La realidad y la ficción

Las tres películas de la serie Regreso al futuro (dirigidas por R. Zemeckis y protagonizadas por Michael J. Fox), pertenecen al grupo de las favoritas de nuestra familia. Esa sensación de ver lo que ocurre en el pasado, el presente y el futuro, y la posibilidad de viajar en el tiempo, es algo que nos impresiona a todos. ¡Lo que darían muchos por poder hacerlo de una manera real!

De hecho, una de las líneas de investigación más importantes en el día de hoy es la posibilidad de vencer los límites del tiempo y del espacio. En parte se ha conseguido con los llamados juegos de realidad virtual, con lo que cada vez es más difícil distinguir la realidad y la ficción: ni se sabe hasta dónde llegarán las situaciones virtuales en unos pocos años. El problema es que muchas personas viven de esa manera, sin distinguir entre lo que es real y lo que no, así que en muchas ocasiones, lo irreal se convierte en un acicate a favor de la violencia, o simplemente para la búsqueda de la satisfacción personal, sin importarnos como se sientan los demás.  

Como dijo el poeta, ya nada es verdad o es mentira… Y como la mentira suele darnos una satisfacción inmediata y la verdad a veces es “lenta”, muchos viven una mentira tras otra. Es cierto que con una mentira puedes llegar muy lejos, pero el problema es que jamás podrás volver: necesitarás siempre más mentiras para ocultarla, para seguir tu camino hacia la inseguridad virtual y la falsedad real. 

Si no conocemos la verdad no podemos ser libres, porque viviremos siempre engañados: si tenemos un problema de salud y nuestro médico no nos lo dice; si hay un error en nuestra cuenta corriente y no lo sabemos; o si alguien de confianza nos está ocultando la verdad (por poner tres ejemplos muy sencillos), nuestra vida va perdiendo poco a poco su sentido, porque estamos viviendo una mentira ¡Aunque no nos demos cuenta! 

¡Imagínate lo importante que es la verdad si lo que nos estamos “jugando” es el verdadero sentido de lo que somos y quienes somos!  

Un día Jesús dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8). Sólo Él puede enseñarnos la realidad de todas las cosas, comenzando por saber quienes somos nosotros mismos. Cuando conocemos a alguien como el Señor ¡que no nos engaña nunca! la vida comienza a tener sentido porque aprendemos a confiar y vivimos descansando de todas nuestras preocupaciones. Sabemos dónde está la verdad y aprendemos (¡mucho más importante!) que la verdad es una persona que nos conoce y nos ama, porque el mismo Señor Jesús dijo “Yo soy la verdad” (Juan 14:6). Ya no se trata de entregar nuestra vida a una verdad absoluta y fría, sino de ser abrazados por quién lo conoce todo (aún lo más profundo de nuestro ser), y nos ama de una manera total. Cuando tomamos la decisión de seguirle a Él, todo cambia: ya no necesitamos seguir viviendo una mentira, pase lo que pase.

Justo en ese momento comenzamos a ser libres de una manera absoluta...

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[title]Por un año más[/title]

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