Todo placer legítimo puede convertirse en una ocasión de tentación cuando se nos presenta fuera del marco ideado por Dios.
Un fragmento de "Frente a la tentación ¿cómo resistir?", de Alfred Kuen (2013, Clie). Puede saber más sobre el libro aquí.
INTRODUCCIÓN
“El mal está aquí y Satanás ruge;
Oíd, amigos, ¿tenéis miedo?”
Así empieza un viejo canto de los Chouans (NdT. campesinos insurreccionados bretones y normandos del último decenio del siglo XVIII). ¡Pues sí! ¡El mal está aquí! Los filósofos y teólogos se pueden romper los cuernos sobre su origen, pero nosotros, el pequeño pueblo de infantería cristiana, nos vemos cada día enfrentados a su realidad mediante diversas tentaciones a las que estamos expuestos.
Adán y Eva fueron tentados como Caín, Lot, Miriam, Sansón, Elías, Saúl, David, Salomón, Eliseo, Giezi, los reyes Uzías y Asa, Judas, Pedro, Ananías y Safira cuya historia nos cuenta la Biblia. Todos han sido tentados. Los tres evangelios sinópticos nos relatan que en el principio de su ministerio, Jesús fue tentado por el diablo.
Otra vez, algo real de lo que el hombre de hoy se burla pero que la Biblia presenta como una realidad, algo en que creía Jesucristo, y que prueba su existencia por todo el mal que suscita en este mundo.
“Oíd, amigos, ¿tenéis miedo?”
Y ¿cuál es la respuesta del estribillo?
“Sólo tenemos miedo de una cosa en el mundo, ofender a nuestro Señor”.
“Satanás, bailando en corro a vuestra puerta, asaltará vuestro corazón”.
¿Antídoto?
“Sólo amamos a uno en el mundo, amamos a nuestro Señor”.
“Dinero, placeres, cuando todo esto abunda, ¿esperamos mayor felicidad?”
“Dinero, placeres” son dos de las tentaciones más típicas que se nos presentan: la riqueza, el poder, el ascenso, “las cosas”, gozar, tener una aventura sentimental...
Todas estas tentaciones las experimentaron hombres y mujeres de la Biblia, y “estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros (“para que saquemos de ellas enseñanzas” BS Bible du Semeur - NdT. de ahora en adelante, mi traducción de esta versión francesa: Biblia del Sembrador), a quienes han alcanzado los fines de los tiempos” 1 Co. 10:11.
Observando el modo por el cual estos creyentes resistieron o sucumbieron a la tentación, aprendemos como no sucumbir a ella.
“Dinero, placeres, cuando todo esto abunda, ¿esperamos mayor felicidad?
Sólo tenemos una esperanza en el mundo: la victoria del Señor”.
Victoria en nosotros, primero, para ayudarnos a vencer nuestras tentaciones. Victoria en el mundo para que se establezca Su reino.
CAPÍTULO 1- Tentaciones y pruebas
¿Qué es una tentación?
El diccionario la define como “una atracción hacia algo prohibido, un movimiento interior que incita al hombre al mal”. Entre las palabras relacionadas encontramos: deseo, atracción, ganas...
Es una ocasión que se nos presenta para realizar algo que sabemos que es malo, pero que nos promete un placer: mentir, vengarse, emborracharse... Los ejemplos que vamos a estudiar en los capítulos de la sección siguiente: “En el cementerio de los náufragos” nos mostrarán la gran variedad de formas que toma la tentación.
Todo placer legítimo puede convertirse en una ocasión de tentación cuando se nos presenta fuera del marco ideado por Dios (una relación sexual fuera del matrimonio) o en unas proporciones exageradas (comer, beber, leer, mirar la tele, jugar en el ordenador...).
Por otra parte, lo que es bueno para alguien puede resultar ser una tentación para otro: comer una fruta con un alto nivel de azúcar es una tentación a la que debe resistir un diabético; un ex-alcohólico rechazará el vaso de vino que otro podrá beber sin problema. Pasa lo mismo con todas las dependencias: droga, juego, pornografía...
La tentación puede también manifestarse únicamente en la esfera mental. Pr. 24:9 dice que “el pensamiento del necio es pecado”, lo que podemos entender como las ganas de hacer locuras (actos reprensibles).
Jesús dijo que la mirada de deseo dirigida hacia una mujer equivale a un adulterio, Mt. 5:28, y el apóstol Juan apunta que el que odia es tan culpable como el asesino, 1 Jn. 3:15.
Albergar pensamientos culpables puede llevar a cometer actos culpables, pero el pensamiento en sí ya es reprensible. Si se me presenta semejante pensamiento, debo rechazarlo, pues resulta ser una tentación.
“El corazón del hombre se da a conocer en la tentación... Siendo tentado, el hombre conoce su corazón”, decía Dietrich Bonhoefer.
Efectivamente, lo que nos tienta revela en nosotros una necesidad no satisfecha – quizás desde nuestra tierna infancia. Para alguien, se tratará de ternura, para otro, de poseer cosas, dinero para comprarlas, o el poder.
Oswald Chambers dice que “las disposiciones interiores de la personalidad de alguien determina lo que le tienta desde fuera. La tentación pone a la luz las potencialidades de nuestra naturaleza”. Una tentación a la que hemos sucumbido es prueba que la razón por la que no hemos pecado antes debía ser la vergüenza o la timidez.
La tentación siempre nos ataca en nuestro punto de mayor vulnerabilidad. […]
¿Tentación o prueba?
La tentación es una incitación al mal a la que se trata de resistir, la prueba es un test sobre nuestras capacidades (las pruebas de selectividad) que puede tener resultados positivos.
“Que nadie, ante la tentación, diga: ‘Es Dios quien me tienta.’ Porque Dios no puede ser tentado por el mal y él no tienta a nadie” Stg. 1:13, pero probó a Abraham, Gn. 22:1.
Las palabras griegas que designan la tentación y la prueba derivan de la raíz peira: intento, prueba. El sustantivo peirasmos quiere decir: el examen o la tentación; el verbo peirazô: probar.
La traducción griega del Antiguo Testamento emplea este verbo para ‘tentar a Dios’: ponerle a prueba, BS: retarle, querer forzarle la mano (p. ej. Sal. 78:41: “Nuevamente, retaban a Dios y entristecían el Santo de Israel”).
El Nuevo Testamento emplea 36 veces el verbo tentar (12 de las cuales se encuentra en los Evangelios, en la tentación de Jesús), y 21 veces el sustantivo que puede traducirse por ‘tentación’ (“Cuando el diablo terminó de someterle a todo tipo de tentaciones, se alejó de él hasta el tiempo fijado.”BS) o ‘prueba’: “‘La semilla que cae sobre las piedras’ se refiere a los que oyen la Palabra y la aceptan con gozo; pero, como no le dejan echar raíces en ellos, su fe es pasajera. Cuando viene la prueba, abandonan todo” Lc. 8:13 BS.
Según las versiones, encontramos esta palabra en un mismo pasaje traducido a veces por tentación o por prueba. Al final de su vida, Jesús dijo a sus discípulos: “Os habéis quedado fielmente conmigo durante mis pruebas” Lc. 22:28 BS. Darby traduce: “Pero vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis tentaciones”.
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