Un fragmento de “Sermones temáticos de escatología y profecía, de John MacArthur (CLIE, octubre 2015).
Un fragmento de “Sermones temáticos de escatología y profecía, de John MacArthur (CLIE, octubre 2015) Puedes saber más sobre el libro aquí.
La triste realidad de los últimos días
Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro: mira qué piedras y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuándo todas estas cosas hayan de cumplirse?
Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos. Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aun no es el fin. Porque se levantarán nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. (Marcos 13:1–13)
BOSQUEJO
Introducción
La sorpresa
La profecía
La destrucción del Templo
La historia actual
La tribulación
Una promesa
Conclusión
Introducción
Creo que todos hemos notado que éste es un planeta muy peligroso en donde vivir. Ustedes podrían verse involucrados en una guerra con la cual no tienen nada que ver y convertirse en víctimas del odio, la codicia y la lucha por el poder de personas en altas posiciones.
Esencialmente, estamos viendo que la guerra se extiende por el Medio Oriente. Somos conscientes de ello. Esa guerra involucra ahora virtualmente al mundo en una zona de Libia sobre la cual no se puede volar, una coalición de naciones contra Muamar Gadafi.
Antes de que finalice, miles si no es que decenas de miles de personas habrán muerto. Eso no es nada nuevo para nosotros.
También es un mundo peligroso porque ustedes podrían ser víctimas de un terremoto o un tsunami. Ustedes podrían ser víctimas del hambre, al no poder obtener comida o porque la comida no puede llegar a ustedes debido a un desastre natural. Ustedes podrían ser víctimas de un incendio o una inundación, como a menudo vemos en el mundo.
A pesar del hecho de que vivir en este mundo tiene su dicha y bendición; y a pesar del hecho de que nuestro mundo, nuestro planeta, tiene marcas de creación divina y que la benevolencia de Dios está en la esencia de la vida de este planeta; a pesar del hecho de que se nos proporcionan riquezas y provisiones, la otra cara de esas provisiones, nos coloca en un peligro inminente. Podemos morir por una enfermedad.
Podemos ser envenenados en nuestra comida. Pueden irradiarnos hasta la muerte. Todas estas cosas son la otra cara de las bendiciones. Creamos civilizaciones, creamos cosechas, creamos represas para almacenar el agua. Empleamos todos los recursos en el mundo; y sin embargo tenemos que hacer todo lo posible para prevenir que esas cosas nos destruyan. Es un lugar muy peligroso para vivir. El desastre nos rodea. La guerra y la muerte están presentes de muchas maneras.
Esto no sorprende a nadie que comprenda la Biblia. La historia humana no sorprende a Dios ni a nuestro Señor Jesucristo. Si van a Marcos 13, encontrarán a Jesús en Su último día de ministerio público en Jerusalén, el miércoles de la semana de la pasión. El jueves, Él se preparará para celebrar la Pascua con Sus discípulos. El viernes, será crucificado. El domingo, será resucitado de entre los muertos.
Pero ahora, cuando había acabado con Su ministerio público, en Su último día de ministerio público, les habla a Sus discípulos. Y en 12:43 les llama a venir a Él. Y por el resto del día y al día siguiente, se enfoca en hablarles.
En este segmento, registrado para nosotros en Mateo 24–25 y en Lucas 21, Él nos da una descripción de la historia por venir. Esto es profético. Predice el futuro. Y le sonará muy conocido, ya que es exactamente el modo en que la historia se ha desarrollado.
La sorpresa
Esto será una sorpresa para los discípulos. Lo que dice nuestro Señor será la mayor sorpresa porque ellos esperan el Reino. Después de todo, el Rey ha llegado. Están convencidos de que Jesús es el hijo de Dios, que Él es el Mesías; y que Él es Aquel que establecerá Su Reino.
Creen que están por experimentar el establecimiento de ese glorioso Reinado. Conocen, por ejemplo, Isaías 9, que el gobierno estará sobre Sus hombros, que Él regirá literalmente no sólo a Israel sino también al resto del mundo. Conocen Zacarías 14, que detalla cómo el Mesías que llega establece Su gobierno en el mundo. Y conocen cada promesa del Antiguo Testamento que anhelaba ese Reino.
El Mesías llegaría, establecería el Reino, destruiría a todos los enemigos de Dios, a todos los enemigos de Israel, restauraría la gloria de Jerusalén, reuniría a los judíos en la tierra, establecería a Su reino allí y desde ese lugar, gobernaría al mundo. Israel sería la nación favorecida en el planeta. La justicia, la paz, el conocimiento y la verdad colmarían la tierra. Y la vida ya no sería como era antes.
Claramente, Jesús es el Mesías anunciado por Juan el Bautista, confirmado por los milagros y enseñanza de la Verdad.
Él había entrado en Jerusalén el lunes de esa semana que estamos analizando ahora y le habían dado una bienvenida mesiánica apropiada. Todo parecía transcurrir según lo programado. Y luego, alguien pulsó el botón de pausa y todavía estamos en ese modo de pausa. Lo que parecía ser inminente, se detuvo.
Por lo que en este pasaje, aparece la pregunta de los apóstoles acerca de cuándo vendría el Reino. Ellos saben que en vez de estar hablando acerca del Reino, Jesús ha estado hablando específicamente acerca de Su muerte.
“Los principales sacerdotes y líderes de Israel Me arrestarán, Me azotarán, Me ridiculizarán, Me crucificarán y Yo resucitaré”. Les había dicho eso reiteradamente.
Más allá de eso, ellos asumen que si ése fuera el caso, Él resucitará y entonces establecerá Su reino de inmediato. Es lo que ellos esperan. Es esa expectativa la que está detrás de sus palabras en el capítulo 13.
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