Entre Dan Brown con su “Código Da Vinci” y Juan Arias con su “María Magdalena” transcurren dos años, pero el cura apóstata da la razón al novelista inventor de fábulas.
“La Magdalena, el último tabú del Cristianismo”, por Juan Arias, Editorial Aguilar,
Madrid, 227 páginas.
Juan Antonio Monroy
En abril de 1963 escribí y mandé una carta abierta a Emilio Romero, maestro de periodistas, nacido el 21 de julio de 1917 y desnacido el 12 de febrero de 2003. Romero dirigía entonces el diario “Pueblo”, periódico de los sindicatos en época de Franco. Mi carta tenía que ver con un sacerdote al que acababa de incorporar a la redacción del rotativo, Juan Arias. En el ejemplar de “Pueblo” del 3 de marzo del mismo 1963 Romero anunciaba que en el futuro aparecería semanalmente una colaboración religiosa que estaría a cargo de un “muy joven sacerdote”. Pensé en seguida que por el hecho de aparecer en “Pueblo”, el periódico más liberal de la época, las crónicas de Arias traerían aire fresco a aquella España en manos de un cerrado e intolerante nacionalcatolicismo.
El primer artículo, “la verdad sobre los curas”, me defraudó. El segundo me indignó. En aquella época se discutía si convenía o no conceder a los protestantes un estatuto de libertad religiosa. Todos los autores católicos estaban en contra. El 5 de marzo Juan Arias escribía en “Pueblo” un artículo calmando las alarmas de un ingeniero llamado Emilio Ramírez, de quien había recibido una carta quejándose de que algunas figuras del pensamiento español estuvieran a favor del Estatuto. Arias calmó los temores de Ramírez diciéndole que en el caso de una “mayor libertad religiosa, pienso que serían menos de los que usted imagina los que se dejarían vender por un fajo de dólares”. El mal hombre veía a España con un ejército de misioneros protestantes repartiendo dólares por todo el país. Estas eran las ideas de aquellos curas, incluso las de los jóvenes aparentemente más sensatos.
El joven sacerdote Juan Arias colgó la sotana y dijo adiós al Vaticano. Cayó en manos de cupido, se enamoró de una joven, contrajo matrimonio y el diario “El País” contrató sus servicios. Ha sido corresponsal en Italia, en el Vaticano y en Brasil, donde reside ahora. Ha escrito unos diez libros, el último de ellos el que estoy comentando sobre María Magdalena. Aquí Arias nada y guarda la ropa. Tan pronto se ajusta al texto del Nuevo Testamento como se adhiere a la teología de la Iglesia católica de la que desertó.
Arias admite que María Magdalena es la figura más misteriosa de los Evangelios canónicos. Dice que la Iglesia “oficial” la católica, según él, “siempre tuvo miedo del personaje. El principal temor de los altos estamentos eclesiásticos se basaba en un hecho decisivo: a juzgar por los textos, María Magdalena parecía asociada afectivamente a Jesús… aquella mujer galilea se enamoró del profeta que anunciaba caminos nuevos de esperanza”.
¿A qué textos se refiere Juan Arias? ¿A los cuatro Evangelios canónicos mencionados en párrafos anteriores? ¡A ver si es capaz de demostrar la existencia de un solo versículo en San Mateo, San Marcos, San Lucas o San Juan que aluda a ese supuesto enamoramiento!
Entre Dan Brown con su “Código Da Vinci” y Juan Arias con su “María Magdalena” transcurren dos años, pero el cura apóstata da la razón al novelista inventor de fábulas.
Al escribir su biografía de María Magdalena Arias pudo haber zanjado definitivamente el supuesto matrimonio de Jesús. Estuvo muchos años recluido en un seminario católico, conocía el Nuevo Testamento, a la hora de escribir debió ajustarse a los cuatro Evangelios y negar que exista en ellos un solo versículo que dé a suponer un matrimonio de Jesús. No lo hace. Porque Arias escribe como lo hacen todos los sacerdotes que abandonan el catolicismo: ponen el énfasis en atacar a la Iglesia a la que han renunciado, pero no priorizan las verdades bíblicas.
Para Arias, “que Jesús hubiese estado casado, que su mujer hubiese sido María Magdalena y que hubiese podido tener uno o varios hijos serían datos prácticamente irrelevantes”.
Este autor delira. ¿Cómo que irrelevantes? Lo que a él le parece irrelevante lo dieron por cierto otros autores, desde “María Magdalena”, del novelista alemán Paul Heyse (1830-1940) al colombiano José María Vargas Vila (1860-1933) en su novela con el mismo título. Mucho más cerca de nosotros está Dan Brown con su “Código Da Vinci”, donde afirma que la Magdalena se casó con Jesús y dio a luz una hija. Después de la crucifixión, añade la fábula ideada por Brown, María Magdalena huyó a la comunidad judía de Provenza, donde ella y su hija Sarah hallaron refugio.
Juan Arias admite haber leído “El Código Da Vinci”. ¿Por qué no refuta esta sarta de mentiras? Él conoce la verdad del Nuevo Testamento, ¿por qué al abordar estos temas nada entre dos o doscientas aguas? En ocasiones es directo, como cuando escribe: “el hecho de que los Evangelios no hablen de la mujer de Jesús no prueba que no estuviera desposado”. Entonces, ¿qué crédito hemos de dar a los Evangelios? ¿Son verdaderos o no? ¿Están o no están inspirados? Los editores de “La Magdalena, el último tabú del Cristianismo”, imprimen en el libro una frase contundente, aprobada por el autor: “Juan Arias nos ofrece en este libro una hipótesis muy bien documentada: La Magdalena vivió con Jesús una apasionada historia de amor”. La frase está tomada literalmente de la introducción redactada por el autor. Lo que no veo por lugar alguno es esa llamada hipótesis muy bien documentada. Porque el libro de Arias carece totalmente de bibliografía.
Según Arias, “Jesús pudo haber estado casado, como todos los judíos de su tiempo”. (¿No había solteros en Israel en tiempos de Cristo?). A continuación pregunta: “¿por qué los Evangelios nunca hablan de ella?” Responde: “Era tan normal para un judío estar casado y era tan irrelevante el papel de la mujer en la vida social que a ningún evangelista se le ocurre comentar un asunto tan común y conocido”.
¡A vuelta con la irrelevancia en un tema de tanta trascendencia! El estado civil de Jesús, ¿podía ser considerado por los evangelistas algo común? Tres años viviendo con Él, ¿pudieron desconocer e ignorar un hecho de tanta trascendencia? Mateo escribe 37 páginas de biografía. Marcos 23. Lucas 39. Juan 28. En 117 páginas que describen la vida y los hechos de Jesús no existe ni una sola referencia al tema, para nada se alude a que Jesús estuviera casado o soltero. ¿Cómo explica esto el señor Arias?
Le digo más: Al escribir el Evangelio que lleva su nombre Lucas dice “haber investigado todas las cosas desde el principio” (Lucas 1:2). La documentación que maneja le llegó directamente de testigos oculares, apóstoles o ministros de la palabra. Aquí incluye a todos los que vieron los hechos de la infancia, a muchos de los cuales interrogó directamente Lucas. ¿Ninguno de ellos informó al evangelista si conocieron a Jesús soltero o casado? ¿Y un historiador tan meticuloso como él, ¿pudo haber completado su labor sin darle espacio a un tema de tantísima importancia y trascendencia?
Este sólo texto de Lucas echa por tierra todas las majaderías de quienes pintan en papel o en lienzo a un Jesús casado.
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