Del estiércol a la poesía. Don Quijote tuvo como pena a su derrota la afrenta que una piara de seiscientos cerdos hicieron a su dignidad, pasando sobre su cuerpo molido. Pero del panal salió la miel. Entre lágrimas y suspiros expresa lo más recóndito de su corazón en un canto al amor y a la muerte
Entre las efemérides importantes que ha celebrado y celebrará este año 2015 destaca, como luz en la oscuridad, la publicación de la segunda parte de El Quijote, hecho que tuvo lugar hace exactamente cuatro siglos, en 1615. Protestante Digital, atento siempre a los grandes acontecimientos literarios, está ofreciendo a sus lectores una serie de artículos basados todos ellos en la segunda parte de la novela. El último de estos artículos describió la salida de Don Quijote y Sancho de Barcelona, montado en su caballo Rocinante el primero, a pie y sosteniendo las bridas del rucio el segundo.
Cuando inicié la redacción de este trabajo sólo me propuse acompañar a Don Quijote en su viaje de Castilla a Cataluña, pasando por Aragón, y dejar constancia de cuanto le ocurrió en Barcelona, hasta su salida por las puertas de la ciudad condal una vez concluida la peregrinación. Pero no he podido. Saber a Don Quijote derrotado, abandonando humillado y cabizbajo la gran ciudad, de nuevo por la incertidumbre de los caminos, ha invadido de ternura mi corazón.
He decidido prolongar el discurso. Acompañar a Don Quijote en su regreso a la aldea y asistir a su muerte. Después de todo, la muerte es también un paso hacia delante.
Como apunta Martín de Riquer, las jornadas de la vuelta de Don Quijote están llenas de tristeza. Para animar el abatido ánimo de su amo Sancho lo consuela diciéndole que pasado el plazo impuesto por el caballero de la Blanca Luna podrán volver en busca de nuevas aventuras.
Clemencín fija su atención en la estrategia literaria de Cervantes. Sugiere que trató de llenar el espacio que medió entre el vencimiento de Don Quijote y el regreso a la aldea con incidentes de distinto género.
Cide Hamete Benengeli presenta a Don Quijote arrimado a un tronco de haya o de alcornoque; entre suspiros y suspiros, el caballero canta al amor y a la muerte de esta manera:
Amor, cuando yo pienso
En el mal que me das, terrible y fuerte,
Voy corriendo a la muerte,
Pensando así acabar mi mal inmenso;
Mas en llegado al paso
Que es puesto, en este mar de mi tormento,
Tanta alegría siento,
Que la vida se esfuerza y paso.
Así el vivir me mata,
Que la muerte me torna a dar vida.
¡Oh condición no oída
la que conmigo muerte y vida brota!.
Dice Cervantes de Don Quijote:
“Cada verso acompañaba con muchos suspiros y no pocas lágrimas, bien como aquel cuyo corazón gemía traspasado con el dolor del vencimiento y con la ausencia de Dulcinea”.
Del estiércol a la poesía. Don Quijote tuvo como pena a su derrota la afrenta que una piara de seiscientos cerdos hicieron a su dignidad, pasando sobre su cuerpo molido. Pero del panal salió la miel. Entre lágrimas y suspiros expresa lo más recóndito de su corazón en un canto al amor y a la muerte. Pisoteado o vencido, Don Quijote alcanza siempre la gloria.
Víctor Hugo, entre los franceses, reconoce las cualidades poéticas de Don Quijote. El amor, la fe y el heroísmo manan de las profundidades del espíritu del caballero andante. Don Quijote, compañero de ruta de la humanidad, como lo vio Merejkowski, no puede prescindir de la poesía. Ahí están, como espléndidos testimonios, los paréntesis poéticos de la novela y las propias afirmaciones del caballero. Cuando Sancho le pregunta: “Luego ¿también se le entiende a vuestra merced de trovas?”, Don Quijote responde: “Y más de lo que tú piensas; y veráslo cuando lleves una carta, escrita en verso de arriba abajo, a mi señora Dulcinea del Toboso. Porque quiero que sepas, Sancho, que todos o los más caballeros andantes de la edad pasada eran grandes trovadores y grandes músicos; que estas dos habilidades o gracias, por mejor decir, son anexas a los enamorados andantes. Verdad es que las coplas de los pasados caballeros tienen más de espíritu que de primor”. (Primera parte, capítulo XXIII).
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