Pero también hemos de matizar, como lo hace Günther Bornkamm en su libro “Jesús de Nazaret”sobre esta naturaleza anhistórica, que “no debe enturbiarse la mirada de tal modo que no advierta que precisamente en esa forma de tradición y de narración, con ella y bajo ella, la figura y la obra de Jesús se hacen visibles en su inconfundible singularidad y peculiaridad y con una originalidad tal, que sobrepuja y desarma constantemente incluso a toda religiosa comprensión e interpretación”.
Lo que intentan teólogos como el evangélico Herbert Braun, es llegar a descubrir la mas antigua expresión de Jesús y ver si concuerda con las ideas del judaísmo de aquella época o se aparta de la tradición de Jesús. Pero
casi siempre hay dificultades insalvables que reducen el método de la ciencia bíblica a poner un “suelo inestable” a la idea de conjunto que hay que hacerse del Jesús histórico.
Esta inseguridad y dificultad de aprensión para determinar lo que es “judío” y “realidad” histórica, no deja vacío de contenido aquellos rasgos del Jesús de Nazaret. “Esto quiere decir- según comenta Braun- por ejemplo, que
yo no puedo demostrar positivamente que Jesús curase a la mujer encorvada (Luc 13:10-17) pero por el testimonio global de los evangelios puedo deducir que Jesús, en general, hizo milagros... Yo no puedo demostrar que Jesús pronunciase esta frase: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios (Marcos 10:25), pero debo considerarla creíble, relacionándola con la conocida actitud de Jesús para con los ricos y las riquezas, y sobre todo, atendiendo a su forma expresiva y original”.
Se ha dicho hasta la saciedad, que
se tendría una idea falsa de Jesús si solo se pretendiera ver a un maestro de humanitarismo, de filantropía o de solidaridad humana. Ni es un super-estrella, ni un rebelde, ni un místico, sino que si existe el interés de Jesús por el hombre no se puede separar de su vivencia de Dios. Dios es misericordioso, por eso Jesús es misericordioso y sus discípulos debemos ser misericordiosos.
Lo que a Jesús le interesa es la voluntad de Dios. En la parábola del Hijo Prodigo aparecen casi todos los ingredientes de la realidad de Jesús, pero sobresale la misericordia del padre y la amargura de quienes les molesta el evangelio. La amarga reacción del hijo mayor ante la gozosa alegría del hijo descarriado y esclavo del pecado que le depara el padre, es otra de las realidades de Jesús muchas veces ignoradas.
Dice Joaquín Jeremías en “Parábolas de Jesús”: “Los oyentes de Jesús se encuentran en la situación del hijo mayor, que ha de decidir si está dispuesto a someterse a las suplicantes palabras del padre y alegrarse con él. Jesús todavía no condena su conducta, aún tiene esperanza; pretende ayudarles para que superen su escándalo ante el evangelio, para que reconozcan hasta que punto su autojustificación y su dureza de corazón les separa de Dios, y para que encuentren el camino de la gran alegría que trae el evangelio (v.32) La justificación de la buena nueva da pie para reprender a sus críticos y para solicitar sus corazones”.
Dos mil años después la “realidad” Jesús llega fragmentada, pero la ciencia bíblica ha logrado los perfiles originarios a partir de las fuentes bíblicas, aunque para algunos creyentes ajenos al espíritu bíblico se hayan atado a una letra sin sentido. No apoyamos el racionalismo o la aplicación del método científico a la historia bíblica, pero pensamos que la actual ciencia bíblica puede traer al hombre de hoy mas accesibilidad y ser mas provechosa al “oir” la Palabra actual. Jesús elimina las barreras que distancian a Dios del hombre, simplifica las condiciones de la religiosidad y resume todos los mandamientos en el mandamiento del amor.
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