En nuestros días, hablar de tener familias grandes es una rareza, e incluso la idea de traer un hijo a este mundo a muchos les resulta una excentricidad y una irresponsabilidad ética.
En una escena de Hombres de negro 2, que ya es un clásico del cine, el agente J se dispone a borrar la memoria del agente T, pero antes de esto le dice: "Cásate y ten muchos hijos". Acto seguido, le presenta a la camarera del mismo lugar en donde estaban sentados. Aunque en esta ocasión no hablaré de películas, la frase me pareció sumamente atractiva para el título de este artículo, porque hace eco del mandato que Dios refirió a la primera pareja creada en Génesis: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra”.
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En nuestros días, hablar de tener familias grandes no es solo una rareza, sino que también el solo hecho de considerar traer un hijo a este mundo es una excentricidad y hasta una irresponsabilidad ética. ¿Qué pasó en el camino? Los factores son múltiples. Considera este escrito como una especie de manifiesto de esperanza, en primer lugar, dirigido a mi propia generación, los Millennials, y después a la generación que le sigue, los Z.
Cuando una se suscribe a esos típicos blogs femeninos pensando que va encontrar contenido de provecho, lo que realmente se encuentra son titulares como este “Joven de 25 años que se define como asexual decidió operarse para no tener hijos y luce feliz”, “¿Hijos?, no gracias”, “Ella es completamente plena sin ser mamá”. Cuando se le preguntó a Cameron Díaz por qué había decidido no ser madre, expresó que consideraba demasiado trabajo tener que cuidar de otra vida, además de la suya. Pero no es necesario ir muy lejos para escuchar la voz dominante de nuestros días. Muchas de mis amigas, que tienen todas las condiciones que se esperaría para iniciar la maternidad, me dan respuesta sin titubeos: no están interesadas por el momento y que tal vez nunca lo estén. ¿Cuándo los hijos empezaron a verse como una enfermedad viral que hay que evitar a toda costa?
Algunos países han comenzado a encender sus alertas por la impresionante baja de natalidad entre sus ciudadanos. En Europa, se espera un descenso de la población entre el 2022- 2050 “donde se vaticina un crecimiento del -7%[1]”. A lo largo de los años, el número de nacidos vivos en la UE ha ido disminuyendo a un ritmo relativamente constante: “En la UE, esta tasa era de 10,2 en 2001, subió a 10,6 en 2008 y desde entonces ha disminuido, hasta llegar a 9,1 en 2020”[2]. Corea del Norte ya registra tasas históricas del 0.92, menos de un hijo por cada mujer. Prácticamente solo África es quien se resiste a este nuevo modelo demográfico. En Corea del Sur, las aulas universitarias tienen a permanecer casi vacías, el número de estudiantes mayores de 18 años, ha disminuido de 900.000 en 1992 a 500.000[3]. Dicho gobierno ha invertido 78.000 millones de dólares en los últimos 15 años para instar a las mujeres a tener bebés, pero ha fracasado en su intento, lo que demuestra que la baja natalidad no sólo contempla factores socioeconómicos. En Capracotta, Italia, se ha producido un descenso de nacimientos de 5000 a tan solo 800 personas al año.
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España se sitúa como el segundo país de la UE con menor tasa de natalidad. La cifra más baja se registró en 2017, con un 8,4%, la más baja en cuatro décadas[4].” Los números son alarmantes: “Solo hubo 7,6 nacimientos por cada mil habitantes entre los años 2017 y 2021[5]. En todas las comunidades autónomas de España, la natalidad descendió un 10%. Datos más recientes advierten de la crisis poblacional en el país. De acuerdo a datos del INE, en el 2023 solo nacieron 322.075 niños, un 2% menos que el año anterior.
No es un problema que afecta solamente a Europa, sino también a Latinoamérica, ya que, en países como Colombia, se ha registrado un descenso significativo en la natalidad desde hace dos años. Entre las consecuencias que los expertos advierten por la baja tasa de natalidad mundial, se encuentran el envejecimiento de la población, lo que tendrá incidencia directa sobre las pensiones, menor tasa de contribuyentes para programas sociales y se prevé que el número de personas jubiladas superará la cantidad de trabajadores. En el futuro, la fuerza demográfica se moverá solo por causa de la migración, no de nuevos nacimientos.
