Las Escrituras dan mucha importancia al cómo administrar fielmente todo lo que Dios nos ha confiado, sin tener en cuenta la cantidad. El mayordomo fiel es responsable de lo que tiene, ya sea mucho o poco.
Un fragmento del libro "Tu Dinero Cuenta", de Howard Dayton (2014, Andamio). Puede saber más sobre el libro aquí.
NUESTRA PARTE: Bueno y fiel
Dios, el Señor, es el dueño de todo, quien controla todo lo que ocurre y es nuestro proveedor. Nuestra responsabilidad consiste en ser mayordomos. En este caso, la palabra mayordomo significa administrador y supervisor. En las Escrituras, un mayordomo desempeña una función muy importante, puesto que es la máxima autoridad después del dueño y actúa como responsable de todas las propiedades y asuntos de la casa de su señor.
A medida que estudiamos las Escrituras, vemos que Dios, siendo el dueño de todo, ha dado al hombre la autoridad de ser mayordomo. «Tú le haces [al hombre] señorear sobre las obras de tus [del Señor] manos; todo lo has puesto bajo sus pies» (Salmo 8:6).
Nuestra única responsabilidad consiste en ser fieles. «Ahora bien, además se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel» (1 Corintios 4:2). Antes de poder ser fieles, debemos saber qué es lo que debemos hacer. Así como una persona al comprar una herramienta compleja estudia el manual para poder utilizarla correctamente, nosotros necesitamos examinar el manual del Creador, la Biblia, para descubrir cómo quiere Él que administremos Sus posesiones. La fidelidad tiene varios elementos importantes que debemos comprender.
Fidelidad con todos nuestros recursos
Se nos encarga ser fieles en la gestión de los recursos con el cien por cien de estos, no solamente con el diez por ciento. Por desgracia, muchas iglesias se han concentrado en enseñar cómo administrar solo el diez por ciento de nuestros ingresos. A pesar de la importancia de esta área, hemos permitido que los cristianos administren el otro noventa por ciento de acuerdo con la sociedad y no como indica la Biblia.
Hay muchos cristianos que, precisamente por no saber cómo administrar el dinero desde el punto de vista bíblico, tienen actitudes erróneas respecto a las posesiones y toman decisiones económicas incorrectas que llevan a consecuencias dolorosas (…) La ignorancia o la desobediencia a los principios financieros de las Escrituras con frecuencia provoca problemas económicos.
Fidelidad, independientemente de cuánto tengamos
Las Escrituras dan mucha importancia al cómo administrar fielmente todo lo que Dios nos ha confiado, sin tener en cuenta la cantidad. El mayordomo fiel es responsable de lo que tiene, ya sea mucho o poco. La parábola de los talentos lo ilustra así: «Un hombre al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje» (Mateo 25:14-15). Cuando el señor regresó, pidió cuentas a sus siervos por la forma de administrar sus bienes. El señor felicitó al siervo fiel que había recibido los cinco talentos: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25:21). Es interesante resaltar que el siervo que fue fiel con dos talentos recibió la misma recompensa que el que tenía cinco talentos (véase Mateo 25:23). Se nos demanda que seamos fieles, tanto si se nos da poco o mucho. Como alguien dijo en una ocasión: «La cuestión no es lo que haría con un millón de euros si los tuviera, sino lo que hago ahora con los diez euros que tengo».
Fidelidad en las cosas pequeñas
Lucas 16:10 dice: «El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho». ¿Cómo puedes saber si un hijo va a cuidar correctamente de su primer coche? Observa cómo cuida su bicicleta. ¿Cómo puedes saber si un vendedor es competente para atender a un cliente que compra mucho? Observa cómo atendió a un cliente que compró poco. Si tenemos el carácter necesario para ser fieles en las cosas pequeñas, el Señor sabe que podrá confiarnos mayores responsabilidades.
Hudson Taylor, el gran misionero enviado a China, dijo en una ocasión: «Las cosas pequeñas son cosas pequeñas, pero la fidelidad en las cosas pequeñas es algo muy grande».
Fidelidad con las posesiones de otros
La fidelidad que mostremos con las posesiones de los demás, en cierta medida, determinará la cantidad que se nos podrá confiar. «Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?» (Lucas 16:12). Este es un principio que muchas veces no se toma en cuenta. ¿Eres fiel con las posesiones de otros? ¿Eres descuidado con los artículos de oficina en la empresa donde trabajas? ¿Gastas electricidad innecesariamente cuando te alojas en un hotel? Cuando alguien te permite usar algo, ¿te preocupas por devolverlo en buenas condiciones? Estoy seguro de que a algunas personas no se les ha dado más porque no han actuado correctamente con las posesiones de otros.
La fidelidad construye el carácter
Dios usa el dinero para pulir nuestro carácter. En 1918 David McConaughy escribió un libro, «Money, the Acid Text» (El dinero, la prueba del ácido). En él dijo lo siguiente: «El dinero, la más común de las cosas temporales, acarrea consecuencias poco comunes y eternas. Aun sin ser conscientes de ello, las personas pueden verse moldeadas por el dinero mientras lo obtienen, lo ahorran, lo utilizan, lo dan y rinden cuentas de este. Dependiendo de cómo lo administra el dueño, se convierte en una bendición o en una maldición para él. O bien la persona se convierte en el señor del dinero o bien el dinero se convierte en el señor de la persona. Nuestro Señor toma el dinero, esa cosa tan esencial y sórdida, y lo convierte en una herramienta para probar las vidas de las personas, además de convertirlo en un instrumento para moldearlas a su semejanza».
Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mateo 25:21)
Claramente, si somos mayordomos fieles, maduraremos, pero si somos infieles, nuestro carácter no crecerá a la imagen de Cristo. Richard Halverson lo expresó así: «Jesucristo habló más del dinero que de cualquier otra cosa porque el dinero es de primordial importancia cuando se trata de la verdadera naturaleza de una persona. El dinero es el termómetro de nuestro verdadero carácter. A través de la Escritura encontramos una correlación íntima entre el desarrollo del carácter de una persona y su manera de administrar el dinero».
La fidelidad lleva a la satisfacción
Una vez que conozcamos la parte de Dios y nuestra parte y cumplamos fielmente con ella, podremos sentirnos satisfechos. En Filipenses descubrimos que Pablo fue fiel y aprendió a estar satisfecho porque sabía que Dios supliría todas sus necesidades. «Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros» (Filipenses 4:9).
Conforme vayamos aplicando los principios de la economía de Dios, dejaremos de tener deudas, gastaremos sabiamente el dinero, ahorraremos para futuras metas y daremos aún más para la obra de Cristo. La Biblia ofrece auténticas soluciones a los problemas financieros de hoy. Cada uno de los siguientes capítulos trata sobre una de las áreas específicas que necesitamos para poder convertirnos en mayordomos fieles.
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