en un espacio amplio, precisamente cuando el clima invernal está haciendo su aparición.
Las autoridades locales no dejaron de acusar a las federales de mantenerse en la inoperancia casi total, debido a que la respuesta es más bien burocrática, pues se ha visto rebasada por el gran número de personas que acrecientan la caravana y demandan apoyo.
El anuncio de Trump de que desplegaría fuerzas militares en la frontera con México ha venido a agravar la situación, puesto que no existen condiciones para detener este flujo que parece interminable y la integración de tal cantidad de migrantes al país parece casi imposible, sobre todo porque su meta es entrar a Estados Unidos.
Ante esta crisis de dimensiones prácticamente inimaginables, han surgido algunas iniciativas de iglesias y “grupos basados en la fe” que se han unido a la estructura que la Iglesia Católica ha desplegado en los diversos puntos del recorrido y, especialmente, en la capital del país, ha logrado hacer formal el apoyo moral, espiritual y en especie que la urgencia demanda.
Una de ellas, la denominada Juntos por la Dignidad ha aglutinado a la representación de algunas comunidades evangélicas y de otras tradiciones religiosas (alrededor de 60) y se encuentra trabajando de manera ininterrumpida desde el lunes 22 de octubre cuando dio a conocer un documento que lleva por título: “Posicionamiento y acciones concretas de iglesias y organizaciones basadas en la fe ante la crisis migratoria actual”, en el que hacen saber su disposición para apoyar a la caravana en la medida de sus posibilidades.
El Dr. Ricardo Blanco ofreció una capacitación para el acompañamiento psico-pastoral a los migrantes el martes 30 de octubre en la Comunidad Teológica. En los días recientes, muchos de los integrantes de esta iniciativa han formalizado ante las autoridades su colaboración en el acompañamiento psicológico, espiritual y material que la caravana ha requerido durante los días que permanezcan en la Ciudad de México.
No se sabe aún cuánto durará esta presencia y qué tipo de exigencias surgirán cuando los ya más de 10 mil migrantes continúen su camino hacia el norte del país en su afán por alcanzar la frontera con Estados Unidos.
La sociedad mexicana, en su conjunto, se está viendo sacudida por este alud humano ante el cual no han dejado de surgir voces xenófobas y refractarias a la presencia de los migrantes.
Queda la esperanza en que, a pesar de las contradicciones y malas interpretaciones, al menos las comunidades de fe sean capaces de expresar de manera evidente la coherencia de la acción con su mensaje religioso de amor y servicio.
1 Cit. por Guillermo Castillo Ramírez, “Migrantes centroamericanos en México: crisis humanitaria”, en Contralínea, 19 de febrero de 2018, www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2018/02/19/migrantes-centroamericanos-mexico-crisis-humanitaria/
2 Guadalupe Galván, “¿Quién es el hombre que trajo a los migrantes de Honduras a México?”, en El Universal, 21 de octubre de 2018, www.eluniversal.com.mx/nacion/quien-es-el-hombre-que-trajo-los-migrantes-de-honduras-mexico.
3 Ana Langner y Rosa Elvira Vargas, “Defiende Peña ante Pompeo la soberanía migratoria”, en La Jornada, 20 de octubre de 2018, www.jornada.com.mx/2018/10/20/politica/005n1pol#.
4 “Caravana migrante: lo que está en juego”, en La Jornada, 20 de octubre de 2018, www.jornada.com.mx/2018/10/20/edito#
5 “Pence: La caravana de migrantes hondureños fue financiada por Venezuela”, en El Nacional, Caracas, 23 de octubre de 2018, www.el-nacional.com/noticias/mundo/pence-caravana-migrantes-hondurenos-fue-financiada-por-venezuela_256924.
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