El mundo tal y como lo conocemos, cambiará. “En Italia ya están cerrando salas de maternidad. En China están apareciendo ciudades fantasmas en el noreste. En Alemania cientos de miles de propiedades han sido demolidas y sus terrenos han sido convertidos en parques[6]” ¿Será que en algún momento los llantos de bebé serán un mito urbano?
Aunque es evidente que el factor económico es una de las razones por lo que las nuevas generaciones evitan o postergan la maternidad, no es el único problema. En Europa se están ideando todo tipo de ayudas para animar a las madres a tener bebés. En Reino Unido, por ejemplo, proporcionan 21,80 libras (24,87 euros) a la semana por el primer hijo y 14,45 libras (16,48 euros) a la semana por los hijos siguientes. En Finlandia en el 2020 se llegó a ofrecer la desesperada suma de 10.000 euros por cada recién nacido y en Hungría, los matrimonios jóvenes también pueden solicitar al banco un préstamo de hasta 30.000 euros y dejar de pagar intereses por él si tienen un hijo en un plazo de cinco años. En el mismo país a mujeres con más de 4 hijos se les exime de pagar la renta. Esperamos nuevas y mejores medidas que ayuden a lidiar con el terror financiero del costo de vida.
Pero, ante todo, se debe reconocer que detrás de esto hay un sistema de pensamiento que se levanta como una fortaleza mental y que está constituido por todo tipo de ideologías. Si dudabas del impacto real que tiene la ideología de género en las nuevas generaciones, llegó el momento de dejar el escepticismo atrás, pues esta ha contribuido a un lento pero poderoso cambio en la concepción de modelo de familia. Considera cómo afecta al proyecto de familia la idea de que existen en la actualidad 33 géneros diferentes. Es decir, por lo menos 33 maneras diferentes de construir una familia. Considera también el inevitable hecho biológico de que las parejas homoparentales no pueden concebir naturalmente bebés. Considera la gran confusión de identidad en la que las nuevas generaciones se encuentran sumidas y la inseguridad existencial que esto provoca.
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Por otro lado, la generación Tik tok proclama no tener la suficiente responsabilidad para cuidar de otra vida más que la suya y aunque apreciamos su honestidad, no se puede dejar de pensar que este argumento es sobre todo tremendamente hedonista y fruto de una generación demasiado entretenida en el mundo virtual, que ha decidido postergar la adultez hasta nuevo aviso. Esta es la generación carpe diem que no desea trascender más lejos de lo que los likes y visualizaciones de sus redes sociales les permitan llegar (me pregunto lo que Dios podría hacer a través de nosotros, si lográramos redimir el uso de nuestras redes sociales).
No te olvides del feminismo actual, que desde hace décadas lleva retratando la maternidad como la peor decisión de la vida de una mujer. Muchas veces me he encontrado con testimonios de madres adultas que dicen arrepentirse de haberse convertido en madres. “Si pudiera volver atrás, no me quedaría embarazada”. Lamentaría mucho estar navegando por internet y encontrarme con que mi madre ha proclamado en tono heroico que soy el peor error de su vida. Simone de Beauvoir estableció el dogma feminista más importante de todos los tiempos: “No se nace mujer, se llega uno a serlo”. Deconstruir la feminidad implica por antonomasia, dejar de funcionar como máquinas de hacer bebés. La crianza como algunas dicen requiere tiempo y esfuerzo que millones de hombres y mujeres no están dispuestos a invertir más que en ellas mismas y en sus carreras, pero también te encuentras con mujeres como Jennifer Anniston, que lamentan no haber congelado sus óvulos, ya que estaban demasiado ocupadas forjando un futuro. Sí, tener bebés no está de moda y el aborto no ayuda mucho, pues desde el 2022, solo en España se registraron 1,3 millones de interrupciones voluntarias del embarazo.
El argumento de peso que le sigue es el del famoso cambio medioambiental. Se dice que las nuevas generaciones sienten una preocupación diferente a la de sus padres, por el daño climático. Numerosos medios de comunicación nos invaden día a día con las medidas que se deben tomar para evitar el colapso ecológico. Entre ellas la más extremas, se hace un llamado a reducir la cantidad de nacimientos o incluso, prescindir de la maternidad por el impacto medioambiental que tiene cada vida nacida. Con ello ponen una importante carga ética en las nuevas generaciones que consideran irresponsable traer bebés a un mundo lleno de guerra, miseria y contaminación. Pero, ¿es tan así?
No. Aunque los datos no niegan el impacto negativo en la huella de carbono, poco se menciona que son las multinacionales las causantes del mayor deterioro de CO2. De hecho, solo 100 empresas constituyen el 71% del impacto del Co2 del planeta[7]. Después de la pandemia, el CO2 mundial descendió solo 8,8% durante la mitad de 2020, lo cual tiene sentido considerando la crisis social de ese momento, pero también salta a evidencia que ese bajo porcentaje de reducción del CO2, es el pequeño porcentaje de impacto individual sobre el CO2, de hecho, demasiado pequeño frente al monstruoso 71% de algunas empresas.
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El mito de que la maternidad es un agravio contra la naturaleza ha calado hondo en las mentes más jóvenes, aún a pesar de que las cifras demuestran lo contrario. La paranoia malthusiana de que en el futuro habría muchas bocas que alimentar y pocos recursos naturales, no es del todo paranoia, pero tampoco parece encontrar una solución coherente en la disminución de la natalidad. Pretenden convencernos de que aquello que corresponde a nuestro diseño natural, como lo es el deseo inherente de trascender, es un deseo poco ético, a costa de continuar sosteniendo el modelo económico masivo. La narrativa de la huella de carbono parece más un arma de control de la población.
Todos estos factores económicos e ideológicos generan un verdadero caldo de cultivo que aterroriza a las nuevas generaciones sobre la natalidad y senta un peligroso precedente para el futuro: podemos construir el mundo prescindiendo de nuevos nacimientos. Este artículo por supuesto no es un llamado indiscriminado a la tenencia irresponsable de hijos, sobre todo en determinados países del mundo en donde las condiciones sociales y económicas representan un verdadero peligro incluso para las vidas ya existentes. Pero sigue siendo un llamado a las nuevas generaciones: en la medida de lo posible, si tus condiciones te lo permiten, cásate y ten muchos hijos. Si eres líder de tu iglesia o padre de familia, anima a apoya a los jóvenes a recuperar la fe en el proyecto familiar. Numerosos estudios sugieren que la cohabitación es menos estable que el matrimonio[8] hecho que sobre todo incide directamente en el bienestar y salud emocional de los hijos.
El alarmismo mediático con fines económicos específicos, nos advierte que la vida está a punto de extinguirse y que toda la responsabilidad recae sobre las nuevas generaciones. Sí, el mundo tiene demasiados problemas, pero siempre los ha tenido y siempre los tendrá. Y aunque no podemos ignorar que ahora mismo es un caos moral, sigue siendo nuestro hogar y el dueño de casa, que es Dios mismo, no está ausente.
No somos deístas. Dios sigue en control. Muchos de ustedes que leen ahora tal vez son producto de padres que vivieron post 2ª Guerra Mundial, durante la gran crisis económica del 2008 o durante la crisis nuclear. Aún recuerdo el revuelo mediático del 2012, cuando muchos aseguraban que el mundo se iba a acabar. No obstante, aquí estamos. Siempre habrá algo que mejorar en nuestro mundo caído, aunque sabemos que nuestra esperanza no está aquí, pues incluso la tierra está bajo maldición a la espera de ser redimida, esto no nos exime de reciclar y ser responsables con el hogar temporal que Dios nos ha dado.
Sin embargo, él es soberano, bueno y no está en estado de alerta. No podemos ignorar nuestro deseo inherente de trascender, la familia es el núcleo de la sociedad, es el proyecto de Dios para mostrar su gloria a las naciones, el reflejo de la relación trinitaria. La vida es un verdadero milagro que Dios hace posible y creo firmemente que el mandato de Génesis 1:28 sigue vigente. Dios bendijo para siempre el acto de procrear, para su gloria. Estoy segura que estás agradecido con tus padres porque, a pesar de las dificultades, decidieron tenerte. No dejes de trascender, no dejes de confiar en Dios y en la medida de lo posible cásate y ten muchos hijos.
